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¿Tenía que ser 1998 el último baile de los Bulls de Michael Jordan?

PASARON CASI 22 AÑOS desde que el dueño de los Chicago Bulls, Jerry Reinsdorf, intentó por última vez mantener al equipo unido, sin embargo, recuerda esa reunión como si fuera ayer.

"Recuerdo la fecha", dijo Reinsdorf. "Era el 3 de julio de 1998".

Un mes antes, los Bulls ganaron su tercer título consecutivo de la NBA y el sexto en ocho años. Durante toda la temporada, el equipo jugó con un sentimiento de finalidad, sabiendo, como los espectadores vieron en las 10 partes de la serie de ESPN "The Last Dance", que la temporada 1997-98 seguramente sería la última juntos. Pero aquella vez, Reinsdorf sintió que tenía que intentar resucitar las cosas, tanto por el bien del equipo como por la historia.

Entonces, unos días después de lo que se terminaría convirtiendo en un paro prolongado de la NBA, programó una reunión con Michael Jordan para tratar de convencerlo de que la historia tuviera un último baile más.

"No digas nada ahora", le dijo Reinsdorf a Jordan. "Estamos en un paro y no sabemos cuánto tiempo durará. Lleguemos al final y tal vez pueda convencer a Phil [Jackson] para que vuelva. Quizás después ... quizás cambia de opinión. Así que no digas nada".

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Jordan reafirmó que no jugaría para nadie más que Jackson, pero aceptó la solicitud de Reinsdorf de no tomar ninguna decisión final hasta que el propietario pudiera hacer un último intento con el entrenador.

Era un Ave María, una plegaria, pero no era un plan tan descabellado como parecía. En la temporada previa, Reinsdorf había logrado una resurrección similar: Vetó un intercambio que habría enviado a Scottie Pippen a los Boston Celtics por dos selecciones de draft (el gerente general Jerry Krause habría tomado a Ron Mercer y Tracy McGrady) y voló a Montana justo antes del inicio del campamento de entrenamiento para convencer a Jackson de que firmara un contrato de un año.

Tal vez el tiempo de inactividad adicional creado por el cierre sanaría las heridas abiertas en los conflictos entre Krause, Jackson y los jugadores durante la temporada.

Tal vez Jordan podría convencer a Pippen - perennemente mal pagado - para que regrese con un contrato de un año.

Tal vez a Jackson le gustaría la idea de ir por cuatro campeonatos consecutivos, en una temporada acortada por la huelga.

Ciertamente valió la pena intentarlo. Pero esta vez la respuesta de Jackson fue diferente.

"Le pedí a Phil que volviera", dijo Reinsdorf. "Y él dice: 'No, ya es hora'. Esa fue la expresión que usó, 'ya es hora'".

Demasiada sangre se había derramado en la guerra con Krause. Ya se habían realizado demasiadas despedidas. Como vimos en el episodio final de “The Last Dance”, Jackson incluso había llevado al equipo a través de un ritual que había aprendido de su esposa, June, una enfermera de hospicio, quien le contó cómo las familias con las que trabajaba se escribirían sus mensajes finales, los pondrían en una taza de café y los quemarían para que esas palabras no se vuelvan a pronunciar nunca más.

Jackson había seguido adelante. El equipo siguió adelante. Ya era hora.

Recientemente, Jackson declinó cortésmente volver a recordar el final de la dinastía. Los Bulls de 1998 se habían convertido en una familia, explicó, por lo tanto, le gustaría recordarlos tal como eran, sin culparlos por su ruptura o jugando situaciones hipotéticas.

Pero es imposible no preguntarse: ¿realmente tuvo que ser ese el último baile?

REINSDORF SABE que la pregunta se acerca. A estas alturas, puede sentir cuándo alguien le preguntará por qué los Bulls se separaron o si desea haber hecho algo diferente para detenerlo.

Ha visto cada episodio de "The Last Dance" al menos dos veces, preguntándose si algo se revelaría en retrospectiva.

Pero siempre termina de regreso en el mismo lugar.

"Lo que nadie quiere recordar", dijo Reinsdorf, "es qué durante el paro, Michael estaba jugando con un cortador de cigarros y se cortó el dedo. No pudo haber jugado ese año. Tuvo que someterse a una cirugía en el dedo, así que incluso si hubiéramos podido traer a todos de vuelta, no habría tenido sentido".

Jordan sostiene que no habría estado jugando con el cortador de cigarros (en un torneo de golf en enero) si Reinsdorf ya hubiera asegurado el compromiso de Phil Jackson de regresar.

Pero aun así, Reinsdorf no cree que hubiera hecho mucha diferencia.

"La verdad es que resulta bastante obvio que en 1998 Michael cargó a este equipo adelante", dijo. "Estos muchachos estaban cansados. No pudo haber regresado [a jugar] debido al corte del dedo”. Pero incluso si hubiera podido regresar, los otros jugadores [Steve Kerr, Luc Longley, Jud Buechler, Dennis Rodman] iban a recibir ofertas que eran muy superiores a lo que valían”.

"Sé que en el Episodio 10, [Jordan] dice: 'Todos habrían regresado por un año más'. Pero no hay ninguna posibilidad en el mundo de que Scottie Pippen hubiera regresado con un contrato de un año cuando sabía que podría obtener un contrato mucho más grande en otro lugar".

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Pippen terminó recibiendo una oferta de cinco años y $67.2 millones de los Houston Rockets en enero de 1999 (acordando una operación de firma y traspaso con los Bulls).

En teoría, Chicago podría haber retenido a Pippen y a sus otros agentes libres, ya que la NBA no tenía un impuesto de lujo punitivo en ese momento. Pero Reinsdorf y Krause sintieron que igualar ese contrato para Pippen era simplemente imposible para un jugador que ya había sufrido varias lesiones importantes durante su tiempo con los Bulls, y para un equipo que ya tenía la nómina más alta de la liga, con $61.6 millones, cuando el límite salarial era de solo $26.9 millones.

Esas son las razones fácticas por las que Reinsdorf sintió, y aún siente, que mantener al equipo de los Bulls unido durante otra temporada resultó imposible.

Pero igual de importantes, si no más, son las razones espirituales.

Más de una vez, Reinsdorf dijo que fue hacia Jackson y Krause y trató de reparar la grieta que había entre ellos y que se había extendido brutalmente a todo el equipo.

"La idea era decirle a Jerry: 'Supéralo, supéralo ya'", dijo Reinsdorf. "Pero Jerry era un amante despreciado. Estaba muy orgulloso de haber encontrado a Phil [en la Asociación Continental de Baloncesto] y que resultara ser un entrenador brillante. Pero luego, cuando sintió que Phil se le puso en contra, ya no hubo vuelta atrás".

¿Cómo Krause sintió que Jackson se le puso en contra?

"Jerry pensó que Phil podría haber evitado que Michael y Scottie fueran tan adversarios", dijo Reinsdorf. "Phil podría haber intervenido, podría haberlo detenido. Eso realmente molestó a Jerry".

Por supuesto, Krause podría haber reparado la relación entre Jordan y Pippen por su cuenta. O simplemente hacer un esfuerzo por no antagonizar la situación al reconocer públicamente las conversaciones de cambio que involucraban a Pippen, hacer comentarios hostiles sobre Jackson, o aquella declaración infame de "las organizaciones ganan campeonatos".

"Cuando hizo ese comentario, “Phil no regresa, aunque termine 82-0", Reinsdorf dijo que se lo recriminó a Krause. "Le dije que era ridículo, que no tenía por qué decirlo. Se dio cuenta. Pero ya era muy tarde, no podía tomarlo de vuelta".

Pero más que no poder tomarlo de vuelta, fue algo así como que no quiso evitarlo.

"No elegí a nadie", dijo Reinsdorf. "Fui a Phil y le dije: 'Esto no es parejo, tú contra Krause. ¿Por qué no retrocedes? ¿Por qué no haces retroceder a los jugadores?'

"Le dije a Krause: 'Toma a Phil por lo que es. Estamos ganando. Estamos ganando, así que olvídalo; lo importante es ganar. No es necesario que te caiga bien'”.

"Ninguno de ellos aceptó mis palabras".

Esa elección, no elegir entre Krause y Jackson, es quizás la única cosa que podría haber cambiado el curso de la historia, porque los dos hombres nunca se reconciliaron.

"Años después, cuando Phil estaba entrenando a los Lakers y venían a Phoenix, almorzaba con él", comentó Reinsdorf. "En uno de esos almuerzos me dijo: 'Realmente me gustaría arreglar las cosas con Jerry' y me pidió que fuera el intermediario".

Reinsdorf se acercó a Krause y "Jerry dijo que no, que no lo haría".

TODAVÍA ES DIFÍCIL para todos los involucrados entender por qué las cosas terminaron de esa manera. Pero por lo general, así sucede así cuando algo bueno se acaba.

Solo unos pocos equipos en la historia de la NBA han sido capaces de resistir la presión y la intensidad que implica ganar campeonatos consecutivos. Y mucho menos con la complicación moderna del impuesto de lujo, que fue diseñado para nivelar el juego y evitar la formación de superequipos.

Los Golden State Warriors se agotaron después de cinco viajes consecutivos a las Finales de la NBA, colapsados por una serie de lesiones devastadoras y un fuerte agotamiento colectivo.

Los Lakers de Jackson perdieron en cinco juegos contra los Detroit Pistons en 2004, cuando buscaban un cuarto título en cinco años. Y años después, los Lakers fueron barridos en las semifinales de la conferencia por los Dallas Mavericks en 2011, cuando intentaban ganar el tercer título al hilo.

El Miami Heat de la década de 2010 con Dwyane Wade, LeBron James y Chris Bosh se separó después de ganar "no cinco, ni seis, ni siete" títulos, como James esperaba, sino solo dos en cuatro años.

Quizás Jackson tenía razón cuando rechazó la oferta de Reinsdorf de un nuevo último baile, diciendo: "Ya es hora".

En su libro "Eleven Rings", Jackson escribió simplemente: "Me consoló saber que dejar ir algo que se quiere, es una puerta de entrada necesaria, aunque a veces desgarradora, para una transformación genuina".

Reinsdorf todavía desea que los Bulls hubieran ido por un título más, pero dijo que ahora también está en paz con la forma en que terminaron las cosas. Mientras ha visto y revivido los años de gloria de la dinastía Bulls a lo largo de la serie, la emoción rotunda que ha sentido tiene que ver más con el aprecio y no con el arrepentimiento.

"¿Puede haber alguna duda de que Michael Jordan fue el mejor jugador de todos los tiempos?" dijo. "Quiero decir, no quiero volver a escuchar a nadie preguntar sobre Michael versus LeBron”.

"Nunca hubo nadie cerca de Michael Jordan".

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