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Tyler Herro, ejemplo de confianza y superación

Bam Adebayo Getty images

"Tyler, ¿puedes ver aquella calle de allí? Espero que te pise un camión cuando cruces"

"Solo pido que te fractures la pierna como Gordon Hayward. Solo eso"

"Eres un traidor Tyler. Una verdadera escoria. Solo quería que lo sepas"

Wisconsin, 2016. Travis Riesop, entrenador de Tyler Herro en la escuela secundaria de Whitnall, esconde las cartas amenazadoras de la vista del jovencito de 18 años. Son difíciles de asimilar: el odio empieza primero en manuscrito y luego se extiende con mensajes tenebrosos en las redes sociales. Tyler trata de evitarlo, pero se topa con los problemas. No responde, traga veneno y avanza. El hostigamiento se repite de manera sistemática. Todo por un hecho que lo cambia todo: el héroe local abandona su compromiso con la Universidad de Wisconsin y elige jugar por Kentucky Wildcats en la NCAA. Las amenazas, entonces, son cada vez más grandes: lanzan huevos al auto de Tyler y llenan de tomates las ventanillas de la camioneta de su padre. Tyler, lejos de responder a los ataques, se acostumbra con esmero a limpiar los agravios. Ni siquiera se detiene demasiado en ver las pintadas contra su persona frente a su casa.

Lejos, muy lejos, quedan los 32.9 puntos, 7.4 rebotes, 3.6 asistencias y 3.3 robos de balón por partido en su etapa colegial. Cuando todos lo querían, cuando le palmeaban la espalda y lo consideraban el hijo pródigo de aquellas calles. El bullying ahora es lo cotidiano. Y entonces se produce el chispazo en su cabeza. El click: el odio puede intimidarte o puede ser tu combustible hacia el éxito.

Herro, entonces, se quita las cadenas que atenazan esos golpes sin manos y empieza a construir desde la destrucción que le proponen. Absorbe las malas vibraciones, las digiere y las reorganiza. ¿Todos me odian? Muy bien, entonces jugaré y le ganaré a todos.

Y eso es lo que hace. ¿Quién puede detener una confianza así?

"Juego mejor en situaciones de adversidad", le confiesa Herro a Mirin Fader de Bleacher Report en un artículo publicado en marzo de 2019. "Me gusta cuando la gente está en contra mío".

Con un control remoto imaginario avanzamos en el tiempo y nos situamos entonces en la burbuja de Orlando. 23 de septiembre de 2020. Los analistas del mundo se preguntan si Herro está haciendo lo que hace porque no hay público presente, y la respuesta es, efectivamente, no. Herro hace lo que hace porque, pese a sus 20 años de edad, está acostumbrado a lidiar contra esta clase de adversidades. No está rehaciendo ningún libreto preestablecido, está tomando una hoja en blanco y está empezando a escribir su historia. La que imaginó cuando observaba las paredes en la universidad de Kentucky que tenía las figuras de DeMarcus Cousins, Devin Booker, Anthony Davis y John Wall. Recuerda, en cada pique, el llanto abrazado a su exigente padre -su primer entrenador en casa- en el pasillo tras perder su último partido de playoffs como senior.

"Siempre le dije a mis jugadores: no te disculpes por la jugada en la que te equivocaste. Tienes que disculparte con tu reacción, con tu actitud, eso es lo que diferencia a un chico de un hombre", señala John Calipari, coach de Kentucky, al recordar la frustración, el trabajo desmedido y el crecimiento de Herro en su construcción como prospecto.

En un halo de concentración infranqueable, Herro se mueve ahora como el capitán hielo: nervios de acero, mano caliente, pasos de gacela. Marcus Smart, defensor top de la NBA, lo observa con incredulidad: es un teorema imposible de descifrar. Herro no camina ni corre: flota. Es una burbuja dentro de la burbuja. Se sumerge en la llave, ejecuta en suspensión, lanza de tres puntos. La red deglute todo lo que el jovencito de Wisconsin le arroja.

"Tyler Herro estuvo ridículo esta noche. El aro debe haberse visto como un océano para él", dijo Brad Stevens, coach de Boston Celtics, luego del encuentro.

Y Stevens tiene razón. Porque Herro acaba de romper todas las marcas para darle a Miami Heat ventaja de 3-1. El departamento de estadísticas de ESPN se relame al hablar de sus 37 puntos: 5° jugador desde 1971 que lo consigue saltando desde el banco en playoffs, segunda mejor marca para un jugador de 20 años o menos en la historia de postemporada (solo detrás de Magic Johnson) y tercera mejor marca para un novato contra los Celtics en playoffs en todos los tiempos (sólo detrás de Wilt Chamberlan, 50 y 42 respectivamente).

"Tiene mucha confianza en sí mismo. Su falta de miedo es rara en situaciones así. Su humildad para el trabajo lo hace un chico muy fácil de dirigir, ha aceptado tener a los veteranos como mentores y continúa elevando su confianza", djio Erik Spoelstra al cierre del juego.

Veamos: Herro anotó 17 puntos en el último cuarto y es el cuarto novato desde 1997 (cuando se empezaron a medir estos datos en NBA) en conseguir algo así. Se une a la lista de Tim Duncan, Kobe Bryant y Daniel Gibson. No solo eso: tuvo 9-11 (82%) en dobles y 5-10 (50%) en triples. Nos cuenta Elias que es el primer jugador de la historia en lanzar 80% en T2 y 50% en T3 en un partido de playoffs, con al menos 20 tiros intentados. Una más y la última: tuvo un porcentaje de tiros de campo real de 78.6%, el máximo de todos los tiempos para un novato, desde que se inventó el reloj de posesión en 1955.

Como buen estudiante, Herro lleva con él un cuaderno rojo en el que toma notas de manera frecuente. "Me ayuda a mantenerme enfocado", le confiesa a AP. "Hoy me sentí increíble. Pero aún tenemos mucho por hacer, estamos liderando".

El camino de Herro ha sido pedregoso y difícil, pero también le ha permitido, en cada situación de adversidad, cambiar la piel para crecer. Él es en sí mismo una lección de confianza y superación. La transformación cabal de crueldad en alegría, de hostigamiento en aplausos, de golpes en caricias. La historia la escriben los que ganan, y Herro es un ganador. Por lo que hizo, pero por sobre todas las cosas por cómo lo afrontó. Caer y levantarse. Soportar los golpes. Volver a empezar. Su éxito, entonces, empieza mucho antes de los 37 puntos de esta noche.

"No me digan lo que puedo y lo que no puedo hacer".

La constelación de estrellas NBA le dan la bienvenida. Y el mundo, que alguna vez le fue esquivo, hoy le sonríe.