En 1983, cuando Eduardo Pérez tenía 13, pasó tanto tiempo en el Veterans Stadium de Filadelfia con su padre, y jugador de Grandes Ligas, Tány Pérez, que él incluso llegó a estar en el camerino de los Filis durante los partidos. Eso ayudó a moldear su carrera futura como ligamayorista, especialmente el día en el que estaba lanzando semillas de girasol en el camerino y accidentalmente golpeó a Pete Rose con una.
Naturalmente, a Rose no le pareció gracioso. "¡¿Que cara... haces?!'', increpó a Pérez.
"Yo estaba aturdido'', recordó Pérez. "Fue mi primer año en el dugout y Pete me dijo, 'Si te vas a sentar aquí durante el partido, tienes que mirar cada lanzamiento y dejarme saber lo que fue'. Yo tenía 13 años y viene él a decirme eso. Así que durante el resto del año durante los partidos, yo estaba sentado en los escalones y estudiando cada lanzamiento. Y entonces Pete me decía, 'Mira lo que el lanzador hace con su guante. Cuando voltea su guante, va a lanzar una curva'".
Dicha lección le ayudó a Pérez a convertirse en un jugador de Grandes Ligas igual que su padre, que está en el Salón de la Fama. Varias décadas más tarde, él recuerda con afecto esos días.
"Si me sacabas del terreno y me alejabas de mi padre... yo no hubiese sabido que hacer", dijo. "Yo no habría llegado a Grandes Ligas. Yo no estaría haciendo lo que hago hoy en dia".
Los niños en los camerinos del béisbol y en los diamantes han sido objeto de debate esta semana cuando Adam LaRoche dejó un contrato de $13 millones para retirarse porque los Medias Blancas dijeron que su hijo de 14 años, Drake, no podía pasar tiempo sin límites en los alrededores del equipo. Al explicar la política del equipo, el vicepresidente ejecutivo de los Medias Blancas Kenny Williams dijo que en las profesiones generalmente no se permite tener a los niños en el lugar de trabajo de sus padres todo el tiempo todos los días - si es que se les permite.
Pérez dijo que entiende el punto de vista de los Medias Blancas pero se alinea con LaRoche. Otros dicen que a los niños se les debe permitir estar con el equipo - estar con su padre que es jugador de Grandes Ligas es importante porque ellos pasan mucho tiempo fuera de casa - pero también entiende que los equipos deben poder establecer reglas de cuándo y cómo.
"Primero que todo, siento que el equipo tiene el derecho de imponer su política sobre los niños en el camerino", dijo el ex jugador de Grandes Ligas Aaron Boone, quien recuerda la "gran bendición" de poder ir frecuentemente al estadio con su padre y jugador de Grandes Ligas, Bob. "Como jugador, eres un empleado. Queda de tu parte vivir y cumplir las normas que establecen las organizaciones".
De igual forma, el coach de pitcheo de los Marineros de Seattle Mel Stottlemyre Jr. disfrutó muchos días en los entrenamientos primaverales y en el Yankee Stadium con su padre, Mel Sr., pero entiende que los tiempos han cambiado, desde los asuntos de seguridad hasta la naturaleza de negocio del deporte.
"El asunto de permitir niños en los camerinos es diferente ahora. Y yo lo entiendo", dijo. "La presión de ganar, de tener a tus jugadores listos - ahora hay tantas distracciones diferentes al intentar poner listos a tus jugadores, yo lo entiendo.
"Todo el mundo tiene sus reglas y estándares diferentes y ven las cosas diferentes y uno tiene que respetar eso. El juego sigue siendo el juego, pero ahora es más negocio. Y uno tiene que hacer lo que los managers quieran y lo que él espera de uno. Ellos son los jefes''.
Las reglas con respecto a la presencia de niños en los camerinos y en el terreno pueden varias. El manager de Oakland Bob Melvin dijo que no tenía problema con la presencia de niños en los camerinos pero no después de que finalicen las prácticas de bateo. El nuevo manager de Seattle Scott Servais dijo que tener a la familia alrededor del jugador es importante pero está de acuerdo con que existan unos límites.
Boone recordó que a él se le permitía correr su triciclo de juguete alrededor del camerino cuando era niño (hoy en día probablemente estaría en un 'hoverboard' mientras observa un videojuego) pero que también tenía que obedecer ciertas reglas de comportamiento.
"Equipos diferentes tienen reglas diferentes, niveles diferentes de indulgencia'', dijo Boone. "En el camerino de los Filis, mi hermano Bret y yo hacíamos muchas cosas. Teníamos nuestros uniformes, compartíamos un casillero, nos escondíamos, nos pasábamos por todo el lugar. Pero con eso llega una responsabilidad de saber cómo comportarse. Uno tenía que saber cómo desaparecer.
"Eso era parte del acuerdo, era casi una regla no escrita, pero que se sabía. Una de las razones por las que Papá nos llevaba al estadio todo el tiempo era que nosotros sabíamos cómo actuar, nosotros sabíamos cómo estar en ese ambiente, en esa situación. Nosotros sabíamos a quién no molestar, dónde no meternos. Y para todos los efectos, el hijo de Adam era tremendo con eso también".
Pérez, quien sigue siendo muy amigo de Ken Griffey Jr. y Pete Rose Jr. desde sus días como chicos en el camerino de los Rojos -- "Para mí somos una fraternidad de hijos de jugadores de Grandes Ligas que crecimos juntos'' - dice que la edad del niño debe tener algo que ver en la política del equipo, que los chicos de 10 años o menos necesitan más restricciones por cuestiones de seguridad. "Una vez entras a tus años de adolescente, es diferente. A uno le encanta tener adolescentes en el terreno'', dijo. "Ellos están en una edad en la que uno quiere tenerlos alrededor de uno''.
El jardinero de Oakland Sam Fuld tiene tres hijos, de 6, 4 y 2 años, y otro más en camino. Él dice que los hijos en el camerino puede ser un asunto complicado, pero piensa que es importante dejarlos entrar.
"Una de las mejores partes de ser un padre dentro del béisbol es poder llevar tus hijos al camerino'', dijo Fuld. "Cuando acaben mis días como jugador y le eche una mirada atrás a mi carrera, esos serán algunos de los momentos que más recordaré, y espero poderle dar a mis hijos algunas buenas memorias de su padre como jugador y no como un vago viejo y acabado''.
Y quizás ellos terminen convirtiéndose en jugadores de Grandes Ligas, como lo hizo el mismo LaRoche luego de estar con su padre de Grandes Ligas, Dave. Y quizás así también lo haga su hijo, Drake.
O quizás Drake convenza a su padre de quedarse con los Medias Blancas y entonces darle a él su salario de $13 millones. Como dijo Boone en broma, Drake podría decirle a su padre, "Yo me quedo en casa y pon el dinero en mi cuenta de banco''.