Tal parece que el lado de Correa pretende conseguir una cifra que supere los $300 millones de dólares, pero la gran incógnita es su salud.
No hay duda, mis amigos, que los Astros han arrancado muy bien con marca de 5-1 en sus primeros seis juegos. Pero la gran pregunta que hoy recorre los pasillos del Minute Maid Park no tiene nada que ver con repeticiones, botes de basura o teorías de conspiración de aparatos electrónicos para robar señas. Toda la atención está en Carlos Correa.
Mientras Francisco Lindor firmaba un jugoso contrato de $341 millones por 10 años con los Mets, Correa y su agente se frotaban las manos esperando una respuesta de la oficina de los Astros, que aunque jamás va a complacerle totalmente por naturaleza del negocio, al menos podría darle una idea de cuánto realmente le aprecia el dueño del equipo o su bolsillo. La estrategia de “no hablo de contrato durante la temporada, si comienza la temporada y no llegamos a un acuerdo, hablaremos sólo al final”, puede ser muy beneficiosa, pero también contraproducente.
Unos días antes de la temporada, se reportó que los Astros ofrecieron $120 millones por seis años y $125 millones por cinco años. El equipo personal de Correa dijo: “No estamos ni cerca de eso”.
Tal parece que el lado de Correa pretende conseguir una cifra que supere los $300 millones de dólares. “Si Lindor los vale, yo los valgo, o incluso más que eso”, es la premisa. Carlos Correa está en su séptima temporada en Grandes Ligas donde promedia .276, ha conectado 101 jonrones, alcanzó esta semana las 400 remolcadas y su WAR acumulado es de 26.9. Desde 2015, de hecho, el WAR de Correa es el más alto entre campo cortos de las Grandes Ligas superando a Lindor, incluso superando a su compatriota en 2 puntos o victorias sobre el reemplazo en este promedio por cada 162 juegos.
Es un líder de los Astros. El hombre que a pesar de que no ha sido MVP y apenas tiene una invitación al Juego de Estrellas, ya han pasado 6 años desde que ganó el premio al Novato del Año y fue una parte importante en el título de los Astros en 2017. Para que se den una idea, solo Mookie Betts y Mike Trout superan en las Grandes Ligas el WAR de Carlos Correa desde 2015.
Pero la gran incógnita es su salud. Hablamos del mismo pelotero que jamás ha jugado más de 153 juegos.
Uno como jugador puede ser Babe Ruth cuando estamos sanos, pero cuando estamos atravesando un problema de salud, somos peores que el amigo que traen al softbol los domingos que jamás ha agarrado un bate. Es simple, sin salud no se puede.
Este es el gran dilema de los Astros, quienes aprecian seguramente los aportes del primer boricua en la historia seleccionado primero en el draft y que es una figura insigne de la franquicia y la comunidad, pero que en la parte del negocio se debe ser realistas y no se puede dar un contrato como el de Mike Trout a un pelotero que no tiene la salud de Mike Trout.
Carlos Correa ha jugado en promedio 87 juegos por temporada (de 162) y Trout suma 114.
No es lo que usted pueda hacer en el terreno, es la consistencia con la que lo va a hacer. De nada vale para un equipo comprometerse con un contrato a largo plazo, cuando las dudas por cuánto tiempo pueda el pelotero aportar, están presentes. Así es que las estimaciones de los Astros de lo que podría valer Correa en base a sus historia de lesiones, desafortunadamente en este momento, o afortunadamente, es un rango alrededor de los $150 millones por 5-7 años.
Por el lado de Correa, no hacerle swing a ese pitcheo es un riesgo muy grande por su mismo historial. Pero a sus 26 años toma el riesgo de poder tener una campaña de calibre MVP y elevar su valor para los Astros o para otro equipo que seguramente más de uno quiere contar con la calidad de este fenómeno boricua.
Mientras tanto, los Astros aprovechan esa energía en el terreno, y el producto de ese dilema es un Correa encendido y con los motores a todo para iniciar la campaña. Esperemos a ver cuánto dura la gasolina.