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Los fanáticos de los Oakland A's no se rinden

LOS OAKLAND ATHLETICS Y SEATTLE MARINERS juegan un partido de béisbol en una noche de martes en Oakland, y cuesta describir tanto silencio. Quizás hay 1,000 personas presentes en las tribunas para el primer pitcheo. Muy pocas tienen energía o disposición para hacer ruido alguno. El equipo es el peor de todo el béisbol, el estadio es la peor instalación de todo el deporte profesional y el dueño del equipo está a dos semanas de firmar un contrato para adquirir tierras (que cancelará antes de firmar otro), con la aspiración de que le permita llevar el equipo a Las Vegas. Está lloviendo y los Warriors juegan contra los Lakers del otro lado de la bahía. El silencio es un rugido aplastante por sí solo.

El slogan publicitario “Con raíces en Oakland” sigue esparcido dentro y fuera del parque de pelota y en este momento solo puede ser considerado como un sarcasmo o un chiste cruel. El equipo ha pasado los últimos años haciendo absolutamente nada para alentar a los aficionados a que asistan a sus partidos, y esa escasa asistencia ha sido utilizada por la organización como arma para justificar sus esfuerzos de reubicación. Los precios de la boletería aumentan, mientras que la nómina del equipo, que por amplio margen es la más baja de todo el béisbol, ha sido reducida a migajas.

John Fisher, dueño de los Athletics y heredero de la fortuna de la cadena de tiendas de ropa The Gap, ha firmado un acuerdo para adquirir terrenos en Las Vegas con la intención de construir lo que será un estadio de béisbol con techo retráctil, financiado con recursos privados por $1,500 millones. Sin embargo, la organización solicita cerca de $400 millones en dinero pagado por los contribuyentes (para un equipo y grupo de propietarios que la ciudad nunca pidió y no está segura de sus deseos de adoptarlos) antes de concretar el segundo contrato de compra de terrenos en Nevada, que requerirá la demolición del hotel Tropicana Las Vegas. Con Rob Manfred dando el visto bueno de Major League Baseball, los A’s ya no parecen seguir interesados en la opción de Oakland: un fantástico proyecto inmobiliario valorado en $12.000 millones (que incluiría viviendas, tiendas, un hotel y el estadio) que habría incluido cientos de millones de financiamiento público para facilitar la construcción de un estadio de béisbol con financiamiento privado (ahí está ese término otra vez) superior a $1.000 millones. Se trata de una saga que se merece su propio capítulo en un libro de texto sobre el capitalismo en tiempos recientes.

Una encuesta conducida por el sitio web de noticias Nevada Independent muestra que el 41% de los sondeados apoyan la asistencia pública para el proyecto, con 38% de oposición. La compra de terrenos a Bally’s Corporation fue anunciada el pasado lunes, pero Fisher y Dave Kabal, presidente del equipo y promotor del proyecto, se enfrentan a un plazo muy corto para presentar la legislación sobre la propuesta de financiamiento público ante la legislatura del estado de Nevada antes de terminar su periodo de sesiones el próximo 5 de junio.

Jorge León, residente de Oakland durante toda su vida y presidente de los Oakland 68s, grupo de fanáticos que defiende todo lo relacionado con Oakland, afirma: “La rica historia del béisbol en Oakland depende de un egoísta gerente de fondos fiduciarios que no tiene idea de cómo funciona esta comunidad. (Kaval, vocero del grupo de propietarios de la organización, declinó comentar al respecto).

El RingCentral Coliseum es un enorme tazón de concreto. Es el último de los estadios multiusos construidos en las décadas de 1960 y 1970. Podría describirse piadosamente como un recuerdo de antaño; o siendo realistas, como una reliquia. Después de una serie de remodelaciones que coincidieron con la llegada de Kaval a la presidencia del equipo en 2016, los A’s no han hecho mucho para mejorar la experiencia del fanático. Instalaron mesas en algunas secciones y las rebautizaron como suites. Sin embargo, en las noches lluviosas los empleados de los puestos de venta que trabajan debajo de los asientos del Diamond Level directamente detrás del plato se ven obligados a bailar alrededor de un flujo constante de agua de lluvia (y todo lo que sea arrastrado por ella) que cae en cascada sobre su lugar de trabajo. Parece que el camino a Las Vegas está pavimentado con inmundicias.

La continua decadencia favorece a los propietarios. ¿Se acuerdan de las aguas residuales que inundaron el dugout del equipo local hace 10 años? Pues bien, la versión de este año es la zarigüeya que pernocta en la cabina de televisión del equipo visitante, un problema solucionable que les funciona mejor si se mantiene sin resolver. Vaya desastre. ¿Quién no querría irse?

Ha habido tantos cambios de nombre que aparentemente el Departamento de Transporte del Estado de California ha tirado la toalla. Ha sido el McAfee, Overstock, O.co y ahora el RingCentral. Sin embargo, las señales de salida que cuelgan sobre la Interestatal 880 sigue llamándolo O.co y todos los seres humanos, con la excepción de los anunciadores obligados contractualmente, lo siguen llamando Coliseum.

La señal de la estación de radio matriz de su circuito, afiliada a la cadena Bloomberg, se desvanece en estática a unos 56 kilómetros de distancia del estadio en una noche despejada, y la distancia se hace menor durante el día. Solo un reportero, corresponsal de MLB.com, viaja con el equipo y únicamente para la mitad de sus giras. La transmisión televisiva del equipo fue noticia recientemente, porque su narrador Glen Kuiper fue suspendido cuando se le entendió referirse al Museo del Béisbol de las Ligas Negras con un epíteto racista.

Mientras los A’s toman la práctica de bateo y el manager Mark Kotsay conversa con un pequeño grupo de periodistas en el dugout, los presentadores del programa de YouTube “A’s Cast” hacen su emisión en directo desde una mesa plegable ubicada en la amplia zona de foul cerca de la tercera base. El anfitrión, con tono optimista y profesional, presentaba varias repeticiones de momentos decisivos de la victoria más reciente de los A’s, que elevó el récord del equipo a 6-29. Los Athletics llegan a este partido de la noche del martes, el primero de una serie de tres cotejos contra los Mariners, con diferencial de carreras de -117 que (alerta de spoiler) habrá empeorado para el final de la noche. Sigo la transmisión de “A’s Cast” 90 minutos antes del primer pitcheo y veo cómo la cifra de audiencia aumenta de 25 visualizaciones a 26.

Kotsay parece decidido a desafiar a su entorno llenándolo de optimismo, de la misma forma en la que un hotel de lujo tiene un aroma característico. Un reportero le pregunta cómo pasó su día libre (parece que el tema de estas reuniones es cualquier cosa menos béisbol) y Kotsay responde hablando sobre trabajar en el jardín, limpiar su cocina al aire libre, lavar su F-250 para que lloviera horas después. En estos lugares, el simbolismo es una mandarria. Al observar que el novato de Seattle Bryce Miller hace su primera apertura en Grandes Ligas contra Mason Miller, que hace su tercera, Kotsay pregunta: “¿Crees que podríamos conseguir que [la cerveza] Miller patrocine este partido?”

No es habitual oír el soplar de las hojas durante las prácticas de bateo en un estadio de Grandes Ligas, pero ese es el caso aquí. Ochenta minutos antes del primer pitcheo, cuando la mayoría de los parques de pelota se llenan de aficionados congregándose alrededor de los dugouts en busca de pelotas y autógrafos, el equipo de mantenimiento del estadio soplaba agua desde las tribunas hacia las explanadas.

Veinte minutos antes de iniciarse el encuentro, había siete personas presentes en la Sección 122, al nivel de la caja del coach de tercera base. Conté seiscientos dieciséis asientos y siete seres humanos. Un grupo con acceso al terreno antes del juego se congregó detrás del plato y uno de ellos, un hombre de cabellera gris vestido con una camiseta personalizada de los A’s, se tumbó sobre la hierba con su cabeza apoyada con la mano para tomarse una foto junto al logotipo del Rickey Henderson Field.

Entonces, este es el comienzo del largo, doloroso y discreto final. A estas alturas es obvio, si no lo era antes, que la única forma apropiada de captar la aplastante desolación de esta escena es desde un asiento en las gradas del jardín derecho.


Sacan las sábanas de la bolsa de lona y las adhieren a lo largo de la pared del jardín derecho a 15 minutos del primer pitcheo. Versiones distintas del mismo mensaje: #FueraFisher / VENDAN VENDAN VENDAN / Kaval = Mentiroso / la palabra “Gap” dentro de un círculo y tachada con una línea.

La protesta es liderada por León y los Oakland 68s, el grupo responsable por entre otras cosas, el incesante redoble de los tambores que golpean desde las gradas del jardín derecho durante todos los innings de todos los partidos de los A’s en casa. León, líder de los 68s, afirma: “Hemos sido una valla publicitaria andante para los A’s”.

La noticia de la adquisición de terrenos en Las Vegas planeada por el grupo Fisher ha cambiado ese espíritu. El cambio más evidente es el silencio de los tambores desde que se oficializara el anuncio, una protesta silenciosa que León califica de “nuestra forma de demostrar cómo sería en Las Vegas sin nosotros”. El contrato de arrendamiento de los A’s sobre el estadio se vencerá la próxima temporada y el estadio con techo retráctil en Las Vegas, valorado en $1,500 millones, no podría estar listo antes de 2027. Esto significa que toda esta desolación (decadencia, ira y una multitud anunciada de poco más de 2,500 asistentes) podría ser el inicio de una despedida de casi cuatro años. “Si resulta que se marchan”, indica León, “y hay algo más que una pala en los terrenos en Las Vegas, pueden hacer las maletas. No hay razón para tener a tu exnovia dando vueltas”.

La única vez en la cual los 68s recibieron una reprimenda por parte de la gerencia de los A’s fue cuando excedieron los límites de tamaño al colgar una gigantesca pancarta con la consigna DEJEN DE CULPARNOS sobre la pizarra del jardín derecho. Se adaptaron: la retiraron del muro, pero la sostuvieron entre innings.

(Las pancartas tuvieron su momento de fama cuando fueron removidas digitalmente de un video de la aplicación MLB At Bat cuando el novato de Oakland Ryan Noda conectó un cuadrangular que voló sobre las pancartas para caer sobre las gradas).

“Mi forma de protestar es venir acá y ser una molestia para ellos”, afirma León, que trabaja para una empresa de consultoría ambiental con sede en Oakland. “Estoy aquí para ser fastidioso y recordarles la historia. Quiero que el grupo de propietarios piense: ‘Saquen a este tipo de aquí. Me molesta’”.

Con un gorro de lana y gafas de montura de alambre, León comienza a recitar con el primer pitcheo. “¡Fisher apesta!” es seguido por los cánticos de “Vendan el equipo” y “Quédense en Oakland”. Dos bateadores después, quizás percibiendo que su negatividad permeaba el ambiente, León grita: “¡Apoyamos a los peloteros!” y comienza un recorrido frente a las bases.

“¡Ryan Noda es una leyenda!”, grita. Y Noda, primera base novato, baja la cabeza y patea la tierra, haciéndose el sordo.

“¡Tony Kemp es un maravilloso ser humano!” Kemp se gira de su posición en la segunda base para hacer una rápida reverencia.

“¡Bienvenido de nuevo, Nick Allen!”

Allen, que fuera ascendido de Ligas Menores el día anterior, se quita la gorra desde el campocorto.

Los once presentes en las Secciones 148, 149 y 150 requerimos de un momento para absorber lo que acaba de ocurrir: Un hombre ubicado en las gradas del jardín derecho, probablemente a 61 metros de distancia y 15 metros por encima del infield, se comunicó de forma efectiva con los peloteros en el terreno entre lanzamientos.

Al darse cuenta de que tiene una audiencia y ansioso de probar nuevo material, León rodea su boca con las manos y grita: “¡Ya vi Ted Lasso hasta el final!”. Alguien cerca murmulla: “No la arruines”.

En la primera fila, un hombre con barba viste la camiseta de Ryan Buchter y una dama tiene una sudadera con la frase “Creo en Stephen Vogt”. El hombre con la camiseta de Buchter mira su teléfono y grita: “¡Fisher está en el partido de los Warriors!” Nina Thorsen, que labora como productora en la estación radial de servicio público de la localidad, está sentada en la tercera fila con una camiseta estampada con la palabra “VENDAN” y golpea el asiento frente a ella con unas baquetas. Cuenta que su asiento, cuyo abono de temporada costaba $900 en 2019, le costó $2,000 este año. La esposa de León y sus dos hijos (2 y 4 años) están sentados unos asientos a la izquierda. León empieza a corear “Vendan el equipo” y Dennis Biles, cuya voz profunda y creatividad complementan a la de León, ayuda a llevar el coro a las regiones más profundas del estadio.

Cuando el cántico se apaga, León grita: “No compren en Gap… ni en Old Navy… ni en Banana Republic”. Expresa su disgusto con Manfred. Cada palabra es como un aullido en una cueva, las ondas sonoras aumentan su volumen e intensidad mientras rebotan, llenando todas las grietas. Sus amigos envían mensajes de texto para informarles que la transmisión televisiva capta todas sus palabras, alto y claro.

"No olviden a Kaval", dice el tipo de la camiseta de Buchter sobre el presidente del equipo, quien acuñó la frase "Enraizado en Oakland" solo para convertirse en el principal objetivo de la ira de los fanáticos. Pronunció las famosas palabras "caminos paralelos" --famosas, al menos, por estos lugares-- en referencia al supuesto interés del equipo en Oakland y Las Vegas. Una vez se metió en una guerra de Twitter contra un anónimo digital y respondió "OK boomer" en la misma plataforma cuando el columnista del San Francisco Chronicle Bruce Jenkins se atrevió a cuestionar la estrategia ahora abandonada del equipo de transmitir las transmisiones de radio del equipo exclusivamente en línea. Y así, solo para asegurarse de que la bilis se distribuya por igual, León grita: "Dave Kaval es una serpiente" antes de volver a sus cánticos, ahora sin la batería:

Quédate en Oakland

Odiamos a Fisher

Vendan el equipo

Vogt está en la ciudad como entrenador del bullpen de los Mariners, y es lo más cercano a la realeza que hay en la Sección 149. "Creemos en Stephen Vogt" fue un mantra que comenzó con el redoble de las gradas del jardín derecho y viajó a través del estadio durante las cuatro temporadas y media de Vogt como receptor en Oakland. Antes del partido, se le preguntó a Vogt qué pensaba sobre la creciente posibilidad de que el equipo se fuera. "Me despertó muchas emociones", dijo. "Quiero decir, son los Oakland Athletics. Es solo un día triste". Sentado en el bullpen de los Mariners, probablemente esté a 150 pies de distancia y 50 pies debajo de nosotros, y León grita: "Oye, Vogt, compra nuestro equipo". Vogt se ríe y se quita la gorra, y en este punto vale la pena señalar que se está llevando a cabo un juego de béisbol en medio de todas estas conversaciones separadas a larga distancia. Envalentonado por la respuesta de Vogt, León grita: "Tú y [el ex A’s Josh] Reddick se juntan y hacen que suceda". A estas alturas, todo el bullpen de los Mariners está involucrado en esta conversación. Se están riendo y empujando a Vogt mientras baja la cabeza. Incluso desde aquí, puedes ver sus hombros temblando.

León mira el marcador y dice: "Tal vez ganemos el 50-50 esta noche y compremos el equipo". Thorsen se ríe y dice: "Oye, ya son $270".

De las 11 personas sentadas en las cuatro secciones de las gradas del jardín derecho, tres no son habituales: yo y dos muchachos sentados en la primera fila, tres o cuatro filas frente a León y directamente detrás de un letrero que dice "Kaval = Mentiroso" en la barandilla frente a ellos. Su ropa es neutral, y no parecen conocer a nadie, pero se están ocupando de sus propios asuntos, ver el juego así es perfectamente normal. Cuando León está en silencio, puedes escuchar a los muchachos descascarando sus maníes desde tres secciones de distancia.

"¿Están bien?" pregunta León. Se giran y asienten. Uno de ellos levanta el pulgar y León dice: "Porque estaré haciendo esto toda la noche".


Imagínese trabajar por algo toda su vida, con el objetivo imposible de estar entre las mejores 780 personas en todo el mundo en lo que hace, y finalmente lograrlo solo para descubrir que tiene lugar aquí, donde la voz de un hombre desencantado en lugares lejanos del estadio se repiten en tu cabeza.

"Echo de menos a los bateristas", dice Kemp. "Puedes escucharlo en todas partes, claro como el día. Nunca he experimentado eso en un parque de grandes ligas, nunca... Ni siquiera estoy enojado con él. Solo sigo tratando de reiterarles a todos que estás en las grandes ligas y no dejes que las circunstancias externas afecten tu juego. Sigues siendo un jugador de las grandes ligas, aunque la situación a tu alrededor no sea como esperas que sean las grandes ligas".

Cuando empiezo a contar la interacción de León con Vogt, un excompañero de equipo, Kemp me detiene y dice: "Oh, lo sé. Escuché cada palabra".

Para la mayoría de los jugadores, y no pueden decir esto, el mejor resultado es jugar lo suficientemente bien como para valer algo en un intercambio. Matt Chapman, Matt Olson, Sean Murphy: todos alcanzaron el estrellato con los Athletics y fueron canjeados antes de que venciera la factura. "Tuvimos algunos buenos jugadores, pero así son las cosas", dijo Chapman, tercera base de Toronto, a SportsNet Canada. "Todos sabíamos que no íbamos a estar allí a largo plazo".

En este contexto, Mason Miller lanzó el juego de su vida, lanzando siete entradas sin hits antes de ser sacado debido a su conteo de lanzamientos. Después de su último out, Miller, de 6 pies y 5 pulgadas, saltó del montículo como un oso, agitando los brazos y gritando al cielo. Por una vez, León no era la voz más fuerte de la casa.

"No hablaré por todos", dice Miller, "pero he jugado muchos juegos en ese entorno, viniendo de D-III. No estábamos jugando frente a muchas multitudes".

En términos generales, no es una buena señal cuando su preciado prospecto recuerda sus días en la Universidad de Waynesburg en la Conferencia Atlética del Presidente para encontrar la comparación correcta para un entorno de grandes ligas.

Cuando subió al montículo en la segunda entrada, Miller bajó el volumen del parlante PitchCom en su gorra al nivel más bajo porque temía que los bateadores pudieran escuchar lo que venía. "Estoy bastante seguro de que no pueden", dice Miller, "pero lo bajé para asegurarme".

Miller salió del juego ganando 1-0, y unos 20 minutos después los Mariners se daban la mano después de una victoria de 2-1. Lamentablemente para los Athletics, probablemente fue uno de los mejores momentos de la temporada. Los lanzadores abridores de Oakland establecieron un récord de más juegos sin ganar para comenzar una temporada, con 32. A lo largo de 43 juegos, y 34 derrotas, el cuerpo de lanzadores tuvo una efectividad de 7.21, 1.71 carreras por juego más que el segundo peor, los White Sox. Su diferencial de carreras a lo largo de 43 juegos fue un asombroso -160. Han perdido en una multitud de formas espantosas, incluida una ante los Reds cuando un rodado lento hacia primera en la novena entrada golpeó la base y se transformó en un doble de dos carreras. Y, ahora, esto: un novato que hace su tercera apertura en las Grandes Ligas lanza siete entradas sin hits y el bullpen lo estropea.

El día después de la salida estelar de Miller, y aproximadamente una semana antes de que Miller ingresara en la lista de lesionados con el temido diagnóstico de "tensión en el antebrazo", se le preguntó a Kotsay cómo lo estaba enfrentando. La pregunta estaba teñida con el entendimiento de que perder juegos a un ritmo histórico es todo lo que cualquiera puede esperar de este roster y esta nómina, y por una vez se podía ver el optimismo desaparecer del rostro de Kotsay. Si esta mirada tuviera un olor, habría sido repugnante. Pensó por un momento y dijo: "Estuve sentado en mi oficina mucho tiempo anoche, con mi uniforme puesto. Siempre he dicho que hoy es un nuevo día, y hemos tratado de mantenernos positivos en medio de muchas distracciones".

También están tratando de mantenerse positivos en la Sección 149. "No es un trato hecho", dice Thorsen. "Hemos visto este acto antes". Han leído los informes de que Fisher está teniendo problemas para encontrar fondos para su empresa en Las Vegas, lo que provocó un debate sobre si debiera ser descrito como "el tipo más rico en bancarrota" o "el tipo en bancarrota más rico". Escuchan rumores de que el propietario de los Warriors, Joe Lacob, podría entrar y comprar el equipo. "Sería perfecto", dice León. "Él puede decir: 'Lo siento, moví a los Warriors, pero me quedé con los Athletics'. Sería una leyenda".

Este momento, sin embargo, se siente bastante diferente, más como el comienzo de una marcha tranquila y deprimente hacia una conclusión inevitable. Si el béisbol tiene algún papel en el apocalipsis, se verá así: tal vez mil personas esparcidas por un enorme edificio, la lluvia cayendo constantemente y un hombre gritando en la noche, sus palabras resonando en miles de toneladas de concreto.