LOS ÁNGELES -- Mientras los torneos más importantes del mundo deciden poner a salvo a sus dos activos más importantes (protagonistas y afición), la Liga MX y la FMF no defraudan: se equivocan, muy a su estilo.
Mientras NBA, MLS, MLB, Concacaf, UEFA, Conmebol, y contando, clausuran sus estadios, apagan las luces, y montan sus trincheras de contingencia financiera, el futbol mexicano mantiene los estadios abiertos, las cámaras montadas, la pelota rodando y el VAR prostituyendo.
La Liga MX asegura estar en estado de alerta, con el ojo avizor, dispuesto a medidas de emergencia. Pero, implementa procedimientos timoratos ante el riesgo evidente de una pandemia.
Queda claro, en los escritorios del futbol mexicano es mejor lamentar que prevenir. Al final, los lamentos serán siempre ajenos.
Restringe, la corte de sabios encabezada por Enrique Bonilla, el protocolo de saludos de mano y abrazo antes de los partidos, mientras todos realizan el ceremonial del tan mentado “siente tu Liga”.
Claro, después de ese ritual, ya los jugadores son libres de abrazarse y apacharse, haciendo homenaje a su eventual amistad y compañerismo. Es decir, la Liga MX es muy clara: “Si te contaminas que no sea en mi show”.
Seguramente, Enrique Bonilla y sus allegados se dedican más a las liviandades, privilegios y canonjías del puesto, y desde los palcos de honor, cuando van a los estadios, no detectan la impactante proliferación –e intercambio– de fluidos durante un juego de futbol.
Más allá de los siempre tibios, misteriosos y sospechosos líquidos que se arrojan desde la tribuna en cada partido, ese roce que no quieren ver educadamente los hombres sabios y siempre inteligentes de la FMF, ocurre con intensidad a lo largo de los noventa y tantos minutos de juego.
Tal vez desde esas poltronas desde donde suelen seguir el futbol los susodichos, no alcanzan a distinguir que todos los fluidos capaces de expelerse pública y púdicamente por parte de un futbolista concurren en una cancha de futbol.
En un partido, y con el contacto físico constante, consistente, fluyen, unos de manera más generosa que otros, sudor, saliva, lágrimas, sangre y otras mucosidades, y todo esto ocurre, generalmente, de manera inconsciente, imperceptible e involuntaria, pero que, inevitablemente entran dentro de la circunscripción de posibilidades de contaminación y/o contagio, en este caso, del coronavirus.
Curiosamente, este fin de semana, en la Ciudad de México, bajo su deliciosa e imbatible nata de contaminación, se disputa el América contra Cruz Azul, que, seguramente, llevará a varios miles de aficionados a darse cita para el partido más prometedor e intenso de la jornada.
Y más allá de esa intensidad propia de un juego de futbol, habrá que esperar el apasionamiento propio de una rivalidad filtrada de manera insana a través de los años y habrá que agregar la rabia a cada roce entre jugadores en cada disputa del balón.
Ojo, pues, despedácense las entrañas en la disputa de un balón, pero no se saluden de mano, porque la medida más poderosa, enérgica, visionaria, atrevida, audaz, ejemplar, progresista, futurista para proteger a protagonistas y afición, la ha dado la Liga MX.
Confirmando pues su ADN, la Liga Muy Equis, con decisiones muy equis, ante un problema mundial…