Si los números mandan, no pueden nunca reflejar sensaciones como la angustia, la victoria, el sufrimiento o la derrota. Pero dejan marcas que difícilmente se puedan discutir.
La pelea entre Óscar de la Hoya y Floyd Mayweather generó una gran expectativa. Tanto, que se convirtió, en su momento, en un récord. De recaudación en el estadio: se agotaron las localidades a las tres horas de ser puestas en venta. Y se recaudaron 18.419.200 dólares, superando a Lewis-Holyfield con 16.860.300. En el pay per view se anotaron 2.450.000 abonos, logrando la suma de 136.853.700 millones, otro récord. En total la pelea generó 165 millones de dólares –el número más alto hasta ese momento- de los cuales Óscar, que exponía su corona super welter del WBC, se llevó 52 millones y Floyd 25.
Tal vez el fenómeno que generó semejante choque, fue más que la pelea. Que, aunque tuvo un alto nivel técnico y tuvo un fallo bastante ajustado, careció de grandes emociones. De la Hoya –que terminó siendo el favorito en las apuestas y en el apoyo del público, que llenó el MGM Grand de Las Vegas- le puso mucho ritmo al comienzo, mandando en las acciones.
Durante el tiempo previo se puso énfasis en que Óscar cambió de técnico, ya que decidió no trabajar con Floyd Mayweather Senior. Una de las causas, según Oscar, era casi lógica. ¿Cómo podía entrenarlo el padre de su oponente? Finalmente se eligió a Freddie Roach, quien se llevó 1.300.000 por su trabajo. Mayweather se quejó de haber recibido una oferta de sólo 500.000.
Óscar había hecho solamente una pelea en los últimos 20 meses: un triunfo por nocaut sobre Ricardo Mayorga, el 5 de mayo de 2006. Una fecha, la del 5 de mayo, que se convirtió en emblemática para el público mexicano, que rememora la Batalla de Puebla contra los franceses en 1862. De hecho y a partir de esa fecha, fue Mayweather quien se “apropió” de ella, efectuando grandes peleas como las que libró ante Manny Pacquiao o Marcos Maidana. Y, como no podía ser de otra manera, también se lució en esos días Saúl Canelo Alvarez no solamente en Las Vegas, sino también en Houston.
A su vez, Floyd venía con un triunfo sobre el argentino Carlos Baldomir el 4 de noviembre de 2006: esa noche se aseguró una cómoda victoria por puntos, a pesar de los abucheos por su estilo displicente y sin emociones. Óscar, a los 34, subió con 38 ganadas (30 antes del límite) y 4 derrotas (ante Tito Trinidad, dos veces frente a Mosley y con Bernard Hopkins). Floyd, tenía 30 años y subió con 37 peleas, todas ganadas, 34 por la vía categórica. Esa noche ganó la quinta corona mundial.
Una de las especulaciones era que Óscar iba a cansarse en los rounds finales y algo de eso ocurrió. Luciendo un gran repertorio defensivo, como siempre, Floyd se dedicó a esquivar los golpes del hasta entonces campeón y a meter sus contragolpes, pero en los últimos asaltos se mostró más agresivo. Daba la sensación final de que, pese a su esfuerzo, Óscar no había logrado superar al desafiante. Tal vez porque como es habitual en Floyd, trabajar en defensa sobre los errores del rival brinda mejores beneficios.
El fallo no fue unánime, y sí abucheado por la mayoría, que como quedó dicho, fue a apoyar a Óscar. Jerry Roth le dio 115-113, mientras que los otros dos jueces se volcaron por Mayweather: Chuck Giampa votó 116-112 y Tom Kaczmarek terminó con 115-113. Uno de los temas de discusión fue que Roth fue el único en darle el último asalto a Mayweather, o sea que si hubiese votado como sus colegas, otorgándole el round a Óscar, la pelea hubiese sido empate. Pero el “hubiera” no existe en el boxeo ni en la vida.
Y ganó Floyd, lanzándose así como la gran estrella que continuó siendo y generando luego tres mega peleas: ante Manny Pacquiao se generaron 600 millones de dólares, frente a McGregor se lograron 500 millones y, cuando venció a Canelo Alvarez, se sumaron más de 150 millones de dólares.
De la Hoya, a su vez, fue en ese momento el boxeador que más dinero generó en el pay-per-view con 712 millones de dólares, superando los 545 producidos por Mike Tyson. La transmisión llegó a 176 países. Aquella noche también peleó un argentino, Sergio Manuel Medina, quien perdió por puntos en 12 asaltos con el filipino Rey Bautista, en una eliminatoria de la OMB en super gallo. Y la noche anterior, otro argentino, Lucas Matthysse noqueó en un asalto al dominicano Ramón Durán, en uno de los salones del MGM.
Tanto Óscar como el propio Mayweather Sr no estuvieron satisfechos con el fallo: “Yo hice mucho más esfuerzos y tiré más golpes que Floyd”, fue lo que dijo Oscar. “Además, Roach cometió el error de haberme entrenado para pelear en línea recta ante un boxeador elusivo como Floyd”. El ganador elogió a su rival, y agregó: “Fue una obra maestra del boxeo que sirvió para confirmar que soy el mejor boxeador de los últimos años”.
Según CompuBox, De la Hoya conectó el 21% de sus golpes (122 contra 587 lanzados) mientras que Floyd pegó el 43%, con 207 conectados de 481 tirados. Números y más números... la apreciación quedó en manos de la gente del boxeo.
Esteban Livera, sobrino del promotor Tito Lectoure y, en ese tiempo, encargado del boxeo del Luna Park, no se perdió la pelea. “Fui para verlo a Oscar pero no se puede discutir el talento de Floyd y siento que se merecía la victoria”. Víctor Cota, histórico periodista e historiador mexicano, se inclinó por Oscar, mientras que su compatriota José Luis Camarillo vio ganador a Floyd. Este periodista sintió que todo el esfuerzo de Oscar de los primeros asaltos se diluyó cuando Mayweather comenzó a trabajar en firme, mereciendo la victoria por puntos. Fue un combate de alta técnica, aunque tal vez no quede en los anales y las retinas de los aficionados. La prestigiosa revista The Ring la consideró “La pelea del año”.
Fue la noche en la que Mayweather despegó como estrella total, tras vencer a quien supo ser el rey de Las Vegas, pero que no pudo tampoco contra el Padre Tiempo. Ganó Mayweather, pero no enamoró a un público sediento de más acción.
Como suele decirse, así era Floyd. Tómelo o déjelo.