Durante la década de 1970, la Fórmula 1 visitaba Estados Unidos en el circuito de Watkins Glen y en Long Beach. Para 1980, la competencia en el estado de Nueva York pendía de un fino hilo por cuestiones económicas. Fue entonces cuando Bernie Ecclestone, quien por entonces era propietario del equipo Brabham, comenzaba a tener injerencia en los altos mandos de la categoría. Y fue el inglés el que fogoneó la posibilidad de correr en Las Vegas, con un problema: no había circuito. El inconveniente, para nada menor, se enmendó con el trazado diseñado dentro del estacionamiento del hotel Caesars Palace. Y allí se disputó la última fecha de la temporada 1981. Y si un nombre quedó marcado para siempre en aquella carrera fue el de Carlos Reutemann.
El piloto argentino llegó a la cita en Nevada con un punto de ventaja sobre Nelson Piquet, en la lucha por el título. Sin embargo, y a pesar de haber conseguido la pole position, la caja de cambios de su Williams FW07 comenzó a fallar ya en la segunda vuelta de la carrera y todo comenzó a complicarse. Ya en el giro inicial, perdería la posición con Alan Jones, Gilles Villeneuve y Alain Prost. En la segunda vuelta había caído un lugar más y en la tercera, giraba séptimo, justo por delante de Piquet. Logró mantener al carioca detrás como pudo, hasta que en la ronda 18, perdió el puesto y, así, se iba el Mundial. Lole finalizaría octavo, sin sumar (en aquella temporada solo anotaban los seis primeros) y Piquet, con el quinto puesto logrado con el Brabham, y a pesar de sus problemas físicos que sufrió en todo el fin de semana, fue quinto y ganó la corona con una unidad de ventaja sobre el argentino.
La decepción de Reutemann era enorme. Sin embargo, la tristeza no era compartida por los integrantes del equipo de Grove, que celebraban enloquecidos el triunfo de Jones, quien había sido campeón en 1980. Poco parecía importarles que el argentino, que corría para la misma escudería, se había quedado sin corona, que la caja de cambios del FW07 había fallado rápidamente en carrera por un extraño pedazo de metal olvidado que rompió los engranajes y complicaba poner segunda, tercera y cuarta. Así fue imposible. "La caja de Reutemann está intacta. Lo que le pasó a Carlos fue fatiga física”, disparó Patrick Head, histórico ladero de Frank Williams. Pero no había inconvenientes en el cuerpo del Lole, la caja estaba mal. Pero los mecánicos estaban felices por Jones… Todo esto tiene una explicación.
Casi siete meses antes de la competencia en Las Vegas, se disputó el GP de Brasil, anotado como la segunda cita. Bajo la lluvia en el autódromo de Jacarepaguá, Reutemann daba cátedra y lideraba por delante de Jones, su compañero. Desde el paredón de boxes, llegó el cartel que con los años cobró fama: Jones-Ruet. Era la clara orden de equipo para cambiar las posiciones. El argentino no obedeció y ganó la competencia. Allí, todo se rompió. En una entrevista con la revista CORSA, en 2009, Frank Williams aseguró: “Carlos fue el piloto más inteligente que tuve en mi equipo. Pero él sabía perfectamente, y así estaba en el contrato cuando llegó a Williams, que en la temporada 1981 tenía que ayudar a que Jones lograra el bicampeonato”. La desobediencia de Brasil, finalmente fue cobrada en Las Vegas.
Los números del campeonato de Reutemann marcaron un declive llamativo. No se bajó del podio en las cinco primeras citas: segundo en Long Beach, ganó en Brasil, segundo en la Argentina, tercero en San Marino y ganó en Bélgica. En cinco citas, Lole sumó 34 puntos. En la siguientes diez, apenas anotó 15, con apenas seis en la recta final de seis carreras. ¿Una merma en el equipo? Jones, en la media docena final de citas, sumó 24…
Una hora después del final de la primera carrera en Las Vegas, Reutemann, apesadumbrado, dijo: “Yo creo que a mi edad una chance similar para ganar el campeonato del mundo no se presenta más. Nunca hice un esfuerzo tan grande como el de este año y creo que más no podía hacer”. En ese momento, coqueteó con el retiro. Pero comenzó el torneo 1982. Pero su suerte, como en los casinos de Las Vegas, ya estaba echada. Apenas disputó las dos primeras citas y se retiró de la Fórmula 1.
El Caesars Palace volvería a recibir a la Fórmula 1 en ese 1982. Sería la última edición de la carrera en Las Vegas. Pasaron 41 años para que la ciudad que nunca duerme reciba otra vez al Mundial.