Oscar Piastri y Lando Norris se eliminaron entre sí y el neerlandés aprovechó para ganar la carrera corta y descotar ocho puntos en la lucha por el título.
¡Y ardió Troya nomás en las huestes de McLaren! Se esperaba, se sabía, se intuía. Cuanto más se acercara el final del Mundial y los papaya boys siguieran luchando mano a mano por el Mundial de pilotos, la chance de un choque entre ambos crecía exponencialmente. Hubo un roce en Singapur, sin consecuencias para los MCL39, pero que subió la temperatura en el duelo interno. Zak Brown, CEO de McLaren, y Andrea Stella, director, reunieron a sus pupilos un día después del toque, culparon a Lando Norris por el choque y ajustaron las clavijas de las reglas: no toques. Pero llegó el sprint del GP de Estados Unidos, 19ª fecha, y explotó todo.
La largada de la carrera corta de 19 vueltas voló por el aire la paz forzada que Stella y Brown intentaron imponer con sus extrañas reglas papaya, esas con las que obligaron a Oscar Piastri a devolverle el lugar a Norris en Monza porque al inglés se le trabó la tuerca de un neumático en la parada de boxes. Pero esa pacificación estalló en la primera curva de Austin. Norris largó segundo y no pudo hacer nada para atacar a Max Verstappen, quien picó en pole. Piastri, desde el tercer lugar intentó ir por afuera y en ápice de la curva uno cambió el radio para ir por adentro. El australiano se tiró como si no hubiera nadie más en el asfalto, pero estaba Nico Hülkenberg. El McLaren se enganchó con el Sabuer y directamente voló sobre el MCL39 de Norris. Resultado: los dos afuera.
En declaraciones con Sky, los chicos papaya, incluido Piastri (el claro responsable) trataron de patearla afuera: “No he visto el incidente en las cámaras, pero obviamente hice una buena salida. Ambos nos metimos bastante en la primera curva. Intenté recortar y me golpearon; no fue una buena manera de empezar el día. Necesito revisarlo de nuevo", dijo el australiano. “No pude hacer mucho, me chocaron en la primera curva”, analizó Norris.
Mientras la tensión llegó a su cenit en McLaren, atrás está un tal Max Verstappen. Posiblemente, en la cabeza de los muchachos papaya pese que detrás se viene el tetracampeón de Red Bull. Al mismo tiempo que en Woking el nerviosismo crece, el equipo austríaco encontró el ajuste ideal para su RB21 que parecía destinado a pasar a la historia como un auto poco competitivo: cambiaron el fondo plano desde Monza y el neerlandés comenzó a volar. En las últimas cuatro citas no bajó del segundo lugar, con dos triunfos incluidos, y se convirtió en ese tiranosaurio que persigue a los chicos en el jeep de Jurassic Park. En McLaren ven cada vez más grande la figura de Max en el retrovisor.
El holandés dominó durante toda la sprint, en la primera curva hubo tres abandonos: Piatris, Norris y Alonso. Russell y Sainz terminaron segundo y tercero y Colapinto finalizó 15º.
Verstappen se fue de vacaciones a 97 puntos de Piastri, el líder después del Gran Premio de Hungría. Desde la vuelta y con el remozado Red Bull, el campeón se puso al acecho. Y mientras los chicos de McLaren se eliminaron en la carrera corta de Austin, el neerlandés logró el triunfo y recortó otros ocho puntos. Verstappen saldrá a la clasificación para la carrera larga de este domingo a 55. Limó 42 desde el retorno de las vacaciones. ¿Le alcanzará? “Tengo 50% de probabilidades de ser campeón. Porque lo puedo ganar o no”, dijo Max en Singapur.
La espera de la qualy de este sábado en Austin será tensa en las huestes de McLaren. Brown y Stella deberán volver a reunirse, mientras los mecánicos deberán reparar los autos para llegar a tiempo y, quién sabe, si con los MCL39 en la condición ideal. En el box de Red Bull, Verstappen beberá algo fresco y aguardará para salir a buscar la pole y continuar con su plan de presionar. La batalla psicológica la está ganando por goleada. Tal vez no le alcance el campeonato para descontar la diferencia. Lo único positivo para McLaren es que ocurrió en el sprint, porque si pasaba en la competencia larga y el descuento era de 25 a 0…
