Justo en la carrera de local, el brasileño sufrió dos abandonos: tras el grave accidente en el sprint, no llegó a completar un giro en la principal.
Los brasileños llevaban ocho años sin un representante corriendo en el GP de casa de Fórmula 1. Por eso, la llegada de Gabriel Bortoleto a la máxima categoría como piloto de Sauber encendió la ilusión de todos. Las tribunas se llenaron cada día con banderas de Brasil y abundaban las del equipo suizo. Sin embargo, la decepción fue generalizada por el complicado fin de semana que vivió el paulista.
Después de vivir un tremendo golpazo en la última vuelta del sprint, al perder el control de su Sauber en la primera curva, el C45 levantó vuelo en el piano y se destruyó. Los daños fueron tan grandes que el team decidió cambiar el chasis, pero no llegó a tiempo para que Bortoleto pudiera salir a clasificarse. Así, solo le quedaba partir último en la carrera.
Con ilusiones renovadas, Bortoleto vivió la mañana de domingo con la puerta del hospitality llena de gente que quería verlo para una foto, un autógrafo o regalarle algo. No faltó la clásica camiseta de Brasil con el número 5 (el que lleva en el auto) y su nombre. Pero todo se terminó muy pronto: ni una vuelta completó en la carrera principal.
En la salida de Pico do Pato, el paulista porfió por afuera la posición con Lance Stroll, nada menos. No es muy aconsejable arriesgar así con el canadiense. Y, fiel a su costumbre, no dio un ápice. El brasileño, para evitar el toque, pisó afuera con las cubiertas externas y, con la lluvia que había caído de manera intermitente, la tierra estaba resbalosa. Así, entró en trompo, golpeó el muro y rompió la suspensión.
Bortoleto se llevó el cariño de sus compatriotas como mejor regalo, porque deportivamente fue una pesadilla. Las tribunas en el circuito de Interlagos se apagaron rápidamente. Gabriel se accidentó en la última vuelta del sprint y en la primera de la carrera principal.