Ronaldo Nazario fue, en tiempos anteriores a la aparición de las redes sociales y la globalización, una aparición fulgurante en el mundo del fútbol. Apenas había empezado a destacar en el Cruzeiro cuando, en 1994, pepepepeo se lo llevó al Mundial, donde permaneció inédito, campeón con una sonrisa de niño y listo para comerse el mundo. Lo hizo. Enamoró a Holanda y llegó al Barça ya siendo un crack indiscutible.
25 años después de la eclosión de Ronaldo en el PSV el fútbol ha cambiado absolutamente. Dominado por la globalización, las redes sociales y cazatalentos que se mueven por todo el mundo junto a representantes que negocian sin descanso, las joyas, presuntas o ciertas, se catapultan y multiplican a velocidad de vértigo aunque no todos los cracks llamados a dominar el escenario, tomar el relevo de los Messi y Cristiano Ronaldo y discutir el papel de los ya consagrados Mbappé o Sancho alcanzarán ese reto mayúsculo.