EDEN PRAIRIE -- El hombre con la gorra de esquí y sudadera estaba mirando a través de la ventana al nuevo cartel en púrpura que anunciaba la corona divisional de los Minnesota Vikings. Desde atrás, mientras estaba parado en una cafetería, este fulano de tamaño promedio podría haber pasado como empleado del servicio de comida o un fanático que había ganado un concurso para conocer las instalaciones del equipo. Case Keenum no parece un quarterback reclutado por un equipo de la NFL por buen motivo: no lo fue.
Era martes, el día libre de los jugadores luego de la paliza sobre los Cincinnati Bengals para amarrar su división a mediados de diciembre, y una cuadrilla de operaciones recién había colgado el banderín unos minutos antes. Keenum no cree en los días libres, así que él fue el primer en observar el tributo a los campeones del 2017 en la NFC Norte, el último de su tipo que colgará sobre el campo de prácticas techado en el suburbio de Minneapolis de Eden Prairie, reconocido por la esquina donde se encuentra una dañada embarcación vikinga encapsulada en nieve y hielo. El equipo empacará todo en este invierno y se mudará a sus nuevas instalaciones en Eagan, unas 20 millas al este. Nadie está seguro si Keenum será parte de la mudanza.
Y eso está bien por ahora. Keenum no piensa en la agencia libre: si pueda dirigirse a otra franquicia como parte de un paquete con el coordinador ofensivo Pat Shurmur, o si Minnesota puede seguir prefiriendo a Sam Bradford (por regresar) y/o Teddy Bridgewater (ya regresado) como su titular para el 2018. ¿Corto plazo? Keenum piensa en derrotar a los New Orleans Saints en el duelo de Ronda Divisional que se jugará en el U.S. Bank Stadium. ¿No tan corto plazo? Keenum piensa en convertirse en el primer quarterback en la historia de la NFL en liderar a su equipo en su propio campo para conquistar un Super Bowl.
"No creo que nadie quiera estar sentado aquí en febrero para ver que otro lo juegue", señaló Keenum. Se echó para atrás un poco sobre esa declaración, jurando que no estaba mirando hacia adelante a la mágica oportunidad de la franquicia para conquistar si primer campeonato de Super Bowl, en su propio inmueble, luego de cuatro derrotas en el gran juego y cero apariciones desde la campaña de 1976. Keenum se disculpó por el cliché, pero dijo que los Vikings lo toman día a día. Si hay alguien que sabe que la vida de NFL es una propuesta de día a día, es el quarterback del segundo equipo en la siembra de la NFC.
La gorra de esquí a rayas grises de Keenum estaba ajustada sobre su cabello y oídos, hasta las cejas, dificultando que fuera reconocido. Es el líder improbable de un contendiente sin rostro, y quizás representa la imagen y fórmula que finalmente entregue a los nativos de Minnesota su tan codiciado anillo. Los Vikings han contado con mariscales de campo de Salón de la Fama, mariscales de campo que han ganado Super Bowls para otras franquicias, y ex primeros reclutas globales de draft.
Pero los Vikings nunca han tenido a un mariscal de campo como Casey Austin Keenum --no reclutado, no querido, no nada-- que los liderara a una marca de 13-3 como el segundo pasador más preciso en la liga (67.6 por ciento). De los quarterbacks iniciando partidos de playoffs esta temporada, Keenum tuvo el mejor Total QBR de la temporada regular con un 69.6, solamente por detrás del 75.7 del ahora lesionado Carson Wentz, y mejor que el 67.2 de Tom Brady. Football Outsiders ranqueó a Keenum por delante de Brady como el mejor quarterback de la NFL en el 2017 en DVOA, una métrica que mide el valor de un jugador por jugada sobre la de un jugador promedio en su posición.
Nada mal para un ex brazo d práctica de escuadras de los Houston Texans y relegado titular de Los Angeles Rams que arribó en marzo con una marca de por vida de 9-15 y un potencial que los Vikings pensaron valía apenas un acuerdo por una campaña por sólo 2 millones de dólares más incentivos. Pero esta impresionante racha no es sorpresa para Keenum ni quienes le apoyan, quienes estaban igual de confundidos cuando al salir de la preparatoria recibió apenas una oferta de beca de División I como cuando no fue reclutado en el 2012. A Keenum no le impulsa tanto probar que se equivocan quienes no creen en él tanto como le impulsa probar que aciertan quienes sí lo hacen.
Los creyentes se multiplican por semana. Keenum ya se ha ganado algo de dinero esta temporada, sin importar lo que suceda frente a los Saints el domingo. La gente de arriba a abajo en la organización de los Vikings concedería al menos eso, incluso si algunos prefirieran no pagar. Un ejecutivo de otro equipo que ha estudiado cintas de seis partidos recientes de Keenum predijo que alguna franquicia le ofrecerá 20 millones de dólares por año, y que el quarterback probablemente dejaría a los Vikings si le ofrecen 15 millones anuales.
"Está jugando a nivel de Pro Bowl", explicó el ejecutivo. "Se ha puesto en la misma conversación que Kirk Cousins. Sus cintas son excelentes. Tiene un brazo encendido, preciso, preciso en tres niveles, buena movilidad, duro, inteligente. No le di una buena calificación saliendo de colegial, pero su video este año es excepciona. Juega como un verdadero quarterback --casi un quarterback franquicia-- no un nómada. Ves seis partidos este año y dices, 'Mie---, qué bueno es Case Keenum".
Visores y coaches sorprendidos lo han estado diciendo por años, pero el secreto al éxito de Keenum ni siquiera es gran secreto. Se ha sobrepuesto a sus modestos dotes físicos como un pasador de 6 pies con 1 pulgada gracias a una temeraria actitud hacia la competencia y una vida que era clara mucho tiempo antes de que empezara a impresionar a los fanáticos de fútbol americano de la Wylie High School bajo las luces de viernes por la noche en Abilene, Texas. De hecho, Keenum no declaró su espíritu osado en un emparrillado, sino en medio de la selva costarricense.
"Quieren historias, ¿no es así?", preguntó Steve Keenum por teléfono. "Les daré una".
Era la época navideña del 1999, y los Keenums estaban muy involucrados en la Fellowship of Christian Athletes. Steve y su esposa, Susan --ex atletas para McMurry University en Abilene, donde Steve más tarde fue el coach de fútbol americano-- decidieron pasar las fiestas con miembros de la familia que hacían trabajo de misión en Costa Rica. Estaban en un paseo en bote por el Colorado River, una vertiente cerca de la frontera con Nicaragua, cuando Case de 11 años de edad decidió elevarle un nivel a la aventura mientras miraba a su tío jalar a su primo mayor en una tabla de boogie detrás del bote.
"Mi hijo me miró y preguntó, '¿Puedo hacer eso?'", recuerda Steve.
Steve había visto algunos cocodrilos en las orillas del río. También sabía que la corriente podía ser impredecible y potencialmente peligrosa para un chico que se fijaba más en la diversión que en la seguridad. "Pero le dije a mi esposa que le permitiera hacerlo", explicó Steve. "No quería que temiera nada, y lo hizo... si deseaba probar algo que involucrara riesgo, quería que sintiera que lo podía hacer y no tuviera miedo".
Case Keenum siempre prefirió ir con la barbilla primero. Como chico en el octavo grado, era el ancla en el equipo de relevos de Wylie en una carrera que determinaría el campeón del evento distrital.
"Recuerdo recibir la posta en tercer o cuarto lugar, y yo iba a alcanzar al tipo frente a mí, sin importar lo que fuera", dijo Keenum. "Estaba siendo ultracompetitivo porque simplemente es quien soy".
Observando ese día estaba Hugh Sandifer, el head coach del equipo de fútbol americano mayor de Wylie. Sabía acerca de Keenum, y se imaginó que algún día el chico iniciaría para él. Pero Sandifer no tenía idea de lo que recibía hasta que Keenum se lanzó de cara para cruzar la línea de meta para ganar el título del distrito para su equipo, a costa de los raspones en codos y rodillas.
"Se lanzó como Superman", dijo Sandifer. "Fue loco. Simplemente no ves a las personas tirarse a la línea de meta. Creo que sabíamos que sería algo especial".
El fútbol americano sería su juego, y su brazo derecho sería su arma predilecta. Steve se había ganado la vida dirigiendo a nivel preparatoria y colegial menor, y ayudó a fortalecer ese brazo cuando laboraba en McMurry, donde un joven Case seguía su padre desde el vestidor hasta el gimnasio, deseando ser un recogebalones. Steve tenía una regla para su hijo: No podía ser un recogebalones hasta que pudiera lanzar un ovoide de tamaño universitario desde la banca hasta la línea de costura donde usualmente se paraban los oficiales. Case siguió practicando ese pase, y a la edad de 10, su brazo probó ser suficientemente confiable para el puesto.
Keenum inició para el equipo mayor de Sandifer como sophomore y condujo a los Bulldogs al juego por el título estatal de Clase 3A División I como junior en el 2004. Abajo por un touchdown en el cuarto periodo ante el favorito Cuero High School, que llevaba marca de 14-0, Keenum encontró a su ala cerrada, Josh Archer, para la anotación del empate, y luego hizo la jugada insignia de su carrera en Wylie: en tercera y 11 en la yarda 48 de Cuero con menos de un minuto por jugar, Keenum escapó a la presión y corrió 39 yardas para preparar el gol de campo de la victoria. "Si yo hubiera podido sostener mi bloqueo un poco mejor, él hubiera podido entrar", dijo Archer. Wylie nunca ganó un título estatal antes de Keenum, y no ha ganado otro desde entonces.
Keenum perdió la oportunidad de su segundo campeonato como senior mientras jugaba su partido final en Texas Stadium, que todavía era casa de los Dallas Cowboys. Tiró para un touchdown y corrió para dos más en los cuartos de final, incluyendo uno de 38 yardas que culminó con el famoso clavado Keenum y, desafortunadamente, un hombro lesionado. Sandifer deseaba sacar a Keenum del partido, pero el quarterback no lo permitió. Abajo por 25-22 en la última posesión, Keenum lanzó un pase de 50 yardas a las diagonales que fue dejado caer. Se percataron después de eso que Keenum había lanzado el pase con el hombro separado.
Las grandes escuelas seguían sin quererlo. Sandifer ha estado en Wylie por 39 años (32 como head coach), y el reclutamiento de Keenum es un misterio que todavía no logra resolver. Sandifer dijo a todos los coaches sobre los locos números de Keenum y su corazón implacable corazón, pero no podían superar el hecho de que midiera solamente 6 con 1.
"Seguían hablando de estatura y potencia en el brazo, y algunos de ellos hablaban de velocidad", dijo Sandifer. "Mi respuesta siempre fue: 'No conozco los tiempos en las 40 yardas de los tipos que lo persiguen, pero siempre está medio paso adelante de ellos". Art Briles de la Universidad de Houston fue el único coach de División I en ofrecerle beca completa a Keenum.
Kevin Sumlin llegó después de que Briles emigrara a Baylor e instaló una ofensiva sin limitantes ni reunión que convirtió a Keenum en un base armador en rompimiento perpetuo. Lo amó. Tenía control completo de la ofensiva y la autoridad para ajustar lo que fuera, cuando fuera. Se destrozó la rodilla en la que hubiera sido su campaña senior, y regresó mediante redshirt en el 2011 para lanzar 48 pases de touchdown y solamente cinco intercepciones al tiempo que superaba las 5,600 yardas por segunda ocasión. Houston se fue 12-1, derrotó a Penn State en un tazón, y luego esperó para que Keenum, el pasador más prolífico en la historia del fútbol americano colegial mayor, fuera reclutado. Finalizó su carrera con un récord de 155 pases de touchdown y 19,217 yardas aéreas, más de 2,000 yardas por arriba del pasador que ocupa el segundo lugar histórico en la lista, Timmy Chang de Hawaii.
Keenum asumió que algún equipo lo elegiría en una ronda media o baja. No preparó una fiesta suntuosa. Observó la parte final del draft en la casa de un primo, y no estaba terriblemente decepcionado cuando su nombre no fue llamado. Como sus padres y dos hermanas, Keenum era activo en la Fellowship of Christian Athletes y pensó que Dios tenía un plan para él. "Observas las partes difíciles de tu vida", dijo Keenum, "simplemente cosas malas que han sucedido, tienden a crear tu carácter para convertirte en quien eres".
Al entonces entrenador en jefe de los Texans, Gary Kubiak, le gustó Keenum, lo firmó, y le dio la oportunidad de quedarse en la liga. Keenum tenía tanto por aprender sobre administrar una ofensiva convencional de NFL, colocarse bajo centro y jugar con un genuino ala cerrada. Obtuvo su gran oportunidad en el 2013 cuando Matt Schaub lanzó una serie de intercepciones para anotación, y Keenum respondió tirando para siete touchdowns y 822 yardas sin intercepción en sus primeros tres juegos. El problema fue que Houston no pudo ganar ninguno de esos partidos. La producción de Keenum cayó, y antes de que pudiera darse cuenta, había perdido sus primeros ocho inicios de NFL.
"Me afectó", admitió el pasador. "No me detuvo... me castigó físicamente, mentalmente. No estaba acostumbrado a perder, y me puse mucho de eso encima. Tienes el balón en las manos y tomas decisiones en todas las jugadas. Y no ser exitoso así fue muy duro, realmente frustrante. Me llevó tiempo aprender de eso".
Keenum vive en un suburbio de Minneapolis con su esposa, Kimberly, quien creció con Case en Abilene. Asistían a la misma iglesia, y Susan Keenum era la maestra de educación física de Kimberly en el quinto grado. Se veían en eventos de pista, y un día en su penúltimo año de preparatoria, Case preguntó a la chica de último año, Kimberly, si querían ir por un cono de nieve. Han estado juntos desde entonces.
Pero el 0-8 para iniciar la carrera de Keenum puso a prueba lo que ha sido una existencia bendecida. El quarterback traía sus dificultades de trabajo a casa. "Estaba quemando la vela en ambos extremos ese año", dijo Case. "Llegaba temprano y me quedaba hasta tarde, y pensaba que todo era sobre fútbol americano. No puedes ganar así. No puedes vivir así. Mi esposa es increíble y tenemos una gran relación, pero nuestra relación sufrió. No entre nosotros, pero simplemente por el estrés. No eres una persona sana cuando te preocupas así. Así que fue una de las cosas que aprendí. Este juego, puedes invertir todo en ello, pero es todo lo que puedes invertir. Si tratas de hacer más, a veces termina siendo menos".
Keenum fue cortado por los Texans, firmado y cortado por los Rams y luego recontratado por Houston desde la escuadra de prácticas de los Rams. Obtuvo sus primeros triunfos frente a los Baltimore Ravens y Jacksonville Jaguars al final de la campaña del 2014, y luego canjeado de regreso a los Rams por una selección de séptima ronda del 2015. Sufrió una conmoción ante los Ravens esa temporada que expuso las fallas del protocolo de la liga cuando no fue removido del campo; se recuperó para ganar tres de sus últimos cuatro encuentros y asegurar la titularidad para la primera campaña de la franquicia de vuelta en Los Angeles en el 2016. Sabía que sólo mantenía temporalmente la posición hasta que Jared Goff estuviera listo. Después de nueve partidos, cuatro de ellos triunfos, Jeff Fisher dio al primer recluta global el ovoide.
Minnesota sabía que Keenum podía jugar algo. Después de todo impuso récord de los Rams con 19 pases consecutivos, tirando para 321 yardas y tres touchdowns en un tiroteo con Matthew Stafford y los Detroit Lions. Pero Minnesota no tenía idea que Keenum se convertiría en uno de los jugadores más valiosos de la liga luego de iniciar la campaña sin Bridgewater, y luego perdiendo a Bradford en la Semana 2. Los Vikings no tenían idea de los obstáculos que su nuevo quarterback debía superar que, según palabras de Keenum, "me hicieron un duro HDP".
Su dureza nunca quedó más evidente que en un pase de 22 yardas para touchdown para Kyle Rudolph en el Día de Acción de Gracias. Desde la escopeta, Keenum vio al profundo de los Lions, Miles Killebrew, moverse hacia el lado izquierdo de la defensiva antes del centro. Keenum ajustó su protección para ocuparse de la carga, tomó el ovoide y luego vio a Killebrew atacarlo sin obstáculo a la vista. Keenum podía haber escapado, se pudo haber entregado, o haber tirado el ovoide a las laterales. En lugar de eso, se mantuvo firme y esperó a que Rudolph se desmarcara en su ruta de escuadra, y luego envió un pase perfecto por arriba mientras Killebrew colisionaba con su caja torácica. Mientras Keenum caía al suelo, chocó con un liniero por detrás. No sintió dolor en medio del delirio del momento. "Pero estaba tan adolorido al día siguiente", reveló.
El coach de los Vikings, Mike Zimmer, no necesitó ver esa jugada para formarse una opinión respecto a Keenum. Antes de que Minnesota enfrentara a Detroit, Zimmer ofreció un reporte a la usanza de la vieja escuela: "Lo que más me gusta de Case es que tiene grandes bo---".
Keenum fue sólido frente a la carga todo el año, y efectivo fuera del bolsillo. Aun así, la más profunda impresión que dejó en compañeros fueron las horas que trabajó y la pasión que mostró. Es común para quarterbacks ser los primeros en llegar y últimos; pero todo eso se asume. Ellos dicen que Keenum lo lleva a otro nivel. El coach de quarterbacks, Kevin Stefanski, normalmente compara su primera taza de café con Keenum alrededor de las 6 de la mañana, y ambos dejan que la cafeína ayude a enfocar el plan de juego diario. Stefanski ha estado alrededor de muchos duros trabajadores en su docena de años con los Vikings, pero Keenum está en una liga por sí solo. "Su automotivación no tiene medida", expresó Stefanski. "Está obsesionado con el proceso".
Adam Thielen podría ser el compañero mejor calificado para definir el hambre de Keenum. Como jugador no reclutado procedente del programa de División II, Minnesota State-Mankato, Thielen tuvo un camino todavía más duro de navegar hacia la NFL que Keenum. El receptor abierto de Pro Bowl no descarta la posibilidad de que su vínculo aparentemente simbiótico este enraizado en una historia común, aunque cree tener una mejor explicación por su éxito en su primer año juntos.
"Pienso honestamente que lo que hace buena a nuestra conexión es que realmente no nos importa lo que piensen de nosotros", dijo Thielen. "Sólo queremos salir allá y ayudar al equipo a ganar".
Thielen mudó la conversación de regreso a la ética de trabajo de Keenum. "No solamente se aparece a las 6 a.m. para estar aquí. Tiene un plan. Conoce a la defensiva antes de que los enfrentemos, y conoce el plan de juego mejor que nadie que conozca... Incluso mejor que algunos de los coaches".
Se ha vuelto cada vez más complicado desacreditar a Keenum. Un campeón divisional a los 29, ha pasado la fase de su carrera que su padre describió como, "¿Te apuras a fracasar para poder recurrir a alguien más?". Será sin dudas un titular en algún sitio en el 2018, y le van a pagar. El ejecutivo que pensó que Keenum recibirá 20 millones al año dijo preferir todavía a Cousins al frente de su equipo, pero siendo las cosas equitativas, tomaría a Keenum sobre Eli Manning si los New York Giants pusiera a disponibilidad a su veterano titular.
Hasta nuevo aviso, Keenum y el estado de Minnesota están muy enamorados. Keenum y su esposa, Kimberly, presumen vecinos All-Pro. "Lo agradable Minnesota es algo real", dijo. Esos vecinos han retirado la nieve de la entrada y acera de la pareja para prevenir que el quarterback se resbale sobre el hielo. "Seamos honestos" Kimberly, "¡estos tejanos no saben qué hacer con toda esta nieve!".
La pareja goza de apoyo similar de regreso en casa, donde los ex compañeros de Keenum en Wylie se reúnen para observar al quarterback que los llevó al campeonato como adolescentes. Dicen que su humildad hace que sea sencillo hinchar por él. Lo ven escapar cuando el bolsillo de los Vikings se colapsa, y los lleva de regreso a esas luces de viernes por la noche en Texas cuando Keenum lo hacía del mismo modo enfundado en los colores de Wylie. Sandifer solía bromear que usaba una ofensiva de "Monday Night Football", cualquier cosa que veía que le gustaba en el "MNF", eso instalaba para elk siguiente partido. Estaba entre los asistentes para su primer juego de los Vikings cuando su ex quarterback, ahora portando el N° 7 de la suerte, comandaba un ataque más sofisticado para vecner a Cincinnati y amarrar la NFC Norte.
Es una gran historia con una posibilidad creíble de mejorar mucho más. ¿Puede Keenum ser el siguiente Kurt Warner, otro estelar no reclutado que lo gana todo? ¿Puede convertirse en el primer campeón de Super Bowl en ser coronado en su propio estadio?
"Sería un final de cuento de hadas", dijo su padre.
Incluso si ese cuento de hadas termina en el primer domingo de febrero, en el Super Bowl LII, antes de que Keenum potencialmente se vaya a jugar a otro equipo, es difícil creer que este matrominio feliz de jugador y mercado sea reducido a un año por dinero, pero la NFL es un negocio, y a menudo es uno frío.
Keenum desea ganar un título ahora, y preocuparse por su empleo futuro después. Dijo que los Vikings tienen "confianza de poder vencer a quien sea", y no hay hombre en su vestidor que argumente que el quarterback no haya inspirado esa fe. Arribó a Minnesota con marca perdedora y contrato perdedor, y se ha tirado un clavado a una nueva era.
Cualquier cosa puede suceder en los playoffs, y nada está garantizado en Minneapolis, ni en la agencia libre. Pero ustedes pueden llevar esto al U.S. Bank: si los Vikings fracasan, no será porque su quarterback tuvo miedo al éxito.