El Barcelona no fichó a Nico ni a Leao, ni Merino, Chiesa o esa larga lista de jugadores de los que se habló: se enfocó en Dani Olmo y Pau Víctor... y en Hansi Flick, por supuesto
BARCELONA --Hansi Flick no es Pep Guardiola. No hay que engañarse, ni dejarse dejarse ir a ideales falsos ni llevarse a comparaciones fuera de lugar... Pero Flick, Hansi, sí tiene algo de Guardiola que pareció perderse en el tiempo: El entrenador catalán se presentó en su día (2008) con una sentencia que hizo historia: 'Les perdonaré (a los jugadores) que fallen, pero nunca que no se esfuercen'. Con el entrenador alemán esa máxima ha regresado al escenario.
"Quiero máxima intensidad desde que empieza y hasta que acaba el partido" ha relatado en la sala de prensa el nuevo técnico azulgrana, pero en el vestuario, en la intimidad del camerino, a esa máxima con los jugadores ha añadido otro comentario: "Si no acertáis una, acertaréis la siguiente, o la otra, siempre que estéis concentrados totalmente en el partido" vino a decirles a sus futbolistas en una de las primeras charlas grupales durante la gira por Estados Unidos. Y que se ha repetido desde entonces.
La intensidad en el juego es una de las facetas inexcusables de este Barça que ha comenzado la temporada volando porque a los partidos se ha trasladado una filosofía de trabajo que ha sorpendido a unos futbolistas que no perdieron el tiempo durante la pretemporada en acostumbrarse y que una vez comenzado el curso ya es norma.
Flick ni premia como Xavi ni castiga como Luis Enrique. Espera a los jugadores dos horas antes de iniciar la sesión preparatoria para desayunar y mientras estos acaban ya está en el césped con sus ayudantes. El entrenamiento comienza habitualmente con diferentes ejercicios físicos (de menor a mayor intensidad y algunos con balón de por medio) que ya se distinguen respecto a lo que se trabajaba la pasada campaña y después entra en acción el técnico germano, ya sea con ejercicios tácticos en los que se apoya en sus ayudantes más directos y atendiendo a lo que se espera del rival o partidos en espacios reducidos en los que la velocidad y rápidez de ejecución no está reñida con la combinación y posicionamiento.
Los futbolistas, tanto los jóvenes e inexpertos, como los veteranos o lo que se conocería como 'clase media', reciben ya sea en grupo o de forma individualizada distintas charlas de su entrenador, siempre desde una postura positiva y en la que no hay, al menos de momento, reproches, algo que es muy bien recibido por la plantilla, cuyo rendimiento ha mejorado exponencialmente respecto al último curso, como, por ejemplo, personifica Raphinha.
Alejado de excusas, Flick repite públicamente que cuando fichó por el Barcelona "ya sabía la situación del club" para responder a cualquier insinuación del mal presente de la entidad y el supuesto fracaso en el mercado de fichajes. Un "es lo que hay" que recordaría a Koeman o a Xavi... Pero que el germano expresa desde el optimismo y no desde la frustración.
Un optimismo al que se ha añadido su apuesta firme por dar protagonismo a los jóvenes, siguiendo la senda que inició Koeman y continuó Xavi para haber concedido ya hasta cuatro debuts de canteranos. Contra la fanfarria de los fichajes, Flick trabaja con lo que le han dado. Y no duda, al contrario, proclamar tanto su confianza como su satisfacción.
MÁS Y MEJOR
Los problemas con las inscripciones y los juegos malabares realizados en las últimas semanas por la directiva han quedado en un segundo plano cuando se ha descubierto la metodología de trabajo de un entrenador que ha sorprendido a propios y extraños. Para bien, en general y, por supuesto, a todos aquellos que hicieron burla comparándolo con un 'profesor de gimnasia' y a los que le menospreciaron sentenciando que el club 'rompe con el adn'. Estos, de momento, no han tenido más remedio que refugiarse en el silencio...
Frente al Valladolid (7-0) el Barça completó 631 pases, superando la media de la pasada temporada (609) para demostrar que no se ha roto ningún dogma porque el equipo azulgrana sigue mandando en los partidos (la posesión roza un 70 por ciento). Construye igual, o mejor, ataca mejor, remata más (23 veces ante el Valladolid cuando el pasado curso la media era de 11,6 remates por encuentro) y presiona de manera más eficiente, por cuanto Lewandowski ha perdido protagonismo en esa faceta... De la que todos los demás jugadores de corte ofensivo participan con mejor intensidad.
Es una evidencia que físicamente este Barcelona es superior al de los últimos años. Se nota en que acaba los partidos, o lo pretende, más cerca del área rival que de la propia, que cierra los encuentros defendiendo con balón en la medida de lo posible... Y que de los trece goles que ha anotado ocho han llegado en la segunda mitad. No siempre a la desesperada, simplemente siguiendo su patrón de juego.
Un patrón de juego en el que Flick puso desde el primer día ese condicionante claro: desde que suena el silbato del árbitro la intensidad es innegociable. Y a partir de ahí el Barça ha completado su mejor inicio de temporada desde 2018 para provocar que en el propio vestuario la plantilla se repita que no le hacen falta fichajes.
Flick explicará algún día, o no, cómo se gestó su fichaje por el Barcelona. Algún día se sabrá, o no, si Joan Laporta le eligió en febrero para descartarlo en abril y volver a pensar en él en mayo. O en junio. Si Deco se reunió con él en Londres o si solo trataron por teléfono su llegada cuando se sentenció la salida de Xavi Hernández. Pero lo que parece claro tras llegarse al primer parón de selecciones es que Hansi Flick ha sido el fichaje del verano en el Barça.
Algún mérito habrá de concederse a Laporta y a Deco en el este mercado tan inverosímil en clave azulgrana. Este verano que comenzó hablándose de Nico Williams, que se trasladó el interés por mantener a los Joaos, Cancelo y Félix, que se apostó por Chiesa o, los más osados, por Leao acabó con el único fichaje de Dani Olmo, probablemente por el fiasco con el delantero del Athletic, y la atrevida apuesta por Pau Víctor.
Llegarán, seguro, malos momentos, malos resultados y crisis, en mayor o menor escala, que harán dudar del acierto de todo. La temporada no ha hecho más que empezar y hay quien considera que el Barça disfruta de una felicidad efímera... Pero esta felicidad, que se nota en todos los ámbitos del barcelonismo, tiene una base que se aventura firme: un entrenador cuyo desconocimiento del entorno es su mejor virtud.