<
>

Argentina sufre una derrota histórica, pero la historia dice que no está descartada del Mundial

BARCELONA -- Argentina sufrió en Doha la mayor y más dura derrota de su historia en un debut en Copa del Mundo. Llegó a Qatar rodeada de un optimismo desmesurado, presentando unos números soberbios (36 partidos sin conocer la derrota) y escuchando, entre sonrisas, que lo tenía todo para ganar ese título que debiera suponer la guinda a la carrera, monumental, de Lionel Messi. Y, de entrada, sufrió el golpe más inesperado.

Pero la derrota no debe suponer, para nada, el descarte de la albiceleste. De entrada porque enloquece hasta lo nunca imaginado un grupo que estaba llamado a dominar el equipo de Scaloni y queda abierto a todas las opciones. Y, de salida... Porque para Argentina este no es, del todo, un escenario desconocido.

Más aún, porque una derrota, por inesperada que sea, no siempre fue definitiva para cualquier aspirante, o incluso campeón, en la historia de los Mundiales.

Le pasó a la propia albiceleste, que se presentó perdiendo en 1990 para acabar llegando hasta la final o, más aún y más cercano en el tiempo, a la España que conquistó el título en 2010 después de estrenarse con una inesperada derrota contra Suiza en Sudáfrica.

Campeona en el legendario torneo de 1986, la Argentina dirigida por Carlos Salvador Bilardo y liderada por Diego Armando Maradona se estrenó en el Mundial de Italia con una inesperada y sorprendente derrota, a la altura de esta frente a Arabia Saudita, contra Camerún en San Siro. Fue el 8 de junio de 1990, y un solitario gol de Omam-Biyik mediada la segunda mitad, sentenció lo más inesperado.

"Es una dura y gran lección de la que debemos ser conscientes y aprender. Tenemos que recuperar nuestra identidad y saber quiénes somos, pero no todo está perdido aunque lo que viene va a ser mucho más difícil", advirtió Maradona aquella tarde en Milán, admitiendo el golpe y llamando a levantarse a una selección albiceleste que sufrió, y no poco, para superar la primera fase, que logró empatando la última jornada contra Rumania (1-1) tras haber vencido (2-0) a la Unión Soviética y pasando a los octavos de final como mejor tercera e igualada con Colombia.

Pasar como tercera obligó a Argentina a cruzarse, de entrada, con otra de las favoritas como era Brasil. Se enfrentaron en Turín y un gol de Caniggia, cerca del final, le dio el pase a la albiceleste a cuartos, donde derrotó por penalties a Yugoslavia en Florencia y repitió en la semifinal contra la anfitriona Italia en Nápoles. Luego la historia recuerda la derrota en la final de Roma ante Alemania Federal... Pero no que los albicelestes llegaron hasta allí después de un estreno desolador.

Y en la historia existen dos casos, incluso, de campeones que comenzaron el torneo con el pie cambiado. Con un empate lo hizo la Italia de Enzo Bearzot en 1982 contra Polonia... Pero es que su caso fue terrorífico por cuanto la Azzurra superó la primera fase sin ser capaz de ganar ningún partido puesto que al 0-0 frente a Polonia siguieron sendos 1-1 con Perú y Camerún, superando a los africanos gracias a los goles marcados y metiéndose en aquella legendaria segunda fase que en Sarrià, Barcelona, le enfrentó a Argentina y Brasil para ganar después la semifinal a Polonia y la final a Alemania Federal en el Bernabéu.

¿Y España? Campeona de la Eurocopa de 2008, la Roja dirigida por Vicente del Bosque llegó a Sudáfrica en 2010 evitando el papel de favorita pero sabiéndose candidata... Y su estreno el 16 de junio en Durban fue un auténtico varapalo, a la altura del padecido por los argentinos en Qatar. Un solitario gol de Gelson Fernandes le dio el triunfo a los helveticos y provocó no pocas dudas, y también críticas, alrededor de una España que acabó superando la fase de grupos ganando a Honduras (2-0) y Chile (2-1).

A partir de ahí, siempre por la mínima, fue eliminando a Portugal, Paraguay y Alemania para acabar conquistando el título con un solitario gol de Iniesta frente a Holanda.

Argentina está tocada, derrumbada en el ánimo e incrédula de perder un partido que muchos daban no solo por ganado, más aún por goleado a una Arabia Saudí que ya en 1994 se dio el gusto de meterse contra todo pronóstico en los octavos de final ganando a la entonces pujante, pero no candidata Bélgica en Washington.

Pero no está, la historia debe dejárselo claro, ni eliminada ni hundida. El sábado, frente a México, deberá demostrar la albiceleste de Leo Messi que después de las sonrisas viene el sufrimiento. Y que con sufrimiento, todavia, tiene mucho a decir.