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Es momento de poner mano dura

BRISTOL -- Al final, esto es culpa de Pete Carroll.

La suspensión de cuatro partidos del esquinero Walter Thurmond y la posible suspensión por un año al esquinero Brandon Browner significan que los Seattle Seahawks ahora tienen a seis jugadores suspendidos desde el 2011 por violar las políticas de abuso de substancias de la NFL. Algunas suspensiones derivaron de pruebas positivas por drogas para mejorar el rendimiento. Otras derivaron de pruebas positivas por otras substancias prohibidas. Browner ha apelado su suspensión, después de haber sido suspendido cuatro juegos la temporada pasada. Un séptimo jugador, el talentoso esquinero Richard Sherman vio revocada su suspensión de cuatro partidos la campaña pasada.

Aún así, esa es una gran cantidad de suspensiones por uso de drogas.

La reacción de Carroll esta semana: Son cosas que pasan.

"Estamos muy decepcionados de que estos chicos no podrán jugar con nosotros", declaró Carroll. "Es lo que pasa a veces. No sé su podemos esperar que sea perfecto. Nos gustaría que así fuera, pero no es el caso. Quieres que tus jugadores cumplan las reglas, pero a veces te vas a decepcionar. No se trata de lo que aparece, sino cómo lidias con eso y lo superas".

O, ¿qué tal evitar que suceda, en primer lugar?

Algo anda mal en Seattle, y Carroll tiene que mostrarse algo más que decepcionado porque ha perdido a dos contribuyentes de su defensiva. Los Seahawks son el mejor equipo de la liga. Tienen marca 10-1, tienen el mejor registro. Tienen la gran ventaja de la localía jugando en el CenturyLink Field, donde no han perdido un partido en sus últimos 13 enfrentamientos desde que Russell Wilson se convirtió en el mariscal de campo al inicio de la temporada.

Probablemente Seattle esté jugando por tener la ventaja de la localía el lunes por la noche cuando reciban a los igualmente formidables New Orleans Saints. Una victoria y los Seahawks estarán camino a recibir la postemporada en casa, lo que les facilitaría el camino al clásico de invierno que será el Super Bowl XLVIII en New Jersey.

Pero para hacerlo, Seattle tendrá que enfrentar a Drew Brees y su preciso ataque aéreo sin Thurmond al otro lado de Sherman. Browner, quien ha apelado su suspensión, se recupera de una lesión en la ingle y no habría jugado de todos modos. Thurmond fue su reemplazo. Byron Maxwell, reclutado en la sexta ronda del draft del 2011 procedente de Clemson, tendrá el primer inicio de su carrera frente a los Saints.

Seattle tiene una gran profundidad en la posición de esquinero y por lo tanto debería ser capaz de sobreponerse a la pérdida de Thurmond y Browner, pero eso no debería restarle importancia al tema. Carroll tiene que hacer algo para asegurarse que su mensaje de ser responsable y proteger siempre al equipo llegue a sus destinatarios. Sin duda, no ha llegado. De lo contrario, Thurmond y Browner se habrían dado cuenta de la oportunidad que tienen los Seahawks para llegar y ganar el Super Bowl. Esas oportunidades no se presentan todos los días.

En lugar de expresar su decepción, Carroll debería haberse enfurecido. En lugar de predicar los valores de permitir segundas oportunidades y apoyar a sus jugadores cuando se equivocan, debería haber emitido una política de tolerancia cero. Debió haber advertido a todos: jugadores, entrenadores, utileros, asistentes y todos los demás que debieran tener conocimiento de las substancias que los jugadores están poniendo en sus cuerpos.

Es algo en lo que se debe confiar en los líderes del equipo para vigilar el vestuario. Fue benéfico tener veteranos como el fullback Michael Robinson pidiendo a los jugadores que dejen de cometer errores, como hizo después de que el apoyador de segundo año, Bruce Irvin, fuera suspendido cuatro partidos en mayo por utilizar substancias para mejorar el rendimiento. También cuando el receptor abierto veterano Golden Tate acudió a una estación de radio en Seattle, como hizo esta semana, y llamó egoístas a Thurmond y Browner.

Sin embargo el mensaje tiene que llegar de su entrenador en jefe. Él es el responsable, al igual que Joe Philbin debe ser considerado responsable por el asunto de Richie Incognito y Jonathan Martin, similar a cómo Sean Payton fue considerado responsable por el escándalo de las recompensas de los Saints y como Bill Belichick fue considerado responsable por el Spygate.

"Siempre buscaremos darles a los muchachos una segunda oportunidad aquí", señaló Carroll a los medios. "El hecho de que la liga haya ajustado las reglas permitiendo a un jugador suspendido bajo estas circunstancias estar con nosotros, nos permite hacernos cargo de ellos hasta que los tengamos de vuelta.

"Decepcionado es la mejor manera de decirlo. Tratamos de dirigirlos y orientarlos de todas las maneras posibles. Cuando los muchachos tienen un problema, asumimos la responsabilidad de ayudarlos. Siempre he esperado encontrar lo mejor de ellos. A veces funciona, a veces no".

Carroll es un entrenador del agrado de los jugadores. Tiene energía, los apoya y es divertido. Tiene un equipo lleno de jóvenes que confían en su capacidad, juegan con valor y han encontrado el punto medio entre la confianza y la arrogancia. En apenas su cuarta temporada, Carroll ha convertido a los Seahawks en un legítimo y formidable contendiente al Super Bowl.

Pero en virtud de las repetidas suspensiones por temas de drogas que han afectado a su equipo en los últimos tres años, Carroll tiene que hacer más. Tiene que poner mano dura. Necesita que todos los jugadores estén comprometidos, y claramente no lo están.