BRISTOL -- Hubo dos debutantes aquella noche de 1999 en el ‘Pachencho’, uno desde el banquillo tratando de dar identidad a un equipo que históricamente le persiguieron las humillantes derrotas, el otro saltaba a la cancha con la ilusión y la ambición de romper lo convencional.
Así llegó a la cancha la zurda más atrevida que habían visto en la Vinotinto y desde esa noche marabina comenzó el romance con la noble afición hambrienta de triunfos.
Juan Arango siempre fue el tipo disciplinado de trabajo silencioso y que de a poco fue abriéndose paso hasta convertirse en el principal jugador de la historia para los venezolanos.
A fuerza de goles en la era que Páez vino a levantar una selección que estaba derrumbada en la clasificatoria para el Mundial 2002, pero que en Juan encontraba la piedra angular de un nuevo proyecto que le permitiría al Doctor diseñar su equipo en torno a esa mágica irreverencia que tanto necesitaba el país.
Juan fue creciendo en los momentos importantes y así llegaron sus goles como contra Colombia en Pueblo Nuevo, un tanto que amargó a la hermana república. Pero fueron tantas las veces que Arango se la clavó a Colombia como el bombazo en el Metropolitano de Barranquilla o aquel en la era Farías con un tiro libre de esos que quedarán frescos en la retina por décadas.
Pero Juan también supo esperarse hasta el momento de mayor drama para devolverle la sonrisa al pueblo con sus goles de último minuto, como cuando ya se esfumaba la esperanza, así llegó el suyo ante Bolivia cuando el cronómetro no aguantaba más para luego hacer delirar a millones en una noche que acompañaba la fe en la ‘Chinita’.
Juan nos acostumbró a esos goles de último minuto en los amistosos como contra Sudáfrica o contra Australia.
Siempre será de grandes aparecer en los grandes momentos, esos que cambian radicalmente una historia y nos abren nuevos caminos como la noche mágica del “Centenariazo” una noche donde su liderazgo como el primero de los ‘Lanceros de Páez’ lograron una gesta del 0-3 que todavía hoy duele en el pecho de una de las naciones más futboleras del planeta.
El simple ejercicio de recordar cuanto ha hecho Juan Arango por el futbol, venezolano nos hace invertir largas horas de incontables buenos recuerdos y con alguno que otro de miedo, como cuando Javi Navarro cometió una brutal entrada en un partido contra el Mallorca y el de Maracay convulsionaba y todos mirábamos con temor por su vida.
Ese terrible episodio unió al país en su apoyo y solidaridad y se le esperó hasta su regreso a la Selección.
La última Copa América resultaba increíble escuchar a Dunga en medio de su desespero gritarle a sus jugadores que no cometieran faltas cerca del área, porque la sola idea que Arango tuviera oportunidad de patear un tiro libre ponía de inmediato en aviso al seleccionador brasileño.
Arango siempre intimidó al rival con su pierna zurda y eso le hizo a Venezuela ganarse un respeto adicional. Juan se va de la Vinotinto, pero deja la semilla sembrada de la irreverencia, del trabajo, de la ilusión y del coraje para ir a luchar cada minuto que se tenga.
Gracias Juan, eterno crack, eterno Capi.