El argumento de que “los Dodgers están arruinando el béisbol” busca esconder el hecho de que otras organizaciones están permitiendo una importante fuga de talento.
Los Angeles Dodgers son la mejor organización del béisbol de Grandes Ligas. Es muy difícil discutir esa idea, tomando en cuenta que acaban de completar el primer bicampeonato en 25 años y que han ganado tres títulos en las últimas seis temporadas.
Son muchas las razones a las que se puede atribuir el reciente éxito de los Dodgers, pero por encima de todas hay una que los define: son los mejores acumuladores de talento de MLB en este momento.
A raíz de ello, el equipo ha sido acusado de “estar arruinando al béisbol”, algo de lo que incluso se burló el dirigente Dave Roberts durante la celebración por la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, cuando dijo: “Busquemos cuatro victorias más para verdaderamente arruinar al béisbol”.
Ante los ojos de muchos, los Dodgers son hoy el nuevo “Imperio del Mal”, el gran villano del deporte al que todos quieren ver caer.
Y la realidad es que es fácil tener razones para “odiar” a los Dodgers. Gastan más dinero que nadie en la agencia libre, han ganado la mayoría de los cambios en los que han participado y, además, desarrollan muy buenos jugadores, algo que muchos equipos no están haciendo en la actualidad.
En una era en la que se discute si los Dodgers arruinan el béisbol, se está dejando de lado una pregunta mucho más importante: ¿por qué otros equipos no siguen su modelo? Es cierto que existen limitaciones económicas que impiden a todas las franquicias replicar lo que hace Los Ángeles. Todos los propietarios son multimillonarios, sí, pero no todos generan ingresos en la misma magnitud. Aun así, si los Dodgers han podido acumular tanto talento, es porque se han aprovechado de un escenario que otros han permitido crear.
Ejemplos de esto, tenemos de sobra.
Mookie Betts, un talento generacional que se desarrolló y brilló con los Boston Red Sox, fue cambiado porque el equipo no quiso ofrecerle el contrato que él esperaba. Tyler Glasnow vivió una situación similar con los Tampa Bay Rays. Blake Snell y Freddie Freeman, íconos de los Rays y los Atlanta Braves, respectivamente, llegaron a la agencia libre luego de que sus organizaciones tampoco les presentaran una oferta acorde a su valor.
Teoscar Hernández, por su parte, era parte fundamental de los Toronto Blue Jays y siempre expresó su deseo de quedarse, pero al no llegar a un acuerdo, firmó con los Dodgers como agente libre.
Shohei Ohtani, Yoshinobu Yamamoto y Roki Sasaki, tres talentos japoneses colocados en el sistema de posting de la NPB, estuvieron disponibles para las 30 organizaciones. Los Dodgers fueron quienes asumieron el riesgo de ofrecerles megacontratos, especialmente en el caso de Ohtani.
La tendencia es clara: otros equipos decidieron dejar ir a los jugadores que hoy forman el núcleo estelar de los Dodgers.
Los Dodgers no están “arruinando” el béisbol. Están aprovechando el desorden creado por organizaciones que, por razones estratégicas o financieras, cometen el error de dejar escapar a su mejor talento. Y como no hay una combinación más atractiva para un atleta que buen dinero y la posibilidad real de ganar, los Dodgers se han convertido en el destino natural de muchos de ellos.
Si alguien está “arruinando” el béisbol, son los equipos que priorizan cualquier cosa antes que ganar.
¿Lo peor? Este patrón continuará a menos que más propietarios den un paso adelante. Steven Cohen, con los New York Mets, ha comenzado a ser más agresivo en la agencia libre; aún hay mucho por hacer, pero al menos muestra intención. Otros deberían hacer su propia introspección y buscar alternativas efectivas, incluso si no pueden igualar los presupuestos de Dodgers o Mets.
La realidad es sencilla: los Dodgers no están arruinando el béisbol; simplemente están aprovechando las oportunidades. Tampoco lo hicieron los Yankees de finales de los 90 y principios de los 2000. Lo que les toca a los demás equipos es adaptarse y cambiar su estrategia.
