Julio Urías pasó de superar las burlas en el colegio y el bullying del que fue objeto en su niñez y juventud a ser campeón de la MLB
Una de las frases que han enmarcado la carrera de Julio Urías fue cuando dijo que Dios le había dado mal ojo izquierdo pero un buen brazo izquierdo.
El lanzador zurdo de los Dodgers, pieza clave durante toda la temporada regular y la postemporada para que el equipo angelino conquistara su primera Serie Mundial desde 1988, relató a ESPN el cómo ha superado a lo largo de su vida el tumor congénito en su ojo izquierdo.
“La verdad ha sido difícil, se podría decir que para mí y para mi familia, de lo que recuerdo o mis papás me dicen, era pasar dos meses o un mes en Guadalajara cuando fueron las operaciones y ellos estar conmigo, que mi papá faltara a su trabajo por estar en ese tipo de cosas, que obviamente un papá es lo que hace por un hijo, y que tu mamá y tu familia también. Yo siento que el agradecimiento es para ellos, el agradecimiento de todo lo que han hecho por mí, llevarme a citas a doctores, llevarme a otras ciudades a tratamientos, todo empezó desde ahí”, expresó Urías en una videollamada desde Los Ángeles.
“Después vinieron los temas con los equipos cuando me iban a checar a Culiacán o me miraban en torneos, obviamente la primera pregunta era ‘¿qué te pasó o qué tienes?’, o ‘¿vas a poder lograr el sueño que tú quieres teniendo ese problema?’, pero para mí nunca ha sido un impedimento, como siempre lo he dicho, por eso fue parte de lo que dije en ese año porque hay que estar contentos con lo que Él te manda, hay que estar contentos con las bendiciones que nos manda y simplemente hay que verle lo bueno de la vida”.
De hecho, Urías tuvo que superar las burlas en el colegio y el bullying del que fue objeto en su niñez y juventud.
“Sí, uno de chiquito y más como sabemos que es en México, que tenemos esa forma de ser, los niños, pero es parte dé y uno tiene que aprender a vivir con eso. Sí viví mucho ese tipo de cosas así pero nada me quedaba decir ‘no, ya no voy a querer salir de la casa’, o ‘ya no voy a querer ir a la escuela’, o ‘ya no voy a querer hacer esto o salir a jugar beisbol’, si mi vida siempre ha sido eso”, dijo.
“La gente que me conoce desde chiquito sabe que yo era bate, pelota y guante para todos lados, así que qué más puedo hacer sino seguir jugando. Esa era mi vida y mira, aquí estamos, campeones, logramos los sueños, entonces simplemente hay que verle lo bueno a la vida”.