Oleksandr Usyk dejó de ser monarca mundial de Peso Completo de la FIB, mientras Saúl Canelo Álvarez encontró el camino, y la autorización, para mantener el cetro
En el imaginario público hay un lema que reza: ‘Poderoso caballero don dinero”. La frase aplica a cabalidad en el mundo del boxeo, donde los tratos son diferenciados y se acomodan según pueda pagarse o generarse negocio.
Oleksandr Usyk, Saúl ‘Canelo’ Álvarez y la Federación Internacional de Boxeo (FIB) son los protagonistas de los hechos más recientes, una serie de episodios entre el despojo de los cinturones ganados y la posibilidad de darle la vuelta a las reglas para salir beneficiado.
Usyk y Canelo entienden que en el mundo actual los boxeadores manejan a su antojo a promotores y organismos, ellos son el rostro, mueven el dinero y toman las decisiones. En algunos casos hasta se vuelven promotores cuando siguen activos, organizan sus propias peleas y rompen contratos cuando algo no les gusta. Eso hasta que la FIB aparece como el ogro del entorno, y obliga a que se organicen peleas mandatorias; o quita los cinturones.
Entonces vienen las diferencias. Hace unas semanas, cuando Canelo tenía el cinturón de las 168 libras de la FIB, recibió la orden del organismo de defender su cetro contra el rival mandatorio William Scull.
De inmediato se activó el escenario de la negociación a través del dinero y, de acuerdo a Salvador Rodríguez de ESPN, el Team Canelo llegó a un acuerdo con el equipo de Scull para evitar el combate. La FIB, desde luego, lo autorizó; aunque no quedó claro bajo que término o bajo qué regla de sus estatutos.
En un mundo que aboga por la transparencia, el Team Canelo y AGON Sports, empresa que maneja al cubano Scull, dijeron que no se darían a conocer los términos del acuerdo. “Pelea obligatoria de FIB: Scull vs Canelo: AGON Sports y TGB llegan a un acuerdo. No hay detalles sobre lo acordado”, dijeron a través de un posteo.
El boxeador enfrentará este sábado al ucraniano Oleksandr Gvozdyk en Las Vegas.
Informes periodísticos dijeron que se trata de un ‘step aside’, o pagar para que ceda su derecho mandatario y no enfrentar a Canelo. Con la chequera, Canelo logró que la subasta que organizaría la FIB por los derechos de la pelea quedara cancelada y el mexicano ganó su libertad de decidir quién será su siguiente rival.
Unos días después, la FIB puso presión y llevó a Usyk a renunciar a su título de Peso Pesado y eso generó que la revancha contra Tyson Fury no tenga los cuatro títulos. Acto seguido, el boxeador anunció a través de su cuenta de Instagram que renunciaba al cetro.
Canelo, que recibió un trato preferencial al haber solicitado dos prórrogas que le fueron concedidas y luego la FIB le autorizó a seguir como campeón por el simple hecho de haber pagado.
Entendible, es diferente pelearse con el rostro del boxeo de Norteamérica que garantiza el negocio, que hacerlo con un gran boxeador de Peso Pesado; pero que generó dudas sobre su viabilidad económica luego de enfrentar a Fury en territorio árabe y donde las bolsas superaron los 150 millones de dólares y no quedó claro que recuperaran el dinero.
Las cifras y las apuestas son claras, pero la FIB que se jacta de pregonar su rigor al momento de hacer valer el orden de sus candidatos al título ahora ha aplicado reglas que no son parejas, y si un reglamento no es igual, no termina siendo justo.
Usyk había solicitado una excepción para tener los cuatro cinturones cuando volviera a pelear con Fury; pero no sucedió y ahora se busca un nuevo monarca FIB, organismo que hace respetar sus reglas de acuerdo a quien se trate.