El inglés de McLaren falló dos veces en la clasificación para el sprint y cometió otro yerro en la carrea corta de Shanghái y apenas sumó un punto. Y de paso, otra vez repitió en la clasificación.
Ganar carreras en Fórmula 1 no es para cualquiera. En los casi 75 años de historia solo 115 pilotos lograron vencer, al menos, en una ocasión. Claro, aún más difícil es lograr el título: apenas 34 pudieron conseguirlo. Los números son claros, una cosa en triunfas en un Gran Premio y otra muy distinta es quedarse con el 1 al cierre de una temporada. Para lograr lo segundo, hay que tener un gran auto, consistencia, templanza, frialdad, estrategia, inteligencia, suerte y minimizar los errores. En algunos de esos rubros viene fallando Lando Norris.
El inglés tiene un gran auto, no hay dudas. Tal vez, el mejor de la actualidad en la F1. Su McLaren vuelta, lo mostró en el cierre del año pasado y en el arranque de este, con un chasis que tiene mejores con respecto al de 2024. En el resto de los ítems, justamente los que dependen exclusivamente de él, falla. Mostró falta de templanza en San Pablo 2024, bajo el diluvio, y dilapidó las chances que le quedaban de ser campeón. Sin embargo, en el arranque de la 76ª temporada en Australia, logró dar vuelta la taba. Soportó la lluvia, las difíciles condiciones y ganó, no sin haber andado por el pasto antes. Pero mostró una cara desconocida hasta ese día de Melbourne. Examen súper aprobado.
Un nuevo Norris había presentado credenciales de candidato gigante a la corona. Pero llegó China y esos errores que cometió hasta 2024 aparecieron otra vez. Fueron dos en la clasificación para el sprint, no pudo redondear una buena vuelta en la SQ3 y eso que había marcado un estratosférico récord en el primer parcial. Pero no pudo cerrar bien y quedó condenado al sexto puesto de largada.
Ya en el sprint, volvió a fallar en la primera vuelta, al pisar afuera con su MCL39 y ceder tres posiciones, cayó al noveno lugar. Desde ahí, a pesar del poderoso auto que tiene, no pudo avanzar. El graining en sus neumáticos (como en los del resto de los competidores) le jugaron una mala pasada y no podía meterse en la zona de anotación, que en las carreras cortas (seis en el año) premian a los ocho primeros. Muchísimo le costó poder pasar a Lance Stroll (en el final ya no podía llevar su Aston Martin) para ser octavo y sumar una unidad. Muy poca cosecha para el nivel de su McLaren y producto de tres errores en dos sesiones.
Tras finalizar octavo y mantener la cima del Mundial con dos puntos de ventaja sobre Max Verstappen, Norris, con cara de decepción, enfrentó los micrófonos: “Tengo que entender un poco, especialmente cuando hay graining en el neumático delantero, no soy bueno en esas condiciones, es una debilidad mía y tengo que hacerlo mejor”, confesó. Vale, y muchísimo, la autocrítica. Además, notó que su compañero de equipo sí fue veloz y logró ser segundo. “Oscar (por Piastri) fue rápido y tenía el ritmo”.
El inglés tenía rápida revancha en la clasificación para la carrera larga. Tenía que reducir a cero el margen de error, porque ya acumulaba tres en un día y medio de actividad. Sin embargo, lejos de mejorar, sumó dos más a su colección. En Q1 se quedó sin su primer tiempo por exceder los límites de pista en la novena curva. Y en el cierre de Q3, cuando no se puede cometer una equivocación porque ahí se define todo... Sí, Lando falló. Se fue afuera y debió abortar su chance. Así, quedó condenado a partir tercero, con un auto que claramente estaba para primera fila. Y, para colmo de males, la pole la hizo su compañero.
El inglés consiguió su primera gran alegría con Ferrari al vencer en la carrera corta de la segunda fecha del Mundial. Oscar Piastri fue segundo y Max Verstappen, tercero. Lando Norris, octavo.