El expresidente de la Scuderia en su época de gloria analizó el presente y no se mostró muy entusiasmado, a pesar de la llegada de Lewis Hamilton.
Luca di Montezemolo está asociado con la época más exitosa de la historia de Ferrari. El abogado italiano, director del comité organizador del Mundial de fútbol de Italia 1990, fue ungido por Gianni Agnelli como presidente de la Scuderia con la idea de volver a la senda del éxito y de reacomodar a la mítica marca después de la muerte de il commendatore. El team de Fórmula 1 no lograba el título de pilotos desde 1979 (con Jody Scheckter) y de Constructores desde 1983. Con Montezemolo comenzó la reconstrucción que termino con los años dorados de Michael Schumacher, Jean Todt y Ross Brown. Y siguió hasta la conquista de Kimi Räikkönen en 2007. En 2014 dejó su puesto en Ferrari, pero siempre se mantuvo como hincha.
Después de diez años, Montezemolo volvió a pisar un autódromo en el GP de Baréin, invitado por la familia real del pequeño estado de Medio Oriente. Su palabra fue buscada en el medio de una sequía de títulos de la Rossa que ya lleva casi 18 años en el campeonato de pilotos (desde Kimi) y 17 en Constructores (2008 fue el último). Para este año, la casa de Maranello decidió apostar fuerte y contratar a Lewis Hamilton, siete veces campeón del mundo. Pero, al menos en las tres primeras citas del año y ya disputada la mitad de la cuarta, los autos rojos no están para luchar por la punta contra los McLaren.
“Volver a una carrera de F1 es emocionante porque, primero, diez años es mucho tiempo. Segundo, porque espero traerle suerte a Ferrari, que la necesita urgentemente en estos momentos”, dijo el italiano de 77 años en una entrevista a la cadena RAI. Y fue aún más al hueso. “Me siento triste como aficionado porque veo un equipo sin alma”. Durísimo el concepto de la falta de espíritu, porque justamente ese es uno de las piedras basales de la marca italiana en toda su historia. “Ferrari es pasión, Ferrari trabaja día y noche, Ferrari nunca se rinde. Y también estoy un poco enfadado, porque esperaba, al menos este año, ver un coche realmente competitivo desde el principio”.
Claro, la contratación de Hamilton no pasó por alto en sus declaraciones: “Sabe que tiene su última oportunidad; llegó a Ferrari para ganar y culminar su carrera. Adaptarse a una nueva forma de trabajar es difícil, pero el problema es tener un coche capaz de competir en el Campeonato Mundial. Después de tantos años, necesitamos un coche ganador”, dijo. Y cerró con un análisis de cómo vio al SF-25 en Sakhir: “Si Ferrari hubiera resuelto los problemas de equilibrio y competitividad en Baréin, sería más optimista sobre el futuro. Hoy, después de las tres primeras carreras, tengo menos confianza”. Qué habrá pensado al ver el espejo de Charles Leclerc que salía volando en el tercer ensayo de Sakhir…