ARLINGTON -- Ganar cura todos los males, solía decir el ex entrenador Bill Parcells. Y para los Dallas Cowboys después de tres derrotas consecutivas nada mejor que una dosis de victoria contundente contra los Philadelphia Eagles para aliviar al menos la gran presión que cargaban todos los miembros de la organización.
Dallas lució de nueva cuenta como el equipo que se suponía sería contendiente, que tendría una gran ofensiva explosiva y una defensa capaz de competir con los mejores.
Otra vez parecieron los Cowboys que pueden generar carreras con Ezekiel Elliott al por mayor, consumir tiempo y ser contundentes en la zona roja.
Esos que comenzaron la temporada explosivos y verticales con una tercia de receptores titulares velocistas que son capaces de generar separación en la defensa.
Y su quarterback, Dak Prescott otra vez fue preciso y contundente.
“Hoy jugamos un futbol americano completo”, dijo Prescott. “Eso hace diferencia. Fue el mejor partido que hemos jugado en buen tiempo. La defensa, los equipos especiales… todos mis compañeros se desempeñaron hoy e hicieron mi trabajo más sencillo”.
Pero cuidado, este Domingo por la Noche, vencieron 37-10 a unos Philadelphia Eagles erráticos, que entregaron cuatro balones, incluidos dos en las primeras dos series ofensivas, y que han sido inconsistentes durante toda la temporada.
De nueva cuenta, los Cowboys vencieron a un equipo que amanecerá este lunes con marca perdedora. Sin embargo, eso es intrascendente para los Cowboys.
“No nos importa nada de rival, ni sus números, ni sus jugadores”, dijo el safety Xavier Woods, quien interceptó en el último cuarto. “Tenemos que concentrarnos en lo que hacemos nosotros. Si salimos conectados y evitamos los errores mentales podemos ganarle al que sea”.
Fue una gran diferencia para la ofensiva que su defensa les entregara el balón en campos cortos y que ellos fueron contundentes de principio a fin. Mucho tuvo que ver que regresaron de lesiones sus dos tackles ofensivos titulares, Tyron Smith y La'el Collins, y dos de sus tres mejores receptores, Amari Cooper y Randall Cobb.
Los cuatro fueron protagonistas de diferentes maneras en el ataque, con y sin balón. Los linieros obvio bloqueando para que Prescott pudiera pasar y para que Elliott pudiera correr. Y los receptores para ambas cosas también.
Prescott completó 21 de 27 pases, incluido uno de 44 yardas a Cooper, y 239 yardas; logró dos pases de touchdown y uno por carrera. Su índice de efectividad fue de 100.5 puntos. Sufrió una intercepción de pase que jamás debió ser lanzado.
Elliott se convirtió en el primer jugador en los últimos nueve partidos que supera las 100 yardas (111) contra la defensa de los Eagles y anotó touchdown.
La defensa sólo permitió 283 yardas totales, 115 por carrera y 191 por pase. Falló menos tackleos, presión al quarterback Carson Wentz. Sobre todo, jugó con la energía e intensidad que pareció perdida las semanas más recientes.
Las cosas saliero también para Dallas y sus aficionados que hasta el pateador Brett Maher acertó los dos goles de campo que intentó, incluido uno de 63 yardas para cerrar la primera mitad.
“Tenemos que seguir adelante”, dijo Prescott. “Tenemos que construir de esto y seguir confiando en cada uno de nosotros”.
El entrenador Jason Garrett, sus asistentes, en especial defensivos, y sus jugadores podrán respirar con menos presión y más tranquilos durante las próximas dos semanas, ya que el domingo siguiente no tienen partido.
“La verdad es que nunca ponemos atención en el ruido externo”, dijo Prescott. “Tenemos un vestidor bien unido que se apoya el uno al otro. Vamos a trabajar tranquilos, como siempre hacemos. En dos semanas tenemos que otro partido que ganar, contra los Giants”.
Además, tendrán tiempo para recuperar al resto de los lastimados, entre ellos Leighton Vander Esch y Robert Quinn, quienes no pudieron terminar el partido por lesión de cuello y costillas de manera respectiva.
Garrett dijo que este lunes ambos serán sometidos a mayores evaluaciones médicas para conocer la severidad de la lesión.