La suerte de los Dallas Cowboys parece empeorar cada día. A siete ausencias en tres semanas como consecuencia de contagios de COVID-19 y una suspensión, ahora deben sumar la lesión de DeMarcus Lawrence.
El ala defensivo de 29 años estará fuera entre seis y ocho semas por una fractura en el pie derecho y su ausencia se da en una posición en la que, cada vez, los Cowboys tienen menos jugadores y en la que el talento es escaso.
Es poco probable que el otro ala defensivo titular de los Cowboys, Randy Gregory, uno de los elementos contagiados de COVID-19, esté listo para el duelo ante Los Angeles Chargers del próximo domingo.
Los Cowboys tienen pocos elementos con experiencia entre sus alas defensivos suplentes, grupo que incluye a Dorance Armstrong, jugador que ha prometido desde que llegó en el draft de 2018, pero que se ha quedado corto de las expectativas. El principal punto de optimismo es que tuvo su mejor pretemporada como profesional en 2021, incluido el duelo ante los Arizona Cardinals, en el que logró dos capturas entre sus cinco tacleadas sin asistencia.
Armstrong ha sido parte del equipo activo en 47 de los 49 partidos probables desde que llegó a la NFL, aunque sólo ha logrado 2.5 capturas de quarterback. Lawrence cuenta 45.5 capturas en sus ocho años con los Cowboys, 31.5 en las últimas cuatro temporadas.
Del otro lado de Armstrong es muy probable que jugará Tarrel Basham, agente libre de mediano perfil que estuvo las últimas dos temporadas con los New York Jets, después de ser elegido por los Indianápolis Colts en la tercera ronda del draft de 2017. Atrás de ellos en el roster actual están Bradley Annae y Chauncey Golston, reclutados en los dos últimos drafts, pero sin experiencia en temporada regular.
Los Cowboys deben estar preocupados, y en serio, y no sería una locura pensar que revisen el mercado exterior ante la imposibilidad casi crónica de presionar a los quarterbacks rivales o de realizar las maniobras más elementales contra la carrera, incluso hasta cuando estuvieron en el campo juntos Lawrence y Gregory.
Sólo hay que recordar la manera en que permitieron yardas totales y por carrera la temporada pasada y en el primer juego de la actual, cuando Tom Brady jamás fue presionado de manera seria en la derrota ante los Tampa Bay Buccaneers.
Esta defensiva de los Cowboys tiene problemas. Con sus dos alas principales fueron uno de sólo dos equipos sin capturas en la Semana 1 del calendario regular.
Es de pensarse que el novato Micah Parsons tendrá actividad también como linebacker externo, casi ala defensivo, como hizo en los entrenamientos de pretemporada. El problema es que dejará un hueco en el interior, el cual ha sido imposible de cubrir por Jaylon Smith y, cuando está sano, Leighton Vander Esch.
Parsons puede presionar por ambos lados de la línea y es capaz de moverse de lado a lado con velocidad, algo que escasea en la defensiva de Dallas, pero así como sucede del lado ofensivo cuando evalúan las posibilidades de reemplazo del suspendido La’El Collins como tackle derecho, los Cowboys tendrán que meditar si cavan un hoyo para tapar otro en su línea defensiva.