LUSAIL -- Primero es el turno de los más jóvenes. Julián Álvarez sonríe tímidamente y se disculpa. Atrás suyo, Enzo Fernández y Thiago Almada también pasan de largo. Rodrigo De Paul camina con el gesto serio, como pocas veces. Nicolás Otamendi agradece y sigue su camino. Papu Gómez se justifica porque ya habló para las cámaras de TV.
Un rato después de la histórica derrota por 2-1 frente a Arabia Saudita en el debut de la Selección Argentina del Mundial de Qatar 2022, en la zona mixta del imponente estadio Lusail reina el desconcierto. El gran desafío es encontrar explicaciones para un resultado tan sorprendente como merecido.
El primero en detenerse frente a los medios de prensa escrita fue Emiliano Martínez. Y fiel a la personalidad que demuestra bajo los tres palos, no tuvo miedo en hacer autocrítica: “Esperábamos jugar como una final y no lo hicimos. Cuando metimos el primer gol nos relajamos un poco”.
Mientras hablaba Dibu, Ángel Di María aprovechó pasar rápido por detrás. “Si queremos salir campeones del mundo, es bueno que el tropezón haya sido hoy", declaró el arquero de Aston Villa con optimismo.
Los periodistas presentes mantuvieron sus lugares. Claro, faltaba que pasara él. De repente, se escuchó un fuerte murmullo desde el otro lado de los banners publicitarios. Por la extensa “víbora” que separa el vestuario del micro tenía que pasar Lionel Messi.
Hasta que finalmente llegó el capitán y se detuvo. Los cinco reporteros argentinos que siempre mantuvieron su lugar, de repente se vieron acompañados por otros 20 (aunque parecían miles). Amontonamiento, mucho roce físico, manotazos, intentos desesperados por llegar con el celular o micrófono hasta el 10. Solo el buen material con el que están confeccionadas las vallas impidió que alguno se lastimara.
El capitán tampoco le escapó al análisis de las fallas del equipo de Lionel Scaloni: “El gol tan temprano nos hizo confundir”, “Caímos en el error de acelerarnos”, “Con el 2-1 nos desordenamos, perdimos el funcionamiento y jugamos a la desesperada”.
La descripción del vestuario impacta: “Muertos, un golpe muy duro. No esperábamos arrancar de esta manera”. Rápidamente, el líder del grupo se mostró optimista: “Que la gente confíe porque este grupo no los va a dejar tirados”.
Después de permanecer durante cuatro minutos y medio, el 10 abandonó la zona junto al jefe de prensa de la AFA. Esa maraña insoportable de periodistas apretados por fin se descomprimió.
Lo mismo necesita la Selección: conseguir un triunfo ante México para liberarse, ganar comodidad y empezar a dejar atrás este mal trago.