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Los Maldonado Maira: hijos y hermanos de jugadores de selección, siguieron el legado hasta hacer historia

Los padres de María Jesús (24) y José Pedro (27) les dieron mucho más para compartir que el apellido Maldonado Maira y una familia. Cuando nacieron seguro no lo imaginaron, pero el amor por el hockey ya corría por sus venas. Isidora y Miguel de jóvenes disfrutaron su vida en el Country Club (Prince of Wales, donde se llevó a cabo la Copa Panamericana) mientras practicaban aquel deporte que no era popular en su momento pero que les generó la pasión suficiente (aunque también había talento) para llegar a la selección de su país. Y eso se los transmitieron a sus cuatro hijos, sin querer o queriendo un montón.

“Jesu” y Pedro, los más pequeños, continuaron el legado deportivo y eligieron los mismos elementos: el palo y la bocha, y claro, en el club de siempre y donde también estaban ya instalados sus dos hermanos mayores. Los dotes se notaban, fueron convocados a las escuelitas formativas con no más de 13 años y desde ese momento jamás se separaron de la ilusión que les generaba vestir “La Roja” y que ya habían concretado un hermano y sus padres. En 2012, José Pedro debutó en la selección mayor y en 2017 lo hizo “Jesu” con Las Diablas. Así, los Maldonado Maira sumaron dos figuritas más en su historia con el hockey y el equipo nacional.

El proceso de cada selección, masculina y femenina, era distinto, estaban en diferentes etapas, pero hubo algo que unificó los caminos: le llegada de Sergio Vigil al hockey chileno como Head Coach en 2016. En enero se disputó la Copa Panamericana que otorgaba plazas para el Mundial (Chile nunca fue en ninguna rama) en Santiago, y en el club de esta familia. El objetivo estaba claro. “Desde que nos enteramos que iba a haber dos cupos para el Mundial pensamos que esta vez no se nos podía escapar”, contó Pedro. Y María Jesús agregó: “En 2017 jugamos esa final de la Copa de Lancaster que perdimos con Argentina y había solo un cupo, y rasguñamos la clasificación en la World Series League, así que cuando nos dijeron que había tres cupos para las mujeres también sabíamos que era nuestra oportunidad”. América tenía la chance de tener por primera vez más representantes en una Copa del Mundo, y Chile estaba agazapado esperando la oportunidad.

Cachito Vigil llegó para convencer a los equipos nacionales que sí se podía y que quería hacer algo histórico. “Más allá de la técnica y la táctica de Cacho, lo que nos cambió fue su mentalidad. Es el primer entrenador que nos habló de un Mundial y de los Juegos Olímpicos, tenía la intención de llevar el hockey chileno a la élite. Antes de él no se hablaba de este tema”, lanzó la jugadora de Las Diablas. Y con respecto a los varones, aunque no forma parte de manera directa del cuerpo técnico, también tuvo su aporte: “El mensaje nos llegó. Nos habló de tener actitudes mundialistas y nos lo creímos. Esa fue la forma de ayudar a los hombres”, dijo Pedro.

La primera instancia decisiva para determinar la clasificación eran las semifinales. Llegar a ellas ya habilitaba a agrandar el sueño. El equipo femenino finalizó segundo del Grupo A por lo que debió enfrentar a Trinidad y Tobago, tercero del Grupo B, en un cross-over para ver quién llegaba a la semi. Ese día, el 25 de enero, María Jesús recibió la noticia más triste: su abuelo, que no estaba bien de salud, había fallecido.

“Fue muy difícil jugar, quería estar con mi familia, con mi mamá, pero recuerdo que mi hermano me dijo que me levante, que vaya. Después del partido pensé que mi abuelo era el que siempre me preguntaba por el hockey y estaba al tanto de todo, y tal vez me lo preguntaba tres veces porque no lo recordaba, pero lo tenía presente. Esto es lo que más le gustaba a mi abuelo, y pensé que ahora teníamos que ir a ganarle a Estados Unidos (semifinales) por él también”, contó Jesu con la voz entrecortada.

Al día siguiente, los varones pasaron la misma situación debían ganar ese partido para continuar con el deseo de hacer historia. “Tenía que salir a jugar por el equipo, por la familia, por él”, dijo Pedro. En la zona mixta posterior a esa victoria se quebró. Se le notaba un brillo distinto en sus ojos y ante la consulta sobre la emoción de estar a un paso de crear una marca imborrable en el hockey no aguantó el llanto. Y ahí confirmó que la única forma de seguir adelante era tener a su abuelo como bandera en esta batalla.

Los Maldonado Maira ya tenían su historia en el hockey, en la selección. Llegaron los dos más chicos de la familia para revolucionar la historia propia y convertirla en la de todo el deporte. Y en el medio, lo inesperado, el partido más difícil no era solo el que los dejaba avanzar en el torneo, sino la lucha interna por no decepcionar a su abuelo, el que siempre estuvo atento y ahora estará siguiéndolos en otra tribuna para verlos bien de cerca en el Mundial de España - Países Bajos y en el masculino de India.

Jesu y Pedro recordarán siempre cada fecha, cada gol, y el resultado final de esta Copa Panamericana que los llevó a escribir el libro grande del hockey chileno. Son los únicos hermanos chilenos que tendrán presencia en ambos torneos: femenino y masculino.