Espejo como deportista y persona para más de uno en el ámbito deportivo, el expiloto brasileño Ayrton Senna consideraba al tenis como uno de sus principales hobbies para despejarse y entrenarse, motivo por el cual aprovechó su apretado calendario para asistir a la final femenina de Roland Garros 1992, cuando la estadounidense Monica Seles superó 6-2, 3-6 y 10-8 a la alemana Steffi Graf.
A exactamente tres décadas de su partida física, el recuerdo de una de las máximas leyendas del automovilisimo, quien se proclamó campeón tres veces en Fórmula 1, en 1988, 1990 y 1991, categoría en que totalizó 161 Grandes Premios, 41 victorias, 65 pole positions, 80 podios y 19 récords de vueltas, en el polvo de ladrillo francés no pasa desapercibido en el circuito, principalmente porque atrasevaba su estrellato y la transimisión oficial del encuentró no ignoró su presencia.
Cabe destacar que el carismático paulista, que el domingo primero de mayo de 1994 perdería la vida al sufrir un choque en la curva de Tamburello, en el GP de San Marino, días antes se había consagrado en Mónaco, donde le arrebataría el triunfo al imbatible británico Nigel Mansell, el cual se había adueñado de las primeras cinco carreras de la temporada, aventajándolo en las últimas vueltas.
De esta manera, el 06 de junio de 1992 se formaría un vínculo inquebrantable entre el tenis y el automovilisimo, a raíz de la concurrencia del histórico deportista, que no se perdería una nueva coronación de la nacida en Novi Sad, Serbia, confirmando su inmejorable actualizar para levantar el Major parisino por tercera ocasión consecutiva y encadenar 53 partidos sin ceder.