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Alejandro Montecchia en exclusiva con ESPN: la Generación Dorada, los 20 años del oro olímpico y el evento que viene en Parque Roca

Alejandro Montecchia flexiona el codo, levanta la mirada y lanza. El balón hace un arco perfecto y lejos de coquetear con el cilindro, se abraza a la red. "Si toca el aro no vale", dice. Y se ríe. El Puma, el jugador altruista que cedió protagonismo para que Manu Ginóbili vuele a la eternidad ante Serbia, que fue figura en el triunfo ante Italia en la final de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, regresa ahora al primitivismo de sus artes. Un volver a empezar en Bahía Blanca, su ciudad. Capital nacional del básquetbol. Tirar, ir a buscarla y volver a tirar. No estamos en Bahiense del Norte, pero sí en el Dow Center, el estadio que ideó -y materializó- su socio en el puesto de base, Pepe Sánchez.

A su alrededor, cientos de personas realizan actividades en este complejo único. Algunos miran a Montecchia tirar al aro como quien observa un paisaje natural del lugar que tocó nacer. Alejandro, un aro de básquet y su gente. Veinte años después del triunfo más importante de la historia del básquetbol argentino, los jugadores volverán a reunirse para celebrar ante su gente. Será el 2 de noviembre en Parque Roca, en un evento que será transmitido por Disney+ y promete ser emocionante.

"Tenemos muchísima ansiedad de vernos otra vez. Será la primera oportunidad en la que nos volvamos a juntar los doce desde el oro olímpico. Desde aquella noche en Atenas que no lo conseguimos. Por distintas situaciones no lo pudimos hacer", dice el Puma, quien se prepara a diario para volver a jugar a sus 52 años. "El tiempo pasa factura, el cuerpo lo siente. Yo tengo un reemplazo de cadera, el deporte de alto rendimiento tuvo costos. Pero estoy entrenando a un ritmo normal, tranquilo, para aguantar a un ritmo respetable. Estoy tirando mucho al aro", cuenta el Puma.

"Hago una rutina de movimiento con tiros de tres puntos. No paro hasta meter cien. Tiro, voy a buscarla y sigo. Siempre moviéndome. Eso lo hago en series, después cambio, lanzo a pie firme y combino con pesas para estar fuerte. Arranqué en julio, hago de lunes a viernes. Generalmente son pesas a la mañana y lanzamientos por la tarde".

Montecchia saltó desde el banco en la final contra Italia (84-69), y convirtió 17 puntos, entre los que se destacan dos triples fundamentales para ganar.

"Nos mandamos videos y nos preocupamos cuando alguno siente alguna molestia. Nos vamos tirando tips de cómo manejar esas situaciones para llegar bien al 2 de noviembre", señala Alejandro.

Montecchia: "Nos sorprendimos de que estén todas las entradas vendidas"

El evento de Parque Roca será transmitido por ESPN. Si bien hay muchas cuestiones del evento que permanecen en modo incógnito y serán sorpresa para los presentes, todas las localidades están agotadas desde hace semanas.

"Estamos sorprendidos por la repercusión que tuvo. Se que va a haber competencias de tres puntos con invitados especiales, situaciones de partido, creo que muchas cosas van a ser sorpresa. Para la gente y para nosotros también", revela el Puma. "Queremos divertirnos, que el público disfrute y la pase bien".

Será el reencuentro del público argentino con el equipo que consiguió un imposible: ganar los Juegos Olímpicos, siendo la única nación que logró un mérito así desde 1992, cuando el Dream Team desembarcó en el planeta tierra en Barcelona. Desde ese entonces, todas las competencias, a excepción de la de 2004 que ganó Argentina, fueron ganadas por Estados Unidos.

"Nuestro equipo no tuvo un reencuentro conjunto con la gente. Creo que nos equivocamos en ese momento al no volver todos juntos de Atenas. Cada uno tomó rumbos distintos para volver con sus equipos, por las exigencias que tenían. Debimos volver todos juntos al país para tener el recibimiento que merecíamos", confiesa Montecchia. "Sí creo que luego, con los partidos que jugó Argentina en el país, fuimos recibiendo el cariño de la gente, siempre de manera individual".

Luego del evento, los integrantes de la Generación Dorada, a excepción de Carlos Delfino, quien regresará a Italia para cumplir sus obligaciones como jugador de Benedetto XIV Cento, continuarán su tour de reencuentro en la ciudad de Mendoza.

"Hace tiempo dijimos que nos teníamos que reencontrar por lo menos una vez al año en algún lugar del mundo a pasar unos días. Lo pudimos concretar la primera vez en un hotel en Pilar, pero éramos siete u ocho. Al otro año no pudimos coordinar, luego vino la pandemia, y ahora queríamos retomar. Se tiraron ideas locas por los 20 años, por ejemplo ir a Atenas, pero terminamos organizando para ir a Mendoza. Seremos once".

El valor de Rubén Magnano como conductor

Años atrás, Alejandro Montecchia tuvo un gesto reparador con Rubén Magnano. Los entrenadores, en los Juegos Olímpicos, no reciben medalla y fue el Puma quien mandó a hacer una especial para el entrenador cordobés en una joyería de Bahía Blanca. Se la entregó tiempo después, en una charla de café, en un momento emocionante que nunca fue olvidado por el ex coach argentino.

"La gente siempre tuvo reconocimiento para Rubén. Yo me quedo con la imagen del Preolímpico de Mar del Plata, él con la Selección de Brasil y un aplauso ininterrumpido del público que duró casi tres minutos. Fue justo y emocionante a la vez", dice el Puma. "Estoy seguro que la gente se lo va a hacer saber en Parque Roca. No tuvo otra oportunidad en la Selección, eso fue increíble, pero el cariño siempre estuvo y está presente".

Gana uno, ganamos todos

Los integrantes de este equipo inolvidable estuvieron siempre conectados entre sí. En cada éxito individual, volvió a brillar el conjunto. Hubo dos hechos donde esto quedó de manifiesto: el retiro de la camiseta 20 de Manu Ginóbili en San Antonio Spurs y su exaltación al Salón de la Fama. En ambos eventos hubo presencia de los jugadores de Argentina que ganaron el oro olímpico y también mención especial para ellos.

"Sentimos una inmensa felicidad cuando algún integrante del equipo tiene éxito en algo. Recuerdo ver las Finales de San Antonio cuando yo era jugador de Regatas Corrientes. No me olvido como lloré contra la pantalla del televisor cuando Manu y Fabri (Oberto) ganaron el anillo de campeón en 2007. Ver a mis amigos conquistar cosas así es maravilloso. Nos mantenemos al tanto de las cosas que le pasan a cada uno y cuando ocurre algún inconveniente nos ayudamos entre nosotros. Es un equipo que permanece unido más allá del tiempo", confiesa el ex base de Pamesa Valencia.

Los momentos imborrables de Alejandro Montecchia en Atenas 2004

"Me quedo con la inauguración de los Juegos. La salida del túnel al estadio fue algo inolvidable. Fue cumplir un sueño. Lo mismo vivir esas semanas en la Villa Olímpica. La camaradería, el compartir con otros atletas, es una experiencia de vida impagable. Y otro momento, por supuesto, fue el podio olímpico. Estar ahí arriba con mis amigos viendo la bandera argentina en lo más alto es algo que al día de hoy me cuesta describir", señala Montecchia.

Hay un partido que para el imaginario deportivo estadounidense se califica de pesadilla. Para el argentino, de confirmación. Tras el primer triunfo de Argentina ante un Team USA compuesto por jugadores NBA en el Mundial de Indianápolis 2002, ocurrió dos años después una nueva victoria ante los NBA en Atenas 2004. Aquel equipo contaba, entre otras estrellas, con Allen Iverson, Tim Duncan y un joven LeBron James. No fue un partido más: obligó a USA Basketball a cambiar, rearmarse y volver a conquistar el oro olímpico cuatro años después con el Redeem Team, liderado por Kobe Bryant en la cancha y Mike Krzyzewski en el banco de suplentes.

"Estábamos convencidos que era un partido que teníamos muchas chances de ganar. Todos pensábamos así. En Indianápolis pensábamos que teníamos un 5% de chances de ganar y en Atenas sentíamos que esas chances estaban a un 70%. Sabíamos que ellos no estaban finos, tenían excelentes individualidades pero no funcionaban como equipo. Si nosotros jugábamos al cien por cien y teníamos un plan de juego acorde, ganábamos", dice el Puma. "A mí me creció muchísimo la confianza en la entrada en calor ese día. Yo los miraba y ellos tenían un nivel de displicencia altísimo. Se reían, hacían chistes, como si fuese un partido de serie regular NBA. Nosotros teníamos el cuchillo entre los dientes. Me acuerdo que pensé por dentro: 'No saben lo que les espera'. De verdad, no lo sabían".

Un oro que les cambió la vida

"Tengo el recuerdo de la noche después de ganar el título. Dejo la villa olímpica a la noche porque tenía que tomar un vuelo a Madrid. Llevaba la medalla en la campera y cada tanto, escondido porque me daba vergüenza, la tocaba, la sacaba y la miraba. Quería asegurarme que todo esto había pasado", cuenta el Puma. "No había teléfonos con whatsapp, ni pantalla táctil, ni nada. Cuando llegue a España empezaron a entrar todas las llamadas. Mi representante extasiado, me decía que Tinelli (Marcelo) quería que esté en el programa, Mirtha (Legrand), Susana (Giménez) también... Yo lo único que quería era ir a mi casa a ver a mi familia. Pero terminé yendo a lo de Tinelli. ¡Y gané eh! Me hicieron tirar y gané unos vinos. Eso sí, fue interesante como llegué: me avisaron en Buenos Aires antes de viajar a Bahía, llegué a mi ciudad y Tinelli me puso un avión privado a las cinco de la tarde para volver a Buenos Aires para el programa de la noche. Una locura".

La Generación Dorada fue un equipo que despertó cosas en el colectivo albiceleste. No solo fue ganar, sino a la manera que lo hizo: sin pasar semáforos en rojo, sin tirar papeles al suelo. Fue un triunfo aspiracional, que enorgulleció al país por el contenido pero también por la forma. Generación de valores.

"Para nosotros no fue solo un equipo. Somos personas que pensamos igual, que nos llevamos muy bien fuera y dentro de la cancha. Amigos. Obviamente el talento y el trabajo se combinaron. Tuvimos la fortuna de tener dos jugadores por puesto", asegura el Puma. "Nos protegimos siempre entre nosotros. Creíamos que las cosas debían hacerse de una manera, tanto como grupo como de manera individual. Rubén tuvo que ver en la disciplina, la manera de trabajar, de comportarse. Había una filosofía de trabajo y quien no estaba de acuerdo debía irse. Había una gran parte de resistir, sobre todo al principio. El tenía la impronta de que si no podías entrenar al cien por cien, no había que entrenar. Todo era al límite", confiesa Montecchia.

"Pudimos ganarlo. La diferencia entre ganar y perder son detalles. Lo que pasó en Indianápolis, con Bodiroga (Dejan) teniendo la pelota en su poder, nos hizo perder. En Atenas, pasó lo contrario. Nos sirvió perder para poder ganar después. Tenés una nueva piel, estás preparado para que no te vuelva a ocurrir", cierra el Puma. "Quizás eso fue una gran enseñanza: perder te motiva a hacerlo mejor. Así se crece como deportista. La derrota es un escalón hacia la victoria. Campeón no solo es el que gana, sino quien no deja de intentarlo. Eso es trasladable a todos los ámbitos: trabajo en equipo, resolver cara a cara, darle valor al colectivo por encima de lo individual. Esa fue y es la gran diferencia".