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El caso Carlos Beltrán: ¿tiene méritos suficientes para entrar a Cooperstown?

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Decepción entre los especialistas de ESPN por la decisión del Comité de la Era Contemporánea para ingresar al Salón de la Fama. (4:54)

El puertorriqueño tiene un curriculum que incluye ser uno de los bateadores más balanceados en la historia de las Grandes Ligas.

El puertorriqueño Carlos Beltrán, quien se encuentra en su cuarto año de elegibilidad en la boleta de votación de Cooperstown, es uno de los casos más complejos e interesantes entre los peloteros que buscan entrar al Salón de la Fama en 2026. Su carrera de 20 temporadas en Grandes Ligas reúne credenciales que, en circunstancias normales, serían más que suficientes para asegurar la inmortalidad. Sin embargo, todo su expediente ha estado marcado por la sombra del escándalo de robo de señas de los Houston Astros en 2017.

Hasta que ese esquema salió a la luz, la candidatura de Beltrán parecía encaminada sin mayores obstáculos. Durante los últimos tres años, el castigo del electorado ha sido evidente, aunque con una boleta particularmente débil en esta ocasión, sus posibilidades de avanzar podrían ser mayores.

Como ocurre con figuras como Fernando Valenzuela o Carlos Delgado, a quienes evaluamos con anterioridad, el caso de Beltrán está compuesto por argumentos sólidos a favor y elementos que restan fuerza a su perfil.

El punto negativo más claro es el escándalo de los Astros. La polémica le costó el trabajo como dirigente de New York Mets, aunque permanece vinculado a la organización en otro rol. Para muchos votantes, esta es la oportunidad para manifestar algún tipo de sanción moral ante un sistema que, en su momento, no produjo consecuencias significativas para los jugadores involucrados. No todos consideran esto justo, pero es un factor real en su proceso.

Desde la perspectiva estadística, Beltrán presenta números acumulativos importantes, aunque no dominantes. Su OPS+ de 119 es muy bueno, pero queda por debajo de figuras históricas como Ken Griffey Jr. (136) o Duke Snider (140), ambos jardineros centrales ya inmortalizados en Cooperstown. Incluso al compararlo con otro candidato que no logró entrar, Jim Edmonds, Beltrán aparece por debajo, ya que Edmonds terminó con un OPS+ de 132.

Entre sus logros individuales destacan el premio de Novato del Año en 1998, nueve apariciones en el Juego de Estrellas y tres Guantes de Oro. Sin embargo, solo obtuvo dos Bates de Plata, nunca ganó un MVP y apenas una vez terminó dentro del Top 5 de la votación, en 2006.

Sus 435 jonrones, 2,725 hits, promedio de .279 y OPS de .837 evidencian lo completo que fue ofensivamente, especialmente siendo bateador ambidiestro, pero no terminan de ubicarlo en la élite. Apenas en cuatro temporadas alcanzó los 30 cuadrangulares y en ocho remolcó al menos 100 carreras. Si bien se quedó relativamente cerca de hitos históricos como los 3,000 imparables o los 500 cuadrangulares, no logró alcanzarlos. Aun así, pertenece a un grupo muy exclusivo: solo cinco jugadores en la historia han acumulado al menos 400 jonrones y 300 bases robadas.

En términos de WAR, Beltrán cerró con 70, una cifra altamente positiva y comparable a la de otros jardineros centrales ya en el Salón de la Fama. Sin embargo, jugadores con un impacto similar, como Edmonds o Kenny Lofton, también han visto sus candidaturas estancadas.

Su historial de postemporada eleva, sin duda, su perfil. Beltrán bateó .307 con OPS de 1.021, 16 jonrones y 42 empujadas en 65 encuentros de playoffs, además de ser una pieza clave del campeonato de 2017. Su dominio en octubre es recordado por muchos como uno de los argumentos más convincentes a su favor, aunque nuevamente, ese mismo título permanece ligado al escándalo que ha frenado su entrada a Cooperstown.

La candidatura de Carlos Beltrán reúne virtudes indiscutibles y obstáculos que han complicado su camino hacia Cooperstown. Sus números ofensivos, su combinación de poder y velocidad, su impacto como jardinero central y su desempeño en postemporada lo colocan entre los talentos más completos de su generación.

A pesar de estar bajo la sombra del escándalo de robo de señas del 2017, en una clase relativamente débil en 2026, el perfil global de Beltrán podría finalmente posicionarlo lo bastante alto como para recibir la llamada a la inmortalidad. Su caso continuará generando un debate donde conviven la grandeza deportiva y las consecuencias de un capítulo oscuro que marcó al béisbol.