“Cuando hay una diferencia de categoría hay que marcarla”, dijo Marcelo Gallardo en sus tiempos de entrenador de River tras un aplastante 7-0 sobre Central Norte de Salta en el choque de Copa Argentina. Claro, cuando la superioridad es tan grande, la duda surge: ¿cómo se respeta, yendo a fondo y nunca aflojando y levantando un poco para no pegarle al rival que ya está en el piso? Max Verstappen dio una muestra de superioridad tan abismal en el GP de Austria, décima fecha de Fórmula 1 que se vive por Star+ (no incluye México), que se cebó. Tanto, que pidió por la radio parar en boxes en la penúltima vuelta para calzar neumáticos nuevos y buscar el record de vuelta. El colchón de 23s9 que tenía sobre Charles Leclerc le alcanzaba para volver a pista adelante, pero ¿y si pasaba algo? ¿Si se trababa alguna pistola neumática en sacar o poner la tuerca central de las llantas? ¿Si se paraba el motor? ¿Si se pasaba del límite de velocidad en la calle de boxes y era penalizado? Claro, son todos hechos que quedaron ahogados en lo única verdad: la realidad. Porque el bicampeón volvió a pista adelante del monegasco, logró el punto extra en el giro final y se quedó con su 42º éxito en la categoría, superando la línea de Ayrton Senna.
El combo perfecto que forman por estos tiempos Verstappen y Red Bull permiten el lujo de arriesgar de más, darse alardes casi despóticos y pisotear el ánimo de los rivales. Y eso hizo el equipo de las bebidas energizantes en Spielberg. En el medio de todo existe la confianza absoluta del piloto con la escuadra para jugar su triunfo en un cambio de neumáticos y la del team con el corredor, porque saben que el riesgo tendrá resultado positivo. Ahora bien, ¿cómo habrán visto los otros equipos que luchan por alcanzar al equipo austríaco la acción casi fanfarrona?
La superioridad de Red Bull está clara: desde que se impuso la nueva normativa técnica del efecto suelo para el ejercicio 2022, ganó 26 de las 31 carreras disputadas; 22 de la mano de Verstappen, y venció en las nueve corridas en 2023 (se canceló el GP de Emilia-Romagna). El tricampeonato para Max es solo cuestión de tiempo; ya le sacó 81 puntos a Checo Pérez, su lejano escolta y, para colmo, compañero de equipo. Es decir, no es rival directo en la pelea por el título porque Max es el número 1 de la escuadra y el mexicano deberá seguir adelante con su papel de fiel escudero. Para encontrar al primer rival potencial hay que ir hasta Fernando Alonso, tercero, a ¡100 puntos! Con la diferencia que hay, ¿era necesario el riesgo de la parada en boxes para sumar una unidad o fue por el solo hecho de enrostrarle a toda la Fórmula 1 que están sobrados y que ni sueñen con alcanzarlos en lo que queda de 2023? A todas luces, da la sensación de ser la claramente la segunda opción. Parafraseando a Gallardo, sí, es cierto que Red Bull marcó la diferencia, pero lo de Austria parece haber escalado algún peldaño más y rozar la humillación. Peligroso, porque ahora estarán esperando que se manque. Mientras el camino sea de rosas y no de espinas… “Todo fue perfecto hoy. Fue muy importante mantenerme en la punta en la primera curva”, dijo el bicampeón.
Dejando a un lado a Verstappen, de notable triunfo, hay que destacar el trabajo de Charles Leclerc. Con su Ferrari mejorada (nuevo alerón delantero, fondo y cubre motor) se mostró competitivo dentro de los terrenales, como también su compañero Carlos Sainz. Más allá de que la doble parada en boxes que hizo el equipo bajo auto de seguridad virtual salió bien al estilo de la casa de Maranello: mal. Primero, se trabó un neumático del SF-23 del monegasco. Detrás, el español esperaba paciente. Y, por si quedaba algo más para destrozar la carrera del madrileño, se sumó que ¡también se trabó una cubierta en su coche! Ahí está la superioridad y el combo Red Bull. Parece utópico imaginar a la Rossa llamando a uno de sus pilotos en la penúltima vuelta para ir por el record. O que uno de sus corredores pida por radio tomar el riesgo. Confianza mutua, que por la escuadra italiana no anda ni cerca.
El segundo lugar de Leclerc fue algo mentiroso, porque Checo Pérez debería haber estado en ese lugar, de no ser por su mala clasificación (por cuarta cita en fila no llegó a Q3). El mexicano está obligado a enderezar el rumbo en la tanda cronometrada para que los autos austríacos completen el desfile de cada fin de semana. De todas maneras, el tapatío protagonizó una gran remontada desde el 15º lugar de partida para llegar al podio.
En tanto, Aston Martin y Mercedes perdieron el rumbo en Austria. Después de los podios de Fernando Alonso, con el auto inglés, y Lewis Hamilton, con la Flecha de Plata, en Canadá, en Spielger sufrieron mucho. “Todo el auto es un problema”, dijo el heptacampeón tras su opaco séptimo lugar, justo un puñado de días antes de llegar a la carrera que más espera: el GP de Gran Bretaña. Para colmo, cinco horas después de la carrera, el inglés cayó al octavo puesto tras la sanción de diez segundos que recibió tras la revisión que la FIA hizo de los excesos a los límites de pista. Otro que sufrió fue Sainz, quien bajó de cuarto a sexto por lo mismo, diez segundos que le agregaron a su tiempo cuando el español ya se había ido del autódromo (Lando Norris subió al cuarto lugar y Alonso, al quinto).
El Mundial seguirá en pocos días en este julio frenético, con cuatro carreras en cinco fines de semana. La próxima parada: Silverstone, con la actividad que comenzará el viernes 7.