El parate vacacional del verano boreal al que ingresó la Fórmula 1 tras el Gran Premio de Bélgica genera un hecho fáctico: Max Verstappen pasará 28 días sin ganar. Que la categoría frene su marcha es la única forma en la que el bicampeón no se suba al escalón más alto del podio de algún circuito del mundo, porque cada vez que haya carrera, la imagen será la misma. Sí, como pasó en Spa-Francorchamps, como venía de pasar en Hungría, como pasó en las últimas ocho competencias del Mundial y como pasó en 25 de las últimas 34 veces que se aceleraron los motores de la máxima categoría.
Nada cambia el resultado final en la actualidad de la Fórmula 1, que se vive por Star+ (no incluye México). Con su imparable Red Bull RB19 suma diez éxitos en las 12 carreras que se disputaron en las 13 fechas que lleva el calendario (se suspendió el GP de Emilia-Romagna). En Spa, el bicampeón largaba desde el sexto puesto, una posición mentirosa porque había logrado la pole position. Pero el equipo apostó por estrenar la quinta caja de cambios en el trazado enclavado en el bosque de las Ardenas y así penalizó cinco puestos. ¿Necesitaba la modificación? No, pero se sabe que el circuito belga otorga lugares de sobrepaso y con el poder de su auto más su talento estratosférico iba a avanzar en carrera. Y lo hizo, claro. En la largada superó a Oscar Piastri y Carlos Sainz, quienes se enfrascaron en un duelo áspero, que terminó con el español apretando mal al australiano. Insólitamente, los comisarios no sancionaron al de Ferrari (más con el antecedente del sprint en el que penalizaron a Lewis Hamilton por algo mucho mejor contra Checo Pérez) y el de McLaren terminó tirado. El avance continuó y fue Max fue avanzando. Hamilton fue la siguiente víctima, después llegó el momento de Charles Leclerc y, finalmente, su compañero de equipo.
El mexicano había capturado la punta en la partida, pero poco, nada en realidad, pudo hacer contra Verstappen, quien lo despeinó en la vuelta 17 y se fue. “Max estaba en otro planeta”, confesó el tapatío, quien se fue feliz de vacaciones con los dos podios consecutivos que logró. Pero su compañero está en otro nivel, más allá de tener la misma arma. La diferencia está entre el volante y la butaca…
Verstappen arrolla, vuela, aplasta, aburre y humilla. Y en este último adjetivo tiene que tener cierto cuidado y evitar ataques de soberbia como el que tuvo durante el GP belga. Gianpiero Lambiase, su ingeniero de pista, le pidió por radio, cuando la carrera ya estaba liquidada a falta de diez giros para el cierre, que “usara la cabeza” y que cuidara esos neumáticos blandos. La arrogante respuesta del campeón fue: “Podemos parar de nuevo y aprovechar para practicar detenciones en boxes”. Vale recordar que en Austria el neerlandés tomó un riesgo extra, con la competencia también liquidada, al parar en la antepenúltima vuelta para poner caucho freso e ir por el record.
Verstappen arrolla, vuela, aplasta, aburre y humilla. Y en este último adjetivo tiene que tener cierto cuidado y evitar ataques de soberbia como el que tuvo durante el GP belga. Gianpiero Lambiase, su ingeniero de pista, le pidió por radio, cuando la carrera ya estaba liquidada a falta de diez giros para el cierre, que “usara la cabeza” y que cuidara esos neumáticos blandos. La arrogante respuesta del campeón fue: “Podemos parar de nuevo y aprovechar para practicar detenciones en boxes”. Vale recordar que en Austria el neerlandés tomó un riesgo extra, con la competencia también liquidada, al parar en la antepenúltima vuelta para poner caucho freso e ir por el record. “Yo tengo una sensación personal desde el auto y ellos, otra desde afuera. Pasamos un buen rato”, le bajó el tono el piloto al diálogo con su team. Y, con respecto a la superioridad, dijo: “Es increíble lo que estamos mostrando como equipo, pero todavía queda un tramo largo por delante. Hay que esperar hasta dónde pueden llegar las otras escuderías”.
En 12 carreras, Verstappen abrió una brecha de 125 puntos sobre Checo en la tabla. Quedan diez carreras para el cierre del 74º ejercicio del Mundial, dos en Europa (Países Bajos e Italia), cuatro en Asia (Singapur, Japón, Qatar y Abu Dhabi) y cuatro en América (Estados Unidos, México, Brasil y Las Vegas). Las apuestas, por estos días, apuntan a en qué trazado el neerlandés llegará a su tercer título. Rivales no tiene. "Pérez es segundo en el campeonato del mundo. Más no es posible para él. De momento lo está cumpliendo”, dijo Helmut Marko, hombre fuerte dentro de la escuadra de las bebidas energizantes. Si Checo, con el mismo auto, no es rival (que no es, por cierto), qué se puede esperar de los otros equipos. “Red Bull está en otra liga”, dijo Hamilton.
Aston Martin había arrancado el año como el principal contendiente, lejos, claro. En el arranque de las vacaciones, el equipo de Lawrence Stroll está perdido (las actualizaciones no cayeron para nada bien). Después surgió Mercedes, pero no termina de redondear e intercala buenas con malas. Ferrari no llegó nunca a explotar, más allá del podio de Leclerc en Spa. En Gran Bretaña surgió la sorpresa de McLaren, pero se desvaneció en la carreara larga de Bélgica, tras un gran sprint de Piastri. Nadie toma el testigo de competidor de Red Bull, porque nadie puede, por supuesto. Mientras tanto, Verstappen se pasea. En la Copa de Constructores ya sacó 256 puntos sobre las Flechas de Plata.
La Fórmula 1 colgó el cartelito “cerrado por vacaciones”. Un descanso para las victorias de Verstappen.