El neerlandés fue quinto en el GP de Las Vegas, justo por delante de Lando Norris, y le alcanzó para celebrar el título a dos fechas del final.
Hechos concretos y fácticos. Nadie jamás podrá poner en duda el enorme talento de Max Verstappen. Tampoco negar su fortaleza mental para manejarse y codearse en el mundo de la Fórmula 1 desde los ¡17 años! No existirá una persona que pueda generar cuestionamientos a su bestial competitividad. Tampoco habrá alguien que pueda impugnar su resiliencia y cintura para atravesar diferentes escenarios para llegar al mismo destino: ser campeón del mundo. El neerlandés fue quinto en el GP de Las Vegas y con eso le bastó para hilvanar su cuarta corona consecutiva e igualar la línea de Alain Prost y Sebastian Vettel, en el título que, seguramente, más le costó conseguir.
Un rápido repaso de la carrera de Verstappen mostrará que su primera conquista, en 2021, llegó casi de manera imprevista. Especialmente por el trámite que se dio en la carrera final de Abu Dhabi, con Lewis Hamilton escapado y listo para celebrar su octava corona. Max no podía hacer mucho, hasta que llegó la historia conocida: accidente de Nicholas Latifi con el Williams (los palos en la escudería de Grove vienen desde hace rato), auto de seguridad, el mal accionar de Michel Masi como director de carrera (lo echaron después de la carrera), la superación de Max a Hamilton y primer campeonato. Casi se podría llegar a decir que le cayó de carambola.
En 2022, Verstappen repitió en una temporada que dominó a su gusto y en la que apenas Charles Leclerc pudo plantarle cara en algunos momentos. Lo de 2023 fue apabullante. Con el Red Bull RB19, que quedará como uno de los autos más exitosos de la historia del Mundial, el neerlandés ganó 19 de las 22 carreras del año para sacarle 290 puntos a Checo Pérez, su compañero y subcampeón.
El arranque de 2024 parecía tener un destino similar al de 2023, con siete éxitos en las diez primeras carreras. Pero repentinamente el Red Bull se cayó a pedazos. Algo pasó. Una rarísima caída de rendimiento del RB20 mandó a Verstappen directo a una sequía de diez Grandes Premios sin triunfos, su racha negativa más larga desde 2020. Se armó la tormenta perfecta para Max. El año ya había arrancado con la bomba que fue la denuncia de una empleada de Red Bull sobre Christian Horner por acoso. Siguió con la salida de Adrian Newey, el gurú de la F1 y el cerebro detrás de cada auto ganador de la casa de las bebidas energizantes, una cacería de brujas que impulsó la FIA sobre Max, con sanciones por maniobras (algunas, justas; otras, insólitas) y hasta por decir malas palabras (lo obligaron a trabajo comunitario).
Verstappen maximizó el flojo rendimiento que le entregaba su RB20 en cada competencia para mantenerse a flote con esa gran diferencia que había logrado en la primera decena de carreras de 2024. Minimizó el daño cuanto pudo para limitar la amenaza principal que tuvo todo el año Lando Norris. También es cierto, y quedó a la vista, que al inglés de McLaren le falta, y muchísimo, para pelear contra Verstappen. Y no solo tambaleó el piloto, McLaren también se mostró endeble cuando tuvo que tomar la decisión de encolumnarse detrás de Norris. De hecho, quedará en el recuerdo la orden inversa de Hungría, cuando le pidieron a Lando que levantara para dejar ganar a Piastri, cuando el australiano no tenía chances de ser campeón. La mala gestión del pitwall de los de Woking y lo grande que le quedó la batalla a Norris fue demasiado para tratar de sacarle el 1 a Max.
La conjugación Norris-popes de McLaren no encontró la forma de pelear con más fortaleza por la corona, a pesar de tener el mejor auto en gran parte del calendario. Demasiada ventaja para batallar contra Verstappen. El neerlandés dio el golpe de gracia con una actuación descomunal en el GP de San Pablo. Con la pista muy complicada por la lluvia, el campeón largó 17° y avanzó hasta el primer lugar para llevarse un éxito memorable. Aceleraba y pasaba autos sin cometer errores, mientras la gran mayoría no podía mantenerse en pista, Norris entre ellos. Brasil fue el golpe de nocaut para el torneo.
En Las Vegas, donde selló el tetracampeonato, también tuvo que minimizar el daño. Es que Red Bull optó por no diseñar un alerón de especificación de muy baja carga, el ideal para el urbano de Nevada. “Solo se usaría en Monza y Las Vegas y en el equipo se decidió no hacerlo”, dijo Horner. Como resultado, el RB20 perdía 7 km/h de velocidad punta con respecto a los McLaren y los Mercedes. Los mecánicos del equipo de Milton Keynes utilizaron un torno para realizar un corte artesanal en el ala trasera y así bajar el drag. Así de complicado fue el año de Red Bull, que probablemente se quede sin el título de Constructores (producto del flojísimo año de Checo Pérez), pero celebró el cuarto en fila de Verstappen.
“Fue una temporada muy larga. Tuvimos un comienzo bárbaro y después entramos en una parte complicada. Fue una temporada desafiante. Hay momentos en los que hay que estar calmo porque es todo muy desafiante. Esta temporada me dio muchas lecciones y eso la hace muy especial. Estoy orgulloso de todos. Conseguir el título por cuarta vez consecutiva no lo consideraba posible. Desde chico soñaba con podios y victorias y estar acá con cuatro títulos del mundo es increíble”, dijo el campeón.
El neerlandés igualó la línea de dos nombres pesados de la F1: Alain Prost y Sebastian Vettel. Y quedó a tres del récord que tienen Lewis Hamilton y Michael Schumacher, aunque muchas veces dijo que no corre por conseguir marcas. Ya tiene cuatro títulos y apenas 27 años. Y cada corona la logró con un andar totalmente distinto.