El irlandés fundó su propio equipo para la máxima categoría, mostró astucia comercial para subsistir, le dio el primer auto al heptacampeón alemán y llegó a festejar cuatro éxitos en F1. Falleció a los 76 años.
Danny Jordan tenía una hermana gemela de una monja que era la Madre Rector de las Hermanas Irlandesas de la Caridad. Probablemente esa cercanía con la religión llevó a Eddie Jordan, hijo de Danny, a pensar en tomar los hábitos y hacerse sacerdote. Descartada la idea de dar misa, el irlandés creció y se convirtió en empleado bancario en el Banco de Irlanda. Hasta ahí, nadie de su entorno habrá imaginado que el dublinés terminaría siendo dueño de un equipo de Fórmula 1 y que llegaría a ganar carreras. Eddie falleció a los 76 años producto del cáncer de vejiga y próstata que se había extendido en su organismo. Sin dudas, dejó su estela en la F1.
¿Cómo pasó del banco al automovilismo? Durante una huelga tuvo que buscar otro trabajo y se fue a Jersey. Allí vio por primera vez una carrera de karting y se enamoró. Su intento de ser piloto fue eso, un intento. No tenía las condiciones, más allá de haber ganado el título de la Fórmula Atlántica de 1978. En 1980 decidió fundar su propio equipo: Eddie Jordan Racing. En su paso por las categorías menores, trató de contar con Ayrton Senna en la Fórmula Ford, aunque no lo logró, pero sí lo pudo sentar en su auto para el GP de Macao.
Astuto, inteligente para los negocios, sagaz, locuaz, de términos vulgares en los diálogos, rápido y tenaz son características que tenía Jordan. Sus palabrotas al hablar se hicieron un clásico (a Ron Dennis no le gustaba esa faceta). Para tener un ejemplo de su astucia: En la F3000 de 1988 en Jerez, los autos del equipo de Jordan tenían la publicidad de los cigarrillos Camel. La victoria de Johnny Herbert con el coche del irlandés llevó a que la imagen recorrieras las tapas de las revistas de automovilismo de Europa. Había un detalle: Camel había rechazado la propuesta de Jordan para ser patrocinador. Con los recortes y el trofeo, volvió a las oficinas de Camel y, claro, se llevó el cheque.
Jordan quería llegar a la F1 y lo hizo en 1991 con su propio equipo, en tiempos en los que los dueños de las escuderías tenían cara, no era un conglomerado empresarial. Eddie apareció con su chasis 911 en 1991, pero lo tuvo que cambiar por el enojo de Porsche. Así fue el 191, que estaba negro en la presentación, sin patrocinios. Ante las burlas, Eddie pintó el auto de verde y salió a buscar apoyo de empresas que usaran ese color. Y apareció la bebida 7-Up, que penas colaboró con dos millones de dólares. Después cerró con Fuji y ya estaba en pista.
La economía de Jordan estaba en el límite, no tenía dinero y tampoco alcanzaba con lo que aportaban Bertrand Gachot y Andrea De Cesaris, dos corredores de pago que corrían en esa temporada 1991. Pero todo cambió de golpe cuando Gachot roció con gas pimienta a un taxista en Londres y terminó preso. Se venía el GP de Bélgica y a Jordan le faltaba un piloto. Y llegó el llamado de Willi Weber, el representante de un tal Michael Schumacher, que corrió en sport prototipo con Mercedes. El alemán reunió las 80.000 libras que pidió Jordan y debutó en Spa y sorprendió al mundo con su séptimo lugar en la clasificación. Ni lerdo ni perezoso apareció el inefable Flavio Briatore para robarse al alemán y sentarlo de inmediato en un Benetton. Jordan no pudo evitar la salida del alemán.
El equipo Jordan siguió adelante y fue creciendo. Pilotos del calibre de Rubens Barrichello, Giancarlo Fisichella, o Jarno Trulli, para nombrar solo algunos, pasaron por el equipo de Eddie. Consiguió cuatro victorias (el GP de Bélgica de 1998 fue la primera con Damon Hill) y finalizó tercero en el Mundial de 1999.
El irlandés falleció a los 76 años y dejó su huella en la Fórmula 1.
Aquel primer contacto con Senna de la Fórmula Ford se retomó para 1994. Ayrton no estaba conforme con el andar de McLaren y se iba a ir. Jordan le ofreció correr en su equipo y, no solo eso, entregarle el 50% de las acciones de la escudería. Senna no aceptó la oferta y se fue a Williams. El resto es historia conocida. Tiempo después, Jordan confesaría que las charlas seguían, porque el brasileño quería tener un equipo.
En 1998, Jordan vendió el 49,9% de su equipo al grupo Warburg Pincus por 65 millones de dólares, pero seguía estando en el manejo de la escudería. En 2005, vendería el paquete restante al grupo Midland en 30 millones. Así, se terminó el paso de Eddie por la F1. Después, dedicó gran parte de su vida a ser comentarista de la F1 y en los últimos años fue representante de su amigo Adrian Newey. De hecho, la primera visita del ingeniero a la planta de Aston Martin, su nuevo equipo, la hizo con Eddie.
Jordan fue un dueño de equipo independiente, un rockstar, un chicharachero, de lenguaje soez, que siempre le dio un color diferente a la F1. A los 76 años falleció en Ciudad del Cabo, al lado de su familia.
