Jugar bajo presión es una de las armas favoritas de Novak Djokovic (Nº 5 del mundo). En la final del Abierto de Australia, el griego Stefanos Tsitsipas (4º) tuvo un punto de set para nivelar el marcador a un parcial por lado pero... el serbio demostró de qué está hecho.
El balcánico, acostumbrado a mostrar su mejor tenis cuando más lo requiere, jugó un punto brillante, digno de un campeón, cuando estaba 4-5, 30-40 y tuvo su premio: se plantó con su derecha, distribuyó con astucia y definió, invertido, con un winner paralelo. Nada para hacer.
Así, el serbio envió la definición de la segunda manga al tiebreak, que tuvo de todo. Djokovic tomó una rápida ventaja de 4-1 que parecía sentenciar el set. Sin embargo, dos errores consecutivos de Nole al servicio le abrieron las puertas de recuperación a Tsitsipas quien estampó el 4-4 y soñó, al menos por un instante, en poner en problemas al genio de Belgrado.
Allí, no obstante, la fortaleza mental del máximo ganador en la historia del Australian Open floreció una vez más. Dejó atrás esos yerros y se quedó con el tiebreak 7-6 (4) para quedar a un solo parcial del 22º trofeo de Grand Slam, el 10º en Melbourne Park, y del sillón preferencial del ranking ATP.