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Inestabilidad: principal elemento en larga espera de Dodgers por un título de Serie Mundial

ARLINGTON -- Los Los Angeles Dodgers están a la mitad del camino de ganar la Serie Mundial de Grandes Ligas por primera vez en más de tres décadas, lo que terminaría la sequía más larga para la franquicia desde que se mudó de Nueva York al sur de California en 1957.

Con el triunfo del viernes 6-2 sobre los Tampa Bay Rays en el Globe Life Field de Arlington, los Dodgers tomaron ventaja 2-1 en el clásico de otoño por primera vez desde que derrotó a los Oakland Athletics en cinco encuentros en 1988.

En el 2017, Los Angeles ganó el primer juego a los Houston Astros, pero jamás volvió a estar en ventaja, cediendo el título en un séptimo y decisivo choque. En el 2018 contra los Boston Red Sox perdió los primeros dos y los últimos dos en ruta a caer en cinco enfrentamientos.

Desde que ganó su último campeonato hace cerca de 32 años, los Dodgers avanzaron en 14 ocasiones a la postemporada y ganaron 12 banderines divisionales, incluyendo ocho consecutivos desde el 2013, pero por muchas razones, una diferente cada vez, nunca pudieron completar el trabajo.

Además de los desempeños inferiores en juegos grandes de jugadores superiores, el esquema ilegal de robar señales que usaron en su contra los Astros en la final de hace tres años y una que otra decisión cuestionable de sus managers, muchos factores se combinaron para mantener fuera de la magna celebración a una de las franquicias más prestigiosas, populares y ricas del deporte estadounidense.

Lo más fácil es atribuir a la efectividad de postemporada (4.22 en 36 juegos) del estelar zurdo Clayton Kershaw o a una indecisión del dirigente Dave Roberts en algún partido de marcador apretado, quizás iniciado por el mismo Kershaw o relevado por el curazoleño Kenley Jansen, pero eso sería exagerado, por no decir que un absurdo.

En realidad, para producir una mala racha que dure tres décadas se necesitan muchos fallos, de muchos personajes, de muchas áreas, por mucho tiempo.

Los Dodgers, que solamente ganaron una vez cuando tenían como sede a Brooklyn (en 1955) en nueve viajes a la Serie Mundial moderna (creada en 1903), entraron en una grandiosa buena racha desde que se mudaron a California, ganando en 1959 (en su segunda temporada en Los Angeles), y luego en 1963, 1965, 1981 y 1988. También representaron a la Liga Nacional en los clásicos de 1966, 1974, 1977 y 1978.

En total, los Dodgers estuvieron nueve veces en la Serie Mundial y ganaron cinco en sus primeras tres décadas en Los Angeles. En ese lapso, nunca pasaron más de siete años para conseguir el boleto a la gran final o más de 15 para ganarla.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la década de los noventa, los Dodgers tuvieron una asombrosa estabilidad en su oficina central, que sin espacio a discusión se reflejó en el terreno. Los O´Malley, primero Walter y luego su hijo Peter, fueron dueños principales de los Dodgers entre 1944 y 1997.

Entre Walter Alston y Tom LaSorda se repartieron casi a partes iguales la labor de manager desde 1954 a 1995, un tramo de casi medio siglo que produjo todos los campeonatos de los Dodgers.

Desde 1997, Los Angeles ha tenido tres dueños y siete managers, una tendencia completamente opuesta a la anterior era de estabilidad, tanto en la oficina como en el terreno.

Los últimos responsables del equipo muchas veces hicieron algunos movimientos acertados (como las adquisiciones vía cambios de los dominicanos Hanley y Manny Ramírez y Manny Machado, el mexicano Adrián González y Mookie Betts y las firmas de los agentes libres Zack Greinke y Justin Turner, entre muchos otros), pero también cometieron graves errores (como las adquisiciones forzadas de Carl Crawford y David Price y firmas de agentes libres como Kevin Brown, por mencionar algunas).

Sin embargo, dos errores que pudieron haber atrasado la captura de un campeonato para los chicos de azules ocurrieron en un nefasto tramo de cinco años, en la década de los noventa. El 19 de noviembre de 1993, los Dodgers cambiaron a un lanzador novato dominicano a los Expos de Montreal por el veterano intermedista Delino DeShields. En mayo de 1998, Los Angeles mandó a un receptor Todos Estrellas a los Miami Marlins en un megacambio que afectó a siete jugadores.

El novato cambiado a Montreal se llama Pedro Martínez, uno de los mejores lanzadores de todos los tiempos y un miembro del Salón de la Fama de Cooperstown. El jugador canjeado a Miami se llama Mike Piazza, uno de los receptores que más han bateado en los estadios de Grandes Ligas y quien también posee una placa en Cooperstown.

En 1992, Piazza ganó el premio Novato del Año de la Liga Nacional y Martínez quedó en el noveno lugar en la votación de los escritores de béisbol.

Nunca sabremos lo que pudieron haber ayudado a conseguir Piazza y Pedro de haberse quedado juntos por una buena parte de sus carreras, pero podemos dejar volar la imaginación y suponer que habrían facilitado el intento de ganar un campeonato.

Así como tampoco existe una razón concluyente que explique por qué los Dodgers tienen casi 32 años sin ganar un campeonato.