ARLINGTON -- Errol Spence Jr. está de regreso, y lo hizo de manera contundente en la gigantesca arena en que se convirtió el estadio de los Cowboys y frente a su público local.
Cierto que tardó un par de rounds para que comenzara a aparecer el Spence considerado uno de los mejores libras por libras del planeta. Y también que el rival se prestó poco para el lucimiento en su afán por momentos desmedidos a la defensiva.
Pero Spence fue avanzando, abriendo la defensa de Yordenis Ugás, tomando confianza en sí mismo y ritmo hasta que el réferi tuvo que detener la pelea, a exigencia del médico, por la golpiza que propinó al púgil cubano, que resultó en su ojo derecho cerrado por completo.
“Yo quería seguir luchando. El ojo no estaba abierto, pero yo quería seguir luchando hasta el final”, dijo Ugás. “Ya no podía ver con ese ojo derecho, pero yo quería seguir peleando”.
Spence evidenció poco la inactividad de 16 meses que provocó el desprendimiento de retina que sufrió cuando en agosto del 2021 se preparaba para enfrentar a Manny Pacquiao y que provocó que tuviera que ser reemplazado en esa pelea.
El sustituto fue Ugás, quien venció a Pacquiao y se ganó el campeonato Welter de la Asociación Mundial de Boxeo. Más importante, el derecho a enfrentar a Spence Jr.
Muchas de las preguntas previas a la pelea se refirieron al estado físico del campeón unificado del Consejo Mundial de Boxeo, Federación Internacional y que esta noche sumó el de la AMB. Pero los cuestionamientos eran aún mayores sobre su confianza, la actitud y mentalidad; tal vez hasta el miedo de que algo sucediera en ese ojo de Spence, quien también en el 2019 sufrió un fuerte accidente automovilístico que casi le quita la vida.
La mejor respuesta a esa pregunta sobre el ojo y su retina llegó en el cuarto asalto, cuando una distracción estuvo a punto de costarle la pelea. Soltó el protector bucal, volteó a ver dónde había caído y Ugás, de 35 años, no perdió tiempo para conectarle un golpe limpio sobre el rostro.
La cabeza se sangoloteó por todos lados, las piernas se le doblaron, y las cuerdas salvaron a Spence de lo que parecío una caída.
Pero de inmediato se recuperó, fue para enfrente y siguió por el resto del combate hasta el minuto con 44 segundos del décimo asalto persiguiendo por todo el cuadrilátero al rival cubano, que pareció que quería dejar sus golpes para otra mejor ocasión frente a las 39,946 personas que pagaron boleto para entrar al AT&T Stadium.
Ugás en realidad nunca dio sensación de peligro, mucho menos de urgencia. Todo la pelea y espectáculo la tuvo que dar Spence, quien al final tardó poco en señalar al que quiere como su próximo rival, Terence Crawford, en la búsqueda del único cetro que le falta a partir de este día en las 147 libras, el de la Organización Mundial de Boxeo.
“Todo el mundo sabe quién quiero que sea el siguiente, quiero a Terence Crawford”, dijo Spence ante la algarabía de los aficionados. “Terence, ahí voy por ese cinturón que me hace falta”.
Mientras tanto, Spence Jr., de 32 años, también demostró que su pegada sigue siendo contundente y que si después de su lesión y falta de combates dominó a Ugás de principio a fin, de nueva cuenta puede ser considerado uno de los mejores boxeadores del planeta en la actualidad.