Lo último que escuché de boca de Alexis Argüello fue que no me olvidara de comunicarme con él en cuanto regresara a Bristol, Connecticut, sede de ESPN.
Apenas terminaba una entrevista con él en Puerto Rico, en la ciudad de Carolina, en donde su entrenador y amigo de muchos años, Don Khan, abría las puertas a su gimnasio. Argüello era uno de los invitados, que incluían al entonces alcalde, hoy fenedio, José Aponte de la Torre, así como varios de los legendarios campeones puertorriqueños, incluyendo a Alfredo Escalera, con quien protagonizó dos sangrientas batallas en la década del 70, que tienen su propia historia aparte.
La conversación, que se coordinó mientras participábamos de la convención de la National Association of Hispanic Journalists celebrada en Puerto Rico en el verano del 2009. La misma se llevó a cabo en las facilidades del gimnasio... qué mejor sitio para hablar con uno de los más grandes boxeadores latinoamericanos, a quien anteriormente tuve el privilegio de entrevistar y cuya primera pelea contra Escalera pude ver en el estadio Juan Ramón Loubriel de Puerto Rico.
En la entrevista, que sería editada y preparada para ser parte de una futura conversación de Sportscenter, hablamos muchas cosas. Su carrera, que incluyó varias corridas de título y una épica confrontación ante Aaron Pryor, un encuentro de ensueño en 1982 en donde el Flaco Explosivo fracasó en conquistar el título súper ligero, sus años fuera de Nicaragua y su regreso, en donde ingresó a la política, fue fascinante.
Pero la conversación siempre regresó a su gran amor, el boxeo, cómo quería regresar a los boxeadores jóvenes de su país lo que el deporte hizo por él. De hecho, imagino que uno de esos era un joven Román González, que meses antes había conquistado su primer título de peso mínimo y que el año anterior había enfrentado a Juan Francisco Centeno en el Gimnasio Alexis Argüello en Managua.
Al concluir la entrevista formal, Alexis me preguntó de qué manera sería posible que una de las ediciones de Friday Night Fights o Noches de Combate, que transmitían las cadenas de ESPN semanalmente, podía ser llevada a su natal Nicaragua para precisamente darle exposición a los jóvenes boxeadores que ayudaba a desarrollar en la ciudad en donde era alcalde.
Apenas llevaba unos meses trabajando en el líder mundial de deportes y desconocía algunas de las interioridades de producción de las cadenas. Argüello me entregó su tarjeta de presentación y me dijo llámame, lo que acordé hacer en cuanto regresara a Bristol unos días más tarde, ya que pensaba compartir con mi familia en la isla algunos días más.
Poco después, bajamos a la calle, en donde estaba instalado un ring para la ceremonia protocolar de apertura y en donde decenas de boricuas recibieron a Argüello como uno de los suyos.
Argüello me preguntó si iba a ir a un hotel en el sector de Isla Verde, en donde varios de los campeones y amigos del boxeo puertorriqueño iban a ver una pelea de campeonato (confieso no recuerdo quiénes eran los boxeadores). Dije que sí, pero luego preferí no asistir. En retrospectiva, me arrepiento no haber sido parte de esa interacción.
Eso fue el 27 de junio de 2009. Cuatro días más tarde, Alexis falleció alegadamente por suicidio. Mi primera reacción fue de desconcierto. Verdaderamente fui la última persona que entrevistó al legendario boxeador. Esa noche, trabajamos hasta las 4 a.m. hora del este con el inesperado suceso y localizamos la entrevista, que había sido enviada a los estudios para trabajar cuando nos reintegráramos al trabajo en Connecticut, en donde residía en esa época.
En estos días, el compañero Bernardo Pilatti hizo una excelente serie sobre Argüello en donde presenta varias etapas en su vida y revive sus comienzos, aciertos, campeonatos así como sus problemas, exilio y su batalla con las drogas y el alcohol así como su rehabilitación.
Con estas notas, cerramos ese ciclo apenas unos días previo al octavo aniversario de su fallecimiento. Hemos tenido la oportunidad de revivir a través de los escritos la opinión de muchos sobre sus últimas horas en esta tierra así como sus momentos de grandeza y sus momentos más bajos.
E igual que horas después de su súbita muerte, aún no me convenzo de la determinación oficial de suicidio. Alexis había superado el infierno de las drogas, había superado su exilio y había superado el poder trabajar mano a mano con el movimiento Sandinista, que fue en parte responsable de su salida de Nicaragua, para devolver a su pueblo desde el servicio público.
Me es difícil entender que en cuatro días había cambiado toda su actitud positiva y escogió la salida de problemas a través de terminar su existencia.
Argüello cumplirá ocho años de su partida terrenal, y su ausencia hace que el mundo y el boxeo carezca de uno de los grandes. Igual que aquel fatídico 1 de julio de 2009...