El objetivo es el mismo para Canelo Álvarez y Daniel Jacobs, los dos anhelan dejar el ring de la T-Mobile Arena de Las Vegas este 4 de mayo como tricampeones de peso medio, pero el camino que recorrieron y que van a recorrer, seguramente será muy distinto.
Canelo Álvarez llega a esta pelea como la estrella del boxeo internacional, como favorito, el llamado a ser uno de las figuras del boxeo mexicano, disciplinado, dedicado, buen alumno y envidiado por más de uno. Jacobs, en la otra esquina, va por la sorpresa, es el del pasado luchón, que viene de imponerse a una enfermedad severa como el cáncer y que está ante la posibilidad de protagonizar esas historias de éxito que tanto gustan.
Ambos nacieron alejados de los lujos. En el caso de Canelo, prácticamente toda la familia trabajaba en los negocios de las paleterías en Jalisco, y fue gracias a su hermano Rigoberto, el mayor, que el boxeo llegó a sus puños y mente cuando apenas había rebasado los 10 años. Ya Canelo sabía soltar los puños porque le tocaba defenderse de las burlas por su color de cabello y las pecas en la piel, pero la historia apenas comenzaba.
A Jacobs, nacido en Brooklyn, Nueva York, fueron su madre y su abuela quienes le forjaron. En Brooklyn había que ser rudo y él no lo era, hasta que una vez alguien le atacó estando en octavo grado y sus propios amigos le convencieron de ir al gimnasio para cobrar venganza. Además de cobrar venganza, se enamoró del boxeo y nunca más trató de dejarlo.
El andar de Canelo como peleador amateur fue sólido, pero nada impresionante. Después de un par de medallas, optó por invadir el profesionalismo cuando apenas había cumplido 15 años. El de Jacobs sí fue notable, de acuerdo con algunos reportes tuvo 137 triunfos y apenas siete derrotas. Logró ser campeón nacional y de los Guantes de Oro, su paso era más que positivo hasta que optó por el profesionalismo a la edad de 20.
Una vez en el profesionalismo, Jacobs se fue por la vía de cuota hacia el campeonato. Apenas con tres años en el boxeo de paga, Jacobs disputó su primer campeonato mundial y terminó noqueado, contra todo pronóstico, en 2010. Le costó levantarse, y cuando lo estaba haciendo, le tocó lucha por su vida.
Le detectaron en 2011 un tumor en la columna vertebral y logró salir avante de manera sólida, tanto que tres años después tuvo su segunda pelea titular y esta vez no dejó ir la oportunidad. Se consagró como campeón, pero su éxito estaba lejos de los reflectores.
Los logros de Canelo lo llevaron a captar la atención de una televisora mexicana, necesitada de una figura naciente que le permitiera competir en ese momento, y Álvarez comenzó a subir. Después la televisora se alejó, pero su ascenso no se detuvo ni su influencia con la fanaticada.
Se coronó en 2011 y perdió en 2013 ante Floyd Mayweather. Todos perdían ante Floyd, pero como era Canelo, se magnificó la escena, y le tocó picar piedra de nuevo en busca de la cima hasta que, después de convertirse de nuevo en campeón del mundo, firmó el contrato garantizado más grande en la historia del boxeo por 365 millones de dólares.
Hoy el destino decidió unir a Canelo Álvarez y Daniel Jacobs con un antecedente en común, que son las peleas con Gennady Golovkin. Canelo busca gloria deportiva y acrecentar su legado en la historia del boxeo. Jacobs sólo quiere reconocimiento y también algo de los millones que su rival ya tiene en el banco.
La pelea será definitiva para la carrera de ambos, los dos quieren trascender y motivar a cada persona que vende paletas en la calle o que está combatiendo contra el cáncer en un hospital, porque al final, con esfuerzo y disciplina, se puede acaricia el firmamento.