Canelo Alvarez le ganó a Gennaidy Golovkin y cerró una trilogía en una pelea que no estuvo al nivel de las anteriores. Ahora, a esperar.
Sentíamos que podía ser una gran pelea, acorde con las dos anteriores, en donde los fallos fueron polémicos, en las que los aficionados terminaron aplaudiendo de pie y en donde, en cada una de ellas, todos pedimos una más. Pero no fue así, seguramente porque no se puede contra el Padre Tiempo, juez inexorable.
Golovkin, a los 40, campeón de los medianos de la Asociación y la Federación Internacional, subió a la división supermediano para esa pelea. Canelo, a los 32, titular indiscutido y unificado de los supermedianos, ingresó al ring como amplio favorito al ring del T-Mobile Arena.
Aunque ambos prometieron una gran batalla, y aunque se esperaba semejante cosa (la primera fue empate, la segunda la ganó el mexicano, pero ya habían pasado cuatro años de aquella victoria) todo quedó a mitad de camino. GGG cedió gran parte de los rounds iniciales, mostrando simplemente chispazos de todo lo que fue, y cuando pareció salir del letargo ya fue demasiado tarde, porque el Canelo lo superaba ampliamente en las tarjetas.
Canelo, seguramente el gran protagonista, de quien se esperaba una victoria categórica y un gran retorno tras su derrota con Bivol, se fue extinguiendo lentamente. Está bien: después de la pelea comentó un problema en la muñeca izquierda y la necesidad de un gran descanso. Pero lo suyo careció de la gran intensidad que se esperaba.
Mientras Golovkin (42-2-1, 37 KO) afirma que seguirá peleando, su expresión física fue la de un hombre que ya lo dio todo, y al que le costará lograr lo imposible: recuperar el tiempo pasado (y esto no solamente se aplica al boxeo).
Canelo también pareció acusar el tiempo pasado y las peleas, pero con 32 años tiene todavía mucho para dar. Ahora, que ya suma 58-2-2 con 39 KO, también es bueno recordar que empezó a los 13, siendo casi un niño y la palabra “saturación” aparece como un fantasma.
Este tema también aparece en muchos boxeadores que comenzaron muy tempranamente a calzar guantes. Sin contar que, en el caso del mexicano, el incentivo económico ha dejado de serlo hace tiempo, tomando en cuenta la cantidad de millones de dólares ganados.
Las tarjetas fueron ajustadas, porque mientras una le dio 116-112 a Canelo, las otras dos registraron apenas un 115-113. La tarjeta de Fernando Barbosa, de ESPN KNOCK OUT, registraba un 117-111 para Canelo, con tres asaltos para Golovkin (9, 11 y 12). Eso sí, esta vez no hubo discusión ninguna acerca del fallo, incluyendo quien esto escribe, porque quedó bien en claro quien había sido el ganador.
De la misma manera en que también fue unánime la sensación de desencanto porque no fue ni de cerca, la pelea emocionante que se esperaba luego de las batallas de 2017 y 2018. Tal vez fueron más los deseos que las realidades.
Canelo, el gran protagonista por todo lo que genera, esperará ahora la pelea entre Dmitry Bivol y Gilberto “Zurdo” Ramírez, esperando una nueva oportunidad. Se encargó de puntualizar que quiere volver a tener una oportunidad con el campeón medio pesado de la Asociación Mundial.
La gran pelea de la noche fue el triunfo de Jesse Rodríguez (17-0, 11 KO) sobre Israel González (28-5-1) por puntos, en la segunda defensa de Jesse de su corona supermosca WBC. Toda una batalla.
Como habíamos escrito hace poco (y por supuesto, no es ninguna originalidad, para nada) el Padre Tiempo es inexorable. Para todos. Salvo que mientras en el caso de GGG parece que el final del camino está demasiado cerca, Canelo todavía puede seguir soñando (y trabajando para que esos sueños se conviertan en realidad).