La emoción del GP de Qatar, 18ª fecha del 74º ejercicio de Fórmula 1 que se vive por Star+ (no incluye México), comenzó a disiparse cuando la FIA emitió un comunicado, el domingo temprano, en el que anunciaron un dato que cambiaría el desarrollo completo de la carrera. Pirelli, proveedor de neumáticos, encontró que los compuestos llevados a Losail no resistían la dureza del dibujo qatarí y el tema escaló hasta transformarse en una cuestión de seguridad. Así, el ente fiscalizador decidió que nadie podría utilizar cubiertas nuevas por más de 18 vueltas. Y si alguno calzaba usados, descontarían los giros realizados en los días previos. Para colmo, la FIA entregó la tabla en el que puso sobre el tapete cuándo debería parar cada uno. Con este panorama, que no hizo más que tirar por el retrete toda estrategia, se largó la carrera con Max Vesrstappen, ya consagrado tricampeón, desde la pole.
Pero algo de emoción aún quedaba. Porque el neerlandés de Red Bull tenía detrás a la dupla de Mercedes, que se había mostrado competitiva en carrera. Los popes de las Flechas de Plata apostaron por estrategias diferentes. Mandaron a Lewis Hamilton con blandos y a George Russell con medios. No estaba mal el plan: con dos autos con chances de ganar, de última se sacrificaría a uno, pero el otro pelearía con Verstappen. Pero todo se terminó en la primera curva, cuando Russell y Hamilton se tocaron. El heptacampeón quedó tirado en la leca y su compañero pudo seguir, pero con la obligación de remontar desde el fondo. Ahí sí, todo terminado.
La carrera fue realmente un tedio como espectáculo y un suplicio para los pilotos. El trazado de Qatar exigió el físico de los pilotos de una manera tremenda, tanto que, por ejemplo, Logan Sargeant tuvo que abandonar porque se sentía mal en su Williams. La televisación oficial iba marcando en qué vuelta debería parar cada competidor… Nada generó intriga.
Mucho menos el vencedor. Porque Verstappen y su Red Bull dominaron por completo. Salvo alguna penalización por exceder los benditos límites de pista (algo que comenzó el viernes) y entre los que se encontraron Checo Pérez (dos veces) y Pierre Gasly, con otras tantas, poco pasó en Qatar. Los McLaren mostraron su gran presente en la previsible carrera y con los Mercedes autoeliminados, sumado al gran rendimiento que mostró el MCL60 tras el parón del verano boreal, escalaron al podio con Oscar Piastri en el segundo lugar y Lando Norris, tercero. En Woking, sin dudas, se ilusionan con lograr algún triunfo en las cinco carreras que quedan hasta fin de año. Aunque ya avisó Verstappen que quiere seguir ganando.
“Creo que disfrutaremos un poco, pero aún quedan unas cuantas carreras que queremos ganar”, dijo Max, mostrando que su hambre no se detiene con nada. “Creo que mi carrera la marcó la primera tanda. Después de eso he podido gestionar el ritmo y asegurarme que los neumáticos estuvieran en la ventana adecuada. Los McLaren han vuelto a ser rápidos y he tenido que tirar un poquito, y ha sido una carrera dura”, analizó Verstappen.
Piastri dio fe de la dureza. “Tuve un ritmo impresionante y fue la carrera más dura de mi trayectoria", señaló el australiano. Fue dura, no hay dudas, tanto como previsible y aburrida. Con los dos títulos ya definidos, a la Fórmula 1 le quedarán cinco Grandes Premios para cerrera la temporada, con una gema que todos esperan: Las Vegas. Pero para eso falta, primero deberán pasar por Austin, México y Brasil, para luego cerrar en Abu Dhabi.