LA PLATA-- ¿Cómo tiene que jugar Uruguay? La conversación es recurrente en calles, reuniones sociales y bares. Pero también a nivel dirigencial, porque la elección de Bielsa como entrenador no fue aleatoria. Después de la eliminación en Qatar 2022, la población futbolera uruguaya (también de 3 millones) entendió que la Celeste debe jugar de otra manera, sobre todo con un fútbol en constante transformación del que la formación de futbolistas no puede abstraerse. Y en la Copa del Mundo de Argentina lo logró.
La Selección Uruguaya Sub 20, en ese sentido, marcó el camino y le terminó de dar forma a un estilo de juego demostrando que no es imposible mantener las raíces de la cultura uruguaya, del tranque, la garra y defender cerca del arco, pero dándole forma a otras herramientas para fortalecer al equipo y hacerlo jugar bien en distintos contextos de partido.
El equipo de Marcelo Broli mostró que se puede defender lejos del área, con pelota y sin pelota, tener volantes con dinámica, punteros encaradores y veloces que además ganan por arriba y fútbol de asociación, además de arquero y zagueros que pueden salir jugando sin problemas para iniciar las ofensivas y darle descanso a un equipo que presiona mucho a sus rivales, pero tomando aire con la pelota.
Fue un equipo muy versátil el uruguayo, con muchas variantes en el banco pero también a nivel táctico, que le dieron herramientas que lo hicieron justo campeón. Por eso el hecho de haber suplido a los lesionados y suspendidos no fue casualidad cuando la matriz de juego fue conocida y ejecutada por todo su plantel. Pero, además, fue un equipo muy valiente, con esa idea clara plasmada en la cancha y que no especuló a la hora de ir a buscar lo que le servía, aún mermado y con los duros golpes que sufrió como la suspensión de Luciano Rodríguez, que logró redimirse en la final ante Italia marcando el gol decisivo.
A 46 años de la creación de la Copa del Mundo de la categoría y a 73 desde el último campeonato del mundo de Mayores, la Sub 20 terminó de marcar el camino y de darle forma a un estilo de juego que culmina una larga transición dialéctica entre "garra" y "juego", saldando el debate y demostrando que no son términos opuestos. Eso tuvo Uruguay: "garra" para defender, pero también para pedir la pelota y jugar en busca de los resultados, sin especular. Y eso tendrá el Uruguay que viene.