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Irene Presenqui, entre la psicología y el arbitraje: ¿Qué pasa por la mente de un árbitro?

Irene Presenqui y su dupla arbitral, Annelize Rostron, durante el cruce del Mundial 2022 entre Chile y Bélgica. World Sport Pics.

“Mis dos pasiones son el arbitraje y la psicología”, asegura la rosarina Irene Presenqui. Y por eso trata de combinarlas y que se complementen para llevar a cabo cada profesión con el mayor acierto posible. “Lo que sé de psicología me ayuda mucho a pararme dentro de una cancha y pararme en una cancha me hace también entender lo que muchos de mis pacientes deportistas me trasmiten. En definitiva, el árbitro es también un deportista. Está atravesado por emociones, por presiones. El jugador quiere rendir y tener una buena performance y el árbitro también”, confesó.

En el 2000 comenzó a dirigir en su ciudad natal, Rosario, a nivel nacional empezó en 2004 y dio el siguiente paso en 2008 con el debut en el Panamericano Junior de México. En Argentina no existen árbitros que sólo se dediquen a eso. Todos tienen otra forma de ganarse la vida. Incluso quienes lo hacen en torneos internacionales también mantienen otro trabajo porque para los viajes se les cubren los gastos pero no hay una remuneración extra. “Hacemos esto porque nos gusta. Nos formamos con respecto a las reglas pero no tenemos ningún tipo de entrenamiento mental. Sería espectacular contar con eso. Ninguno de nosotros vive del arbitraje entonces cada uno hace lo que puede con los recursos que tiene. Hay abogadas, maestras, cada uno se dedica a lo suyo. No hay retribución económica por viajar. Yo le pago a mi propio preparador físico por ejemplo”, explicó Presenqui.

Su primer objetivo al entrar a una cancha es “mantener el control, que si comentemos un error tenga el menor impacto posible en el juego”. Pero, ¿cómo puede un árbitro mantener el control en el campo de juego? Irene lo explica con vasta experiencia: “Es lo más difícil de ser árbitro porque muchas consideraciones son a nivel de interpretación. Utilizo mucho un ejemplo para enseñar esto: si hay dos personas enfrentadas y en el medio dibujo un nueve, desde la otra perspectiva será un seis. Y ninguna está equivocada o en lo cierto. Intento tener empatía cuando el reclamo del jugador puede ser justo. Si me pide cualquier cosa, o por la adrenalina del partido pierde el eje o el foco, ahí es distinto. Como árbitros debemos ponernos en el lugar del jugador y tratar de explicarlo. Sacarle el valor emocional a la situación, y si el jugador esté enojado no tomarlo como personal porque ahí se pierde. Podemos no tener razón, lo importante es que no se pierda el respeto”.

Los árbitros son humanos y por lo tanto también cometen equivocaciones. La cuestión está en que ese error puede (o no) alterar y/o condicionar el resultado de un encuentro. Sobre esto, Irene dijo: “Nosotros nos equivocamos muchas veces y tenemos que aprender a convivir con el error. Nos lo puede marcar un jugador, nuestro compañero o lo mejor que nos pasó: el video ref. Nos facilita mucho el video. Como árbitros debemos reconocer que el error va a estar y tratar de salir lo mejor posible. Es complejo para el jugador el error del árbitro. Cuando me doy cuenta que no estoy en lo cierto, pido perdón. Me pasó ahora en el Argentino que cobré un córner corto apresurado y después fue penal. Me apuré, no fue el mejor timing, me equivoqué, pero hay que jugar el córner corto porque el silbato anula lo siguiente. Y después me agarré de eso para tomarme un tiempo más al momento de cobrar”.

Cada uno tiene su técnica, pero Presenqui, de 38 años, con cuatro Mundiales, tres Juegos Olímpicos y el conocimiento de psicología, armó una propia para poder llevar un momento de tensión durante un partido: “Trato de estar calma. Si viene un jugador con las emociones a flor de piel y yo ayudo a que siga revolucionándose, no sirve. Primero trato de mantener la tranquilidad, y después sí trato de explicar la situación de lo que consideré. Puedo tomar lo que me están diciendo y puedo consultar para intentar llegar a un acuerdo para que sea justo para el juego. En lo personal uso mucho la respiración diafragmática, el autodiálogo constructivo y la empatía con el jugador”, contó Irene y agregó: “El autodiálogo consiste en pensar lo que uno va a decir. No tiene sentido inventar. Hay que explicar lo más claro posible porque el jugador viene a 1500 por hora. Debo explicar cortés y rápido. Porque en la forma está el impacto en el jugador también”, concluyó.

La psicología comenzó a ganar terreno en el ámbito deportivo. La salud mental pasó a tener un rol protagónico y fundamental en el rendimiento de los deportistas. Para quienes imparten justicia, no es distinto. Existen de todas formas las presiones, las emociones, las sensaciones. De ellos depende parte de lo que suceda y el desarrollo de un enfrentamiento. Conviven con el error que puede perjudicar a otros. Es necesario trabajar y poner énfasis en esta materia. Irene Presenqui lo hace desde hace años de forma natural porque se trata de sus dos pasiones y profesiones. Pero trabaja a diario para implementarlo a nivel local, continental y hasta internacional para no perder de vista que todos son humanos en un partido.