“Decir adiós es crecer”, recitó Gustavo Cerati es su cuarto disco de su etapa de solista. Cuatro, como la cantidad de décadas en el haber de Tomas Eduardo Alonso, alias el Gato, al momento de cerrar su carrera en el deporte que amó, amará y seguirá defendiendo por siempre. Porque si bien es una despedida de la faceta de jugador, nace otro Tomi que continuará ligado a un legado de hacer crecer a la actividad que tanto le apasiona.
“Había avisado que iba a ser el último año”, comenzó narrando Alonso.
“Desde el arranque, agarré y dije: ‘muchachos, este es mi último primer entrenamiento’. A partir de ahí, fue intentar disfrutar, los chicos estuvieron siempre pendientes de mí, todo el tiempo, en ese sentido el grupo fue maravilloso porque lo tomaron bárbaro y a mí me llenó de orgullo todo lo que hicieron al final, todo lo que hicieron durante el año”, dilucidó Tomi.
“Ya me estaba pesando más a mí que a mi familiar no poder darles tiempo. Mis tres hijos juegan al hockey, tengo dos varones y una nena, y mis domingos van a seguir casi iguales porque los voy a seguir junto a mi mujer. Pero me pareció que también había que dar un paso al costado, dejar lugar a las generaciones que vienen abajo. No sé, lo sentí así, quería irme bien y no destrozado físicamente o enojado, quería retirarme feliz y por suerte lo pude lograr”.
Después de una vida ligada al deporte, el deporte se convirtió en su vida y el final no podía imaginarse de otra manera que no se de la forma en que lo soñó, disfrutándolo y rodeado de sus seres queridos: “Se dio con un campeonato, con toda la gente contenta, con mi familia que me apoyó toda la vida ahí al lado mío, mis viejos, mi mujer, mis primos, mis hijos, todo el club, porque cuando digo todo el club es todo el club, estaba ahí pendiente de mi retiro, pendiente de algún abrazo final”.
Pero si recapitulamos y vamos a donde todo inició, él no fue el primero de la dinastía Alonso en comenzar el amorío con la bocha: “Mi hermana empezó a jugar y yo la iba a buscar caminando porque vivíamos cerca del club. Un día me acerqué, había unos chicos más grandes entrenando, y viste cómo es el hockey… si te ven que estas medio dudando en querer participar, como somos pocos, te enganchan al toque y me dieron el palo, explicaron un poco y me dijeron: ‘listo, nos vemos el miércoles que viene’.
Aunque la situación no era tan sencilla, Tomi tiene un fanatismo enorme por otra pelota, una un poco más grande, de tamaño número cinco, y debió tomar una decisión casi entrando en su adolescencia: “Yo soy recontra futbolero, amo el fútbol, me encanta. Nunca pensé que el hockey me iba a apasionar a tal punto. Hubo un momento en el que debí elegir. Fue algo muy fuerte para mí. A los 14 años tuve el último viaje con fútbol, era un campeonato interno del club, algo recreativo y a partir de ahí dije, listo, me dedico totalmente al hockey porque en ese momento me coincidían los horarios de entrenamiento, lo cual también me afectaba porque me gustan hacer las cosas a full y no a medias”, aseveró el Gato.
Dentro de ese contexto, Tomás le contó a ESPN.com parte de las situaciones que pregonan en el Jockey Club de Rosario para mantener la armonía en la práctica: “El club impulsa valores y la idea de que el deporte sea disfrutar, hacer amigos y no pisarle la cabeza al otro. Nosotros vivimos el deporte de manera, de saber ganar y también, saber perder. Eso creo que es lo más importante".
Hay un momento de la trayectoria de Alonso que creó un precedente en su vida y en toda la historia del hockey masculino de Rosario, el trayecto que realizó hasta llegar a la Copa del Mundo Junior 2005: “Fueron años espectaculares, todo ese proceso fue excelente, mucho nervio, mucha superación propia. Me acuerdo que una vez vino Países Bajos a jugar acá al Club Ciudad de Buenos Aires, e hicimos unos partidazos espectaculares, y ahí nos dimos cuenta de que teníamos un buen equipo. Después se fue dando todo para que salgamos campeones, fue tocar el cielo con las manos, sin duda”, enfatizó Alonso.
Si bien el levantar la Copa del Mundo con Los Leoncitos es un hecho que no se olvidará jamás, hubo un día que se calzó por primera vez la camiseta de Argentina y ese instante permanecerá en su memoria para toda la eternidad: “Me llamaron para ir directamente al Seleccionado Mayor, a jugar unos testmatches contra Chile, tenía 17 años, y en esos partidos cumplí 18. El primer momento que nos ponemos la camiseta, vamos a la ronda para la arenga, Mati Paredes me agarra y me dice, ‘Tomi, esta es la camiseta más linda del mundo, no te vas a poner otra camiseta que no sea más linda que esta’. Esa frase me marcó a fuego, y fue tal cual”.
Hace años hay una lucha interna en los clubes del interior de Argentina sobre la forma de propagar la actividad en caballeros, buscar la manera de hacerlo crecer y sumar la competitividad, y Alonso mostró su postura ante ello: “A nivel del interior nos falta desarrollo. Hay una pelea desde que tengo uso de razón. No puede ser que en las ciudades hayan tan pocos clubes con planteles de caballeros, que tal vez es una decisión política de cada institución, lo cual habría que reverlo. En base a eso, si cada provincia empieza a trabajar mejor y sale a competir con equipos de Buenos Aires o a donde estén los mejores del país, eso nivelaría todo para arriba y podríamos tener muchos mejores jugadores de los que ya tenemos, que son muy buenos, pero creo eso nos puede dar aún más calidad”.
Hubo una vez que el Jockey Club decidió emprender la travesía de sumarse al Torneo Metropolitano de Buenos Aires, años de aprendizajes extremos, exuberantes y sin frenos, y Tomi rememoró ese pasaje de su carrera: “Fueron diez años de una hermosa locura, como decimos siempre en el club. Tomamos la decisión de salir de la Asociación de Rosario porque no estaban haciendo bien las cosas, el hockey se estaba muriendo y nosotros necesitábamos competir, levantar el nivel para el club y la ciudad. Fue sensacional porque nos pudimos medir contra los mejores equipos del país, viajando cada quince días a Buenos Aires, los mejores años de hockey fueron ahí, jugando contra equipos top y poniéndonos a prueba todo el tiempo y no solo habla de la parte de hockey sino el hecho de viajar, tener todas las líneas presentes para poder completar, para que no nos descalifiquen, fue algo muy duro desde la logística, pero respecto al deporte fueron años espectaculares”.
En medio de tanto aporte a su club de Rosario y al seleccionado nacional, Tomás realizó varias temporadas en el exterior, creciendo como persona y jugador, pero a la hora de volver a las raíces tenía bien pensada su decisión: “Me fui con 21 años a Alemania, a un club de la Primera, una liga durísima, fue alucinante, un desafío estar solo y hablando otro idioma. Considero que todas las experiencias son buenas, por más que sean más difíciles o fáciles, y esa resultó una locura. Después en España, estuve tres temporadas jugando contra jugadores top mundiales, porque en esa época La Liga tenía un nivel muy alto y jugar ese torneo fue increíble. La vida en Santander fue extraordinaria, una ciudad mediana, con mar, con gente súper agradable y el club también. Tuve la posibilidad de quedarme, pero elegí apostar por la familia, volver a Rosario y creo que fue la decisión correcta, porque terminé mi estudio, formé una familia, quizás podría haber prolongado mi carrera deportiva a un mejor o más alto nivel, pero era postergar un poco lo otro, y considero que elegí bien”, enfatizó Alonso.
En cuánto al futuro, si bien no estará más dentro el verde césped, Tomi tiene un contrato de por vida con el Jockey de Rosario, lo disfruta como tal y no se pone plazos para seguir cumpliendo sus anhelos de entrenador: “Siempre estuve ligado al hockey de caballeros, toda la vida entrené a las ediciones inferiores, desde que tengo 28 años, o antes también, hasta que me percaté que en este último año a todos mis compañeros los tuve en algún momento, era divertido, gracioso y a la vez muy lindo”.
Y añadió, “seguiré por ese camino, este año me tocará a mi hijo Jerónimo y el año que viene a mi hijo Pedro, por el momento me quedaré en ese rango de edad, que son 11, 12 años y para más adelante, quizás pensar en seguir con las divisiones más grandes hasta llegar a Primera. Sé que lo quiero hacer, pero ahora toca descansar y juntar fuerza para más adelante seguir ligado a la Primera”.
“No es soberbia, es amor”, alega una canción de Cerati que está dentro del disco mencionado en el inicio, algo así sucedió al momento de que el Gato cedió el brazalete que muestra quien es el máximo responsable del equipo en cancha: “La cinta de capitán la usé durante muchos años en el Jockey, después decidí dejarla para darle paso a los más chicos. En los últimos partidos me tocó llevarla de nuevo porque Nico Acosta, el actual portador de esta, en un acto muy generoso, me la cedió para que yo me pueda despedir de mi gente siendo capitán".
Para culminar, manifestó el significado de ese lazo (que se estila poner en el brazo izquierdo) en el Jockey Club en general y para los equipos que él dirige en particular: “Para mi ser capitán de un equipo es, pase lo que pase, dar siempre el ejemplo; tanto con los árbitros, como con el público y, sobre todo, con los rivales. Ser capitán no es estar mandoneando, sino siendo el líder de un plantel en todo sentido. Eso para mí es fundamental. No admitiría nunca ver a un capitán de un equipo mío teniendo una mala conducta o haciendo algo fuera de lugar. Este deporte amateur me inculcó que capitán debe ser eso y para mí fue un orgullo llevar la cinta durante tantos años en el club de mi vida”, sentenció Alonso.