<
>

Piti D'Elía entre su retiro, el encierro, la yoga y la meditación

Silvina, en acción durante los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Getty Images

Sus días transcurren en casa, como los de todos en este momento. Si es inquieta y pasional en una cancha de 91,4 por 55 metros, imagínense en su departamento. No hay mandalas, ni yoga, ni película, ni ejercicio en el balcón que alcance para frenar su inquietud. Piensa, piensa mucho. Aunque descubrió que el garage tiene casi media cuadra de largo en donde puede despuntar, apenas, el vicio de correr, transpirar y sentirse un poco más viva en esta cuarentena.

Silvina “Piti” D’Elía volvió a Las Leonas a comienzos de 2019, cuando tenía 31 años, luego de haber dejado el equipo en 2015. Su objetivo era uno solo: los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Regresó pensando también en ese retiro soñado. No se trata de una jugadora conformista, así que tomó la decisión de que su último partido con la celeste y blanca debía tener algo más: el contexto del olimpismo. Nunca imaginó que podía postergarse.

Los Juegos son el torneo preferido de la mendocina. No sólo por el oro que le falta a la selección femenina conseguir, sino por todo lo que representa a nivel internacional. "Estar ahí es como estar en Disney, aunque no conozco a Mickey", así lo describe. Todo le parece increíble: compartir la Villa con figuras como Roger Federer o Usain Bolt, con atletas de diferentes culturas, con un mismo objetivo pero otras costumbres e idiomas, y hasta que haya un espacio para imprimir el envase de una gaseosa con su nombre y la bandera de su país, entre otras atracciones. Hay magia en los Juegos que estaban por llegar y ahora se alejaron.

-¿Te sorprendió la postergación de los Juegos Olímpicos?
-No, esperaba esta decisión. No podía creer que desde el COI (Comité Olímpico Internacional) tardaran tanto en tomarla. Lo primero que sentí fue tranquilidad absoluta, no se podían hacer. Es verdad que ahora todo se puso patas para arriba. Yo volví a la selección pensando en estos Juegos como los últimos en mi carrera, y ahora toca tener otras prioridades, planificar nuevamente, ni siquiera puedo pensar en el año que viene, estoy concentrada en salir de esto lo más fortalecida posible. Ayer, hablando con una prima, me dijo que tengo que elegir en qué pensar para no volverme loca.

-Y si no pensás en los Juego Olímpicos, ¿en qué intentás pensar?
-A veces es inevitable, porque tenía esa idea y me puse a tono físicamente con todo lo que eso conlleva y me cuesta a mí. Pero de golpe me encuentro entrenando en mi balcón porque no podemos salir, y eso pesa y me hace volver a la realidad. Me pregunto qué es el éxito, qué sería la gloria para mí, o en qué pensaba cuando me imaginaba retirarme en los Juegos. Hay palabras que ahora ya no tienen sentido, estamos todos en la misma, desde el Príncipe de Inglaterra hasta nosotros. Ojalá esto nos sirva para cambiar hábitos, y estoy segura que si todo vuelve a la normalidad y finalmente tenemos ese encuentro en 2021, va a ser distinto. Todo va a tener otro significado, la vida va a ser distinta. Vamos a valorar cada logro y cada abrazo que nos demos.

-¿Hablaste con el cuerpo técnico sobre esta situación de no saber qué vas a hacer todavía?
-No, no es momento de hablar para no tomar decisiones apresuradas. Al Chapa (por Carlos Retegui, DT de Las Leonas) le preguntás cómo está, y te contesta con el dibujito de la medalla de oro con el número uno. (Se ríe). Es lo único que tiene en la cabeza y nos lo quiere transmitir. Nos conocemos hace mucho y nos respetamos los tiempos. Él sabe que no tiene que darnos lugar a la charla profunda hoy, así que nos corre del eje para mantenernos activas y con la mente en eso. Cuando entro a ver las redes sociales, veo a muchas decir que cambiaron la fecha, pero no el sueño, así que por ahora, lo veo así.

-Vos ya sabés lo que es un Juego Olímpico, ¿qué les dijiste o dirías a las más chicas, que veían cerca esta posibilidad de debutar en esta competencia y en un año pueden estar en otra situación?
-Los primeros días las noté muy conmovidas a las más chiquitas, porque tal vez no saben qué pasará en un año. El Chapa es muy dinámico. El deporte cambia todo el tiempo. No sabemos qué va a pasar los próximos días, imaginate hasta julio de 2021. Pero yo siempre digo que un año en la selección son como cinco de madurez, así que todas vamos a crecer de alguna manera y a llegar con más aprendizaje que en cualquier otro momento. Por suerte, la mayoría del grupo está acompañada para pasar esto. Algunas pudieron irse a sus casas en sus provincias, o con los padres.

Se la nota reflexiva, y aunque acepte que la angustia por la distancia ya la conoce porque su familia y amigos están en Mendoza, la situación intensifica cualquier sentimiento. “Obvio que extraño mucho a los que quiero. Necesito volver a abrazarlos, a darles un beso. Veo fotos en la computadora y me pongo mal. Vi una foto con una amiga en Londres 2012, estábamos abrazadas y se nos notaba la expresión de felicidad por estar ahí juntas. Ella vino a verme a los Juegos, en ese espacio que tanto me gusta”, contó la defensora argentina.

-¿Qué otras actividades hacés para evitar los momentos de tristeza durante el encierro?
-Sé que soy muy pasional y me enojo en cancha, y tal vez no me crean, pero hace varios años que hago yoga y medito. Por suerte desde mi balcón se ve una palmera y no tanto edificio, y eso me hace creer que estoy en un jardín. Bueno, es lo que tenemos. (Se ríe). La meditación igual la hago 10 o 15 minutos porque no aguanto tanto tiempo quieta. Además, pinto mandalas que me enseñó Jose Sruoga en alguna de esas giras a Oceanía, y ahora estoy escribiendo y descargando un poco mi bronca contra este virus.

Aunque todavía no haya tomado ninguna decisión, cada día, cuando llegan las 18 horas, Piti D’Elía se prepara para entrenar. Con lo que tiene en su departamento: una colchoneta, pesas improvisadas, y el celular o la computadora para seguir la rutina en vivo de sus guías en esto. Así es el espacio que encuentra para despertar los músculos. “Me pregunto por qué y para qué entreno. No tengo una respuesta, pero hay un motor adentro mío que me dice que lo haga. Quiero estar bien y lista”. Ese motor, es el que mantiene al deportista hasta el sueño olímpico.