Este domingo se cumplen exactamente 50 años desde que el histórico argentino Guillermo Vilas le ganara una apasionate final al rumano Ilie Nastase para consagrarse campeón invicto del Masters Grand Prix y levantar el primer título grande de su exitosa carrera.
En 1974 sería el despegue internacional del legendario marplatense, quien alcanzaría el reconocimiento todo el planeta al proclamarse en su debut absoluto en el torneo que reúne a los ocho mejores de la temporada, celebrado en Melbourne, Australia, entre el 10 y 15 de diciembre, sobre césped en aquella oportunidad.
Cabe recordar que el prestigioso evento se disputa desde 1970, cuando el estadounidense Stan Smith dio la nota al imponerse frente a Rod Laver, Ken Rosewall, Arthur Ashe, Željko Franulović y Jan Kodeš en Tokio, Japón, mientras que el mencionado Nastase se adueñaría de las siguientes tres ediciones, jugadas sucesivamente en París, Barcelona y Boston.
El formato de torneo era prácticamente el mismo que hoy en día, porque contaba con dos grupos de cuatro jugadores cada uno, en el que se enfrentaban todos contra todos, clasificaban los dos primeros hacia semifinales y luego definían el pase a la definición. La diferencia era que en ese entonces todos los partidos eran a cinco sets.
El Grupo Azul estuvo conformado por Vilas, el local John Newcombe (2°), el neozelandés Onny Parun (29°) y el sueco Bjorn Borg (4°). En el Grupo Blanco quedaron Nastase (6°), el mexicano Raúl Ramírez (21°), el español Manuel Orantes (11°) y el norteamericano Harold Solomon (15°).
Después de derrotar 7-5, 3-6 y 11-9 al "kiwi", 6-4 y 7-6 (2) al anfitrión, y 7-5 y 6-1 al europeo, el ex número 2 del mundo, que en aquel momento se situaba en el noveno escalafón del ranking, brindaría una verdadera muestra de personalidad al reponerse, vencer 4-6, 6-3, 6-2 y 7-5 a Ramírez y sacar boleto hacia la instancia decisiva contra el nacido en Bucarest, que batiría 6-3, 7-6 y 6-2 a Newcombe.
La definición por el título de Maestro quedaría para el inolvidable albiceleste, de solo 22 años, que en ese calendario ya se había proclamado en Gstaad, Hilversum, Louisville, Toronto II, Tehran y Buenos Aires, todos sobre polvo de ladrillo, al apretar el puño 7-6 (6), 6-2, 3-6, 3-6 y 6-4 para asegurarse un lugar en los libros de la historia del tenis.