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Cuando Nadal le cortó la racha a Federer

Histórica. Inolvidable. Sensacional. Claro que muchos querrán recordarla para siempre y otros no tanto. Más allá de la preferencia por Rafael Nadal o por Roger Federer, la final de Wimbledon 2008 quedó grabada en los libros y las retinas de millones y millones de fanáticos del tenis, y hasta del deporte en general. El español cortó la racha de cinco títulos seguidos del suizo en Londres, en un choque épico de cinco maratónicos sets y ante una tensión tremenda.

Si bien hubo grandes finales en todos los tiempos, en Wimbledon y los demás Grand Slam, este partido, una finalísima de película, es considerada por muchísima gente como la mejor final de la historia del tenis. Nadal derrotó a Federer por 6-4, 6-4, 6-7 (5), 6-7 (8) y 9-7 tras una batalla épica, de cuatro horas y 48 minutos, para ser la más extensa de la historia del Major londinense, hasta que la superó en 2019 la que el serbio Novak Djokovic se llevó con lo justo también ante Federer.

Esa final de 2008 fue impresionante. Federer acumula cinco títulos consecutivos en Wimbledon y pretendía superar la racha del sueco Björn Borg, quien también acumuló cinco éxitos en fila en La Catedral. Pero el suizo no pudo, al verse superado por un Nadal que se le plantó en la base, en un césped que no estuvo veloz, para hacerlo correr con intercambios extensos y top-spin, como lo hacía en otras superficies. El español venía de aplastar al helvético en el choque decisivo en su "casa", en la arcilla de Roland Garros, y pudo cortar la serie de su archirrival en Londres.

Por eso, Nadal llegaba con la confianza por las nubes, en un 2008 especial para él, al que calificó como el año en el que más firme se sintió en una cancha. Esa abultada final en París le otorgó un plus clave. Llegó a Wimbledon como escolta de Federer, el N°1 ATP, quien justamente lo había derrotado en las finales de Londres en 2006 y 2007. Ya 12 meses antes el zurdo de Manacor le había dado muchísimo trabajo al diestro de Basilea. Y finalmente logró el sueño de coronarse en el mítico césped del All England Club y nada menos que frente al suizo.

El español se metió en esa final con un invicto de 23 años y habiendo perdido apenas uno de sus 35 últimos partidos en el circuito. Entre ambos venían de ganar 14 de los 16 Majors más recientes, siendo los indiscutidos líderes del tenis. Y Nadal, con una hazaña memorable, se transformó en el primer hombre desde Borg en 1980 en completar el doblete de Roland Garros y Wimbledon en el mismo año, hazaña que logró luego Federer en 2009 y repitió el español en 2010.

Si bien Federer conectó 25 aces, contra apenas seis de Nadal, volvió el suizo a padecer mucho a la hora de concretar las oportunidades de quiebre de saque. Ese ítem fue determinante a la hora del recuento en un choque cortado más de una vez por la molesta lluvia: Federer sólo le quebró una vez el servicio al español, en 13 ocasiones que dispuso. Nadal, por su parte, contó con la misma cantidad de chances y aprovechó cuatro.

En un duelo tan parejo y cerrado, en el que Federer consiguió remontar una desventaja de 0-2 en sets y estirar la lucha al último capítulo, ese rubro resultó decisivo. Quizás el suizo debió arriesgar en ciertos pasajes y atacar más a un rival muy plantado en la base y tratando de incomodarlo y no dejarlo pegar cómodo, en especial con la derecha. Así fue el trabajo minucioso del español, quien tuvo paciencia y garra para reacomodarse en el cierre y ponerle el moño a un encuentro electrizante, que quedó grabado en la historia grande del deporte mundial.

Ese envión fue bárbaro para Nadal, quien al mes siguiente, en agosto de 2008, sumó los puntos que necesitaba y se dio el gran gusto de desplazar por primera vez a Federer para ser el N°1 del ranking. Por eso, por ganarle en Wimbledon y cortar una racha magistral del suizo en Londres, fue que empezó a cambiar el dominio del tour. Por eso, entonces, esa definición resultó inolvidable.