He aquí una de las grandes contradicciones en el béisbol: La utilización del relevista moderno, algo en lo cual la mayoría de nosotros estaría de acuerdo, ha hecho de este deporte más estático, más anónimo, hace perder más tiempo… o sea, dicho de forma general, más aburrido.
Sin embargo, la mayoría de las cosas positivas también ocurren una vez que los relevistas hacen acto de presencia en el partido. Ese es el momento en el cual se hace más evidente la diversidad biológica dentro del béisbol, cuando su adaptación estratégica entra más en juego, cuando aparecen los hombres con los relatos más extraños y cuando la mitad de los pitchers tienen la frase No puedes predecir en el béisbol tatuada en sus cuellos. También se trata del momento cuando, generalmente, el resultado del partido que estás viendo tiene mayores probabilidades de definirse.
Hacer seguimiento a este deporte requiere hacer seguimiento a los bullpens; por ello, vamos a analizar el primer mes de la temporada 2019 en lo que respecta al trabajo de sus relevistas.
Estado del cerrador
Hace tres meses, exactamente el Día de San Valentín, tres equipos en proceso de reconstrucción (a saber, los Kansas City Royals, Baltimore Orioles y Miami Marlins) anunciaron que no necesariamente designarían a un cerrador esta temporada. Poco después de ello, los Atlanta Braves afirmaron que usarían un comité encargado de cerrar los encuentros; los Minnesota Twins “mostraban reservas” con respecto a la idea de hacerlo o no; y los Boston Red Sox, campeones defensores, comenzaron la campaña sin un cerrador designado. Durante las dos primeras semanas del mes de abril, seis relevistas diferentes de los Seattle Mariners y cuatro tantos relevistas de los Tampa Bay Rays contaban con juegos salvados en su haber.
Este es un ritual anual de cada primavera y típicamente no nos conduce a ninguna parte. Por varias razones, un puñado de equipos a principios de la temporada no quieren etiquetar a un pitcher como mejor que el resto de sus lanzadores; sumemos eso al eterno conflicto entre los adeptos al análisis estadístico y los roles tradicionales de un cerrador y tendremos a algunos equipos que parecen dispuestos a servir de punta de lanza de un movimiento. Sin embargo, casi de forma inevitable, en cuestión de pocos juegos salvados un solo pitcher termina sumándolos todos dentro del bullpen de su equipo y listo. Ya no vemos a ese hombre tomar la lomita en el séptimo inning. Ya no ves a nadie más levantándose específicamente para trabajar en el noveno episodio.
Aún así, contamos con una gran cantidad de ejecutivos dentro de las distintas gerencias de Las Mayores deseosos de que desaparezca el típico rol del cerrador (para terminar siendo absorbido en las tendencias cada vez más presentes hacia la flexibilidad dentro del roster que acaba con las jerarquías), así que nunca hay plena seguridad en asumir que este no será el año. A pesar de que nunca termina siendo el año en el cual desaparece el rol de cerrador tradicional.
Sin embargo, ¡quizás éste sí sea el año! Hace dos años, Ben Lindbergh de la web The Ringer revisó a cada uno de los líderes en la categoría de salvados en el mes de abril y consiguió que esos 30 líderes eran responsables de apenas el 79 por ciento de todos los rescates. Esa fue la menor proporción en por lo menos una década, aunque también existían muchos motivos que hacían preguntarse si esto fue mero producto del azar. Primero, la caída fue ligera (el promedio en la década anterior había sido del 84 por ciento) y se originó inmediatamente después de una campaña 2016 en la cual se produjo lo opuesto (los líderes en salvados eran responsables de un mayor porcentaje que cualquier año de esa década). En 2018, la cifra en el mes de abril era de 81 por ciento, la cual se mantenía dentro de los menores registros históricos, aunque con un ligero incremento.
No obstante, los líderes de este año en los 30 equipos acumularon menos del 73 por ciento de todos los rescates durante el mes de abril, una porción mucho menor que la vista incluso en el previo año con menor registro. En lo que va de 2019, 83 relevistas registraron por lo menos un salvado hasta finales de abril; el registro más alto previamente alcanzado en la década de los 2010 fue de apenas 64 (producido el año pasado) y el promedio de la década es de 54.
Claramente, los equipos están distribuyendo sus responsabilidades de salvados a más lanzadores y le dan a sus cerradores un menor monopolio del noveno episodio. Mientras tanto, algunos equipos aún no han designado a “un” cerrador tras haber transcurrido prácticamente la cuarta parte de la actual temporada.
Tres equipos competitivos (Red Sox, Rays y Twins) han conferido múltiples oportunidades de salvados por lo menos a sus dos mejores relevistas. Mientras que los Miami Marlins y Baltimore Orioles parecen haber entrado en novenos innings predecibles (con Sergio Romo y Mychal Givens, respectivamente), los Royals han distribuido sus cinco rescates entre cuatro pitchers diferentes. Los Mariners no han tenido oportunidades de salvar partidos en un buen tiempo, aunque parece que su distribución aún no se ha definido.
Por supuesto, sería una locura pensar que el grueso de los rescates no terminaría en manos de las selectas docenas de los mejores relevistas. Sin embargo, dentro del escenario ideal, al hacer del rol de cerrador algo menos rígido, los mejores entre los mejores relevistas estarían disponibles para una gran cantidad de esos novenos innings, al igual que para otras situaciones: salvados con cuatro outs, salvados con seis outs, enredos en el séptimo, octavos innings contra tercer, cuarto y quinto bate, etcétera. No hay nada intrínsecamente positivo con respecto a un cerrador por comité, a menos que implique que los mejores relevistas (quienes tradicionalmente son los “cerradores”) pueden ser también utilizados de forma exitosa y agresiva en otras situaciones.
Durante los primeros 30 partidos de los equipos en este año, se produjeron 26 rescates con al menos cuatro outs, sin contar los salvados con más de tres entradas de actuación. (Estos usualmente se producen en juegos decididos por paliza, cuando viene un pitcher a terminar los últimos tres innings o más disfrutando de una amplia ventaja). Esa es la mejor cifra a este punto de la temporada en la presente década: la misma que se produjo en los primeros 30 días de 2012, 2013 y 2014 todos sumados. Representa apenas un incremento modesto con respecto al año pasado, lo cual fue un modesto incremento con respecto al año anterior, el cual fue un modesto incremento con respecto a 2016; sin embargo, al sumar todos esos incrementos modestos comienza a percibirse la tendencia. Josh Hader, de los Milwaukee Brewers, es quien marca la pauta en este caso: cuenta con tres rescates con dos innings o más de actuación); sin embargo, 19 pitchers diferentes en 17 equipos distintos cuentas con lo menos con uno de esos salvados extendidos.
Definitivamente, aún es demasiado temprano para reaccionar de forma exagerada. La mayoría de los equipos sigue utilizando un cerrador tradicional y la mayoría de los cerradores tradicionales aún están lanzando dentro de las limitaciones de los cerradores: De esos cerradores que mantuvieron dicho puesto durante toda la campaña, aproximadamente la mitad nunca han pitcheado antes del noveno inning este año. El noventa por ciento de los salvados han sido de un máximo de tres outs. Y se podría decir que no hay nadie más en el béisbol que esté siendo utilizado de la forma extrema (y sumamente exitosa) en la cual fue utilizado Hader el año pasado, o como fue el caso de Andrew Miller en 2016 y 2017: parte cerrador, parte apagafuegos para ser usado en múltiples entradas a partir del quinto inning. Sin embargo, hay señales de que, quizás en esta ocasión, algunos de los equipos que se comprometieron a intentar algo diferente en el noveno inning realmente cumplirán su palabra.
Estado del bullpen y del “opener”
Se han producido 23 partidos este año en el cual el pitcher abridor no intervino en más de tres innings, lanzó un máximo de 50 pitcheos y no permitió más de tres carreras. Esto constituye una serie decente de filtros que nos ayudan a identificar la mayoría de los encuentros abiertos con la intervención del bullpen (partidos en los cuales un equipo puso como abridor a un pitcher sin intención de permitirle trabajar más de uno o dos innings). Aproximadamente ocho de esos 23 partidos contaron con abridores que terminaron lesionados. Por ello, tenemos aproximadamente 15 encuentros abiertos con la responsabilidad del bullpen.
Quince. ¿Es eso mucho? Una respuesta es, dicho relativamente, que sí. En este momento el año pasado se habían producido dos. (Los Rays no estrenaron su estrategia de “opener” hasta mediados de mayo pasado). En la mayoría de los años previos, esencialmente tuvimos ninguno. Por eso, 15 es una cifra mucho mayor a lo anterior.
Sin embargo, son apenas 15 partidos de un total de más de 1,000 partidos abiertos. Nueve de esos 15 encuentros han sido disputados por los Rays y de los otros 29 partidos, solo Los Angeles Angels (con tres de esos compromisos) parecen mostrarse interesados por utilizar esa estrategia de manera regular, aunque sea con un solo puesto de la rotación este año.
Actualizamos la tesis “los relevistas son malos”
A pocas semanas de comenzar la temporada, observamos que los relevistas, de manera colectiva, estaban pitchendo peor que los abridores, lo cual representa un giro inesperado. Desde que la utilización del relevista moderno despegara de manera sustancial a finales de la década de los 80, nunca se había producido una temporada en la cual los relevistas permitieron una efectividad mayor que la de los abridores y apenas una campaña en la cual la efectividad de los relevistas no fuera por lo menos un 5 por ciento menor. En ese momento, la efectividad de los relevistas en 2019 fue un 3 por ciento mayor que la de los abridores.
Eso fue temprano. Sigue siendo temprano, aunque no tanto. Los relevistas aún cuentan con una peor efectividad que la registrada por los abridores, aproximadamente en un 1.6 por ciento. Es menos raro de lo que solía ser, aunque sigue siendo peculiar. Un récord de 381 pitchers ha hecho por lo menos una aparición como relevista en los primeros 30 partidos de la actual temporada, un incremento con respecto a los 350 registrados en 2018.
El mejor relevista del mes de abril del cual jamás han escuchado
Nick Anderson, diestro de los Miami Marlins, tiene 28 años, nunca había lanzado en Grandes Ligas hasta este año y fue canjeado por los Twins que lo despacharon a Miami (a cambio de un jugador de ligas menores) en noviembre pasado. Fue elegido en la ronda 32 del draft y pasó tres años jugando en la Frontier League, circuito independiente, en el cual registró efectividad superior a 6 carreras limpias en dos ocasiones.
En marzo y abril de este año, Anderson se ha enfrentado a 51 bateadores y ha ponchado a 27. Otorgó dos boletos intencionales, aunque ninguno no intencional: 27 ponches y cero bases por bolas no intencionales en un total de 13 innings. Registró efectividad de 2.08.
Toleró cinco carreras en su primera aparición del mes de mayo.
La historia en desarrollo más alocada que involucra a un relevista
Elvis Luciano, diestro de los Toronto Blue Jays, cumplió 19 años durante los entrenamientos primaverales de este año y saltó cuatro niveles de Ligas Menores para hacer su debut en el circuito grande. Se encuentra en el equipo solo debido a lo que esencialmente es una laguna dentro de las normas del draft Regla 5 que lo hacían disponible a cualquier equipo que se comprometía a mantenerlo en las Mayores durante toda la temporada.
Los Blue Jays están intentando que se produzca dicha circunstancia y a pesar de que probablemente sea una bomba de tiempo a punto de explotar, no lo han condenado de un todo a un exilio en la banca: Luciano ha aparecido en 11 oportunidades y lanzado 15 entradas. Concedió 14 boletos en esos innings. Igualmente, cuenta con efectividad de 4.20, mejor que el promedio de liga entre los relevistas.
Los Blue Jays lo mantienen en el roster del equipo grande.