Apasionada. Vital. Atrevida. Ganadora. Amante de la vida. Corajuda.
Todo eso y mucho más podría aplicarse a la definición de Alejandra Marina Oliveras, más conocida como “Locomotora”. Habría que agregar: poseedora de un corazón enorme que, esta vez, no pudo acompañarla en el esfuerzo final.
Este cronista recuerda el primer encuentro, en la breve mesa del lobby de un hotel cordobés. Ya empezaba a hacer ruido, pero no tanto. Habló de su niñez en Jujuy (allí, en El Carmen, nació el 20 de marzo de 1978), de cómo creció en un circo. De sus batallas para ser alguien, de ganarse el peso trabajando siempre. “Yo misma hacía pastelitos y empanadas para venderles en la ruta a los turistas, el asunto era llevarse un pesito a casa”, comentaba en voz baja y casi tímida. Otros tiempos.
Cordobesa para la mayoría -por su acento, por su relación de entrenamientos con don Carlos Tello, viejo y admirado entrenador cordobés- fue precisamente en el 2005 cuando hizo su debut en el campo donde descollaría: el boxeo profesional.
Unos años antes, estamos hablando de 1997, una desconocida jovencita había tenido el atrevimiento de debutar en el profesionalismo peleando con la gran figura del momento, Christy Martin, en los Estados Unidos. El mundo del boxeo las enfrentaría a ambas en el mismísimo estadio del Luna Park, años después en una de las grandes batallas del boxeo femenino en ese estadio.
Pero eso vino más tarde. El 20 de mayo de 2006, la “Locomotora” luego de un largo viaje lleno de escalas, viajó desde Córdoba a Tijuana para medirse con una de las grandes campeonas que dio México: Jackie Nava. Peleando con una sola mano desde el tercer asalto y con cinco fracturas, Alejandra (28 años y 7 peleas) consiguió lo que parecía un sueño demasiado lejano (no para ella, claro, que siempre confió apasionadamente en si misma): un tremendo nocaut en el octavo asalto. Nava (26 años, 15 peleas) perdió su corona super gallo del Consejo Mundial de Boxeo. Esa noche, en Tijuana, Oliveras se convirtió en la primera campeona mundial argentina consagrada en el exterior y la primera en lograr una corona mundial de un organismo oficial como el Consejo Mundial de Boxeo.
De allí en más esta mujer que llegó a superar problemas de infidelidad dignos de una película clase B (sorprendió a su marido con su hermana en su lecho familiar apenas dos semanas antes de su pelea con Nava) se sobrepuso a todo.
Tal vez ello sirva para pintar la bronca, el dolor, la angustia y fiereza que puso en aquella histórica pelea para el boxeo argentino.
La estadística dirá que logró 5 coronas mundiales en supergallo (WBC), pluma (WBA) y ligero (WBC) y que no sólo se expuso a desafiar a hombres para pelear con ella, sino que se comparó con el propio Floyd Mayweather en la cosecha de campeonatos mundiales. Hasta fue incluida en el Record Guinness y no una sino dos veces: en el 2013 por acumular cuatro cinturones mundiales y en n2017 cuando logró su quinto cinturón
Adicta a los entrenamientos y al trabajo físico, llegaba a prepararse para una pelea y, al mismo tiempo, darle clases a sus alumnos. “Te vas a pasar de entrenamientos si seguís así”, este periodista se atrevió a decirle. Por supuesto, hizo lo que quiso, porque siempre pareció ser dueña de su vida, hasta que la propia vida decidió lo contrario.
Estuvo viviendo en Santa Fe, en donde inició una carrera política y en donde se apegó mucho a Don Amílcar Brusa, el histórico entrenador de Carlos Monzón a quien quería como un padre.
Su gran noche deportiva llegó el 4 de diciembre de 2018, nada más ni nada menos que en el Luna Park. Oliveras expuso su corona supergallo del Consejo frente a Marcela Acuña, titular de la Asociación en pelea unificatoria. Diez mil personas. Electricidad en el ambiente. No era para menos. “La Tigresa” y la “Locomotora” competían por algo más que por los títulos. Era, sin duda, la lucha por el orgullo, el poder, la gloria.
La pelea, ganada por Acuña, dejó la polémica encendida por un golpe que rozó la nunca de Oliveras, quien cayó en el quinto round. Se quejó la “Locomotora” pero el referí Héctor Afú, dio el conteo (cree este cronista que hizo lo correcto) y finalmente ganó la “Tigresa” en un fallo justo. Esa noche pudo haber sido su noche, pero algo falló, y no logró imponer su clásica fiereza.
La rivalidad entre ambas persistió hasta cuando ya en este doloroso trámite, por supuesto, Acuña rezó por ella.
Alejandra participó en programas de bailes, hizo comerciales, fue siempre invitada a los programas de la televisión por su apasionado discurso y fue elegida en el Hall de la Fama del Boxeo Latinoamericano.
Realizó su última pelea en Cutral Có ganándole a la mexicana Lesly Morales, en abril de 2017. Dejo una campaña profesional de 33 peleas ganadas, 3 perdidas y 2 empates. Perdió con tres campeonas mundiales argentinas: La “Pantera” Farías, La “Tigresa” Acuña y la “Gata” Acosta.
Parece mentira que ese físico que tanto cultivó le haya fallado.
Parece mentira que hayan podido vencerla.
Esa mujer animosa, desafiante, voluntariosa y corajuda ya no está con nosotros, pero queda el ejemplo de una vida vivida a fondo, más allá de errores y aciertos.
Una vida que solamente pudo finalizar ardiendo en el propio fuego de una pasión ardiente, única y diferente.
Alejandra está en Paz.
La “Locomotora” seguirá trepidando como siempre, buscando nuevos desafíos, a toda máquina, fogoneada por su propia pasión, donde quiera que esté…
