A través del tiempo las cuestionables apreciaciones que se han producido en el boxeo y que han minado la credibilidad del deporte y de prestigiosas comisiones en territorio norteamericano, nos han hecho pensar en qué ajustes o medidas deberían tomarse para evitar en el futuro estas nefastas decisiones que a veces parecen venir acompañadas de otros intereses.
La reciente victoria por decisión unánime del mexicano Saúl ‘Canelo’ Álvarez el pasado 21 de noviembre en el hotel Mandalay Bay de Las Vegas, ante el cuatro veces campeón divisional, el puertorriqueño Miguel Ángel Cotto, destapó una vez más ese gran problema en donde la ‘Ciudad del Juego’ se ha convertido en el principal ojo de esta tormenta.
Álvarez venció a Cotto con holgadas tarjetas de 119-109, 118-110 y 117-111, en una contienda que fue muy cerrada y que para muchos pudo haber significado en una victoria para cualquier bando con puntuación de 115-113 o hasta incluso un empate.
Pero una vez más los jueces no apreciaron lo que miles de fanáticos si pudieron constatar esa noche, algunos desde el ángulo que le ofreció su butaca en la arena oficial y otros desde la comodidad de sus hogares a través del ‘pague por ver’.
El plan de pelea de Cotto, basado principalmente en depurado estilo boxístico muy similar al que ha presentado durante toda su carrera el invicto Floyd Mayweather Jr. –quien curiosamente sí ha recibido el favor de los jueces en Las Vegas- tuvo un alto precio para el boricua esa noche.
Las anotaciones de los veteranos Dave Moretti, Burt Clements y Kevin McKaie en esa reyerta, permiten pensar que –de no haber situaciones externas envueltas- sí existe una gran falla en el campo visual de los oficiales desde la zona en que ejecutan su función.
Una posible solución, aunque no quizás no sea la más estética pero que se convierte en un primer paso hacia la dirección correcta para resolver este problema lo es el elevar la posición actual en la que se encuentran los jueces.
El propulsor de esta medida lo es el veterano referí Joe Cortez, un miembro del Salón de la Fama del Boxeo Internacional, que durante su trayectoria de 50 años en el boxeo, también fungió como juez antes convertirse en ese respetado tercer hombre que es hoy.
“La decisión de la pelea entre Miguel Cotto y Saúl ‘Canelo’ Álvarez, pienso que los jueces la vieron muy abierta”, opinó Cortez, una importante figura del boxeo que aún prefiere ver al deporte como el mismo romanticismo de antaño. “Sinceramente en las puntuaciones de ese combate, tenía a Cotto ganando 7-5 y no porque seamos ambos puertorriqueños”, explicó Cortez.
“Fue mi apreciación sincera y con mucha honestidad de un oficial con más de 50 años en el boxeo. Siempre he dicho que la posición de los jueces respecto a la ubicación en donde están para ejecutar su labor no es la mejor. No tienen el mejor ángulo para anotar desde allí. Es algo que se puede mejorar. Yo estaba sentado a una distancia de diez a quince filas respecto al ring. De allí uno ve un ángulo y los jueces pueden ver otro”, comentó.
Hace unos años Cortez realizó un estudio en su gimnasio personal ubicado en su hogar en Las Vegas en donde fue ayudado por varios profesionales del deporte, entre ellos un buen número de jóvenes jueces que le sirvieron para demostrar su planteamiento.
Allí comparó el campo visual de un juez en su posición actual con la que promueve como solución a las decisiones controversiales y a la que ha bautizado como ‘Joe Cortez 20/20’, la cual promueve que los oficiales estén ubicados a una altura de ocho pies sobre el ring en una silla similar a la que utiliza el juez principal de un partido de tenis.
Los resultados de su prueba fueron inmediatos y con cambios dramáticos. Las apreciaciones fueron mucho más certeras que lo que permite la posición actual.
“Yo estaba sentado entre diez a quince fila de distancia del ring para la pelea entre Cotto y Canelo. A veces uno habla de los jueces, pero mi estudio demuestra que no es que se trate de oficiales con mala intención o que haya corrupción en el deporte como lo que querido hacer entender. Es que simplemente los jueces no lo ven todo desde la posición actual, que es la misma en la que han estado desde que todo comenzó. Mi estudio demuestra que los jueces en su posición de abajo, fallaron en detectar entre nueve a 19 golpes por asalto. Desde arriba fallaron a penas dos golpes por asalto. Por eso es que cuando surgen estas situaciones, los fanáticos son los primeros en criticar. Porque son ellos los que están en mejor posición visual que los propios jueces”, aseguró.
La controversia generada por las puntuaciones en el combate Cotto-Canelo es sólo una de una extensa lista.
En junio de 2012 los veteranos jueces Duane Ford y C.J. Ross fueron duramente criticados por firmar controversiales tarjetas de 115-113 a favor de Timothy Bradley en su combate ante Manny Pacquiao. La decisión de ambos terminó dándole la victoria a Bradley y la Organización Mundial de Boxeo –organismo que sancionó el pleito- ordenó un análisis interno del choque en el participaron seis jueces. Todos vieron ganar a Pacquiao.
Posteriormente, en septiembre de 2013, C.J. Ross resultó nuevamente criticada al otorgar un empate (114-114) en la holgada victoria de Floyd Mayweather Jr. sobre Saúl ‘Canelo’ Álvarez. Sus otros dos colegas apreciaron 117-111, 116-112.
Para la Comisión Atlética de Nevada fue la gota que colmó la coma y Ross fue retirada de su posición.
“El fanático desde las casas ve todo bien, porque la posición de las cámaras ayuda muchísimo. Por eso yo creo que esto es un error que existe desde hace muchísimos años y no lo han querido cambiar. Para mejorar el boxeo hay que cambiar la posición de los jueces. Cuando trabaja como referí y estaba en medio de los boxeadores podía ver todo. Pero los jueces no pueden moverse de donde están y fallan mucho. Si la posición de ellos no cambia, continuaremos con decisiones controversiales. Cotto seguramente pegó más golpes de los que anotaron, pero los jueces no lo vieron”, apuntó.
Cortez también acogió como otra opción el que los jueces sean colocados en espacios individuales equipados con transmisiones de circuito cerrado sin audio para ejecutar esta labor que ha sido tan cuestionada.