MÉXICO -- Ya instalado en Cardiff, País de Gales, donde este sábado disputará el campeonato gallo de la Federación Internacional de Boxeo al británico Lee Haskins, el tijuanense Iván Morales aceptó que este sábado, más allá de la posibilidad de volver a casa como campeón, también tendrá la oportunidad de acrecentar el legado de la familia Morales, al cual le han dado brillo sus hermanos Diego y Érik Morales.
El púgil mexicano de 24 años y marca de 29-1 con 17 nocauts, no es favorito para destronar a Haskins; sin embargo, la motivación de hacer historia y pertenecer a la primera tercia de hermanos mexicanos en ser campeones del mundo le insta a pensar que sus posibilidades son mucho mayores de lo que muchos piensan.
"No ha sido fácil, gracias a Dios se me dio la oportunidad, fuera de los detalles de estar fuera de casa, lo importante es tener la oportunidad y es momento de demostrar que tengo talento, que tengo con qué, y que no sólo soy hermano de dos campeones del mundo", dijo Morales en entrevista con ESPN.
"No es fácil llevar el apellido, pero con el tiempo me he acostumbrado a las comparaciones, he ido convenciendo a la gente de que tengo capacidad y talento, y lo que haga no será más grande ni más chico que lo que hicieron Érik y Diego, Érik de los más grandes y Diego de los más jóvenes, y yo estoy aquí para hacer grande el legado de la familia, no de ellos porque ellos ya hicieron su parte", destacó el tijuanense.
Iván, quien siempre mostró gusto por el boxeo, dijo que compartir concentraciones con sus hermanos y el verlos llenar arenas siempre le marcó para querer ser boxeador, mas no se dio cuenta del compromiso que tenía encima hasta hace unos meses.
"Siempre me ha gustado el boxeo, no me gustaba la disciplina, levantarme a correr, cuando fui creciendo me tocó vivir una adrenalina diferente, me gustaba mucho la adrenalina de los combates, me puse a entrenar y me gustó mucho y puedo decir que gracias al boxeo llevo una vida sana y nos ha unido mucho a la familia, estoy contento de practicar este deporte.
"Me marcó mucho estar en los campamentos en el Otomí cuando tenía 16 años y acompañaba a Érik, veía la diferencia de cuanto entrenaba y boxeaba y cuando no entrenaba y boxeaba. La alegría más grande que he tenido en el boxeo es compartir una cartelera con mi hermano Érik y verlos pelear juntos en el Toreo de Tijuana, la verdad yo estaba acostumbrado de pequeño a verlos, pero ver cómo el Toreo se llenaba por verlos, eso los hacía ser muy admirados desde mi punto de vista", sentenció.