Este 1 de julio de 2017 se cumplirán ocho años de la muerte de Alexis Argüello. Los misterios sobre su muerte, las preguntas sin respuesta, las razones sin argumento o las razones con argumento que han tejido ese largo día después de su deceso, plantean una sensación divergente en las mentes de unos y de otros. Están los que quieren mantener vivo ese día después hasta que la verdad prevalezca sobre las dudas y están los que ya dieron vuelta a esa página de la historia nicaragüense. A los primeros les anima un sentimiento de reivindicación de su verdad y a los segundos - tal vez - un sentimiento de cansancio donde la culpa se confunde con la indiferencia.
Pero hay un tercer grupo que no es parte de esa discordia. Son las nuevas generaciones. Ese grupo donde prevalecen otros sentimientos alejados de aquello que provocó la vida y la muerte de una figura pública de tanta trascendencia. Son los que asumen su legado con filtros, aquellos a quienes la larga sombra del Flaco Explosivo los alcanza desde su lado más luminoso. Son parte de la herencia bonita de una figura diferente, única y que construyó su leyenda con errores y aciertos o como titulamos esta serie: con luces y con sombras.
En esta serie ya nos referimos a todas las etapas de su vida. En el primer episodio a sus comienzos, en el segundo episodio a su etapa más gloriosa y el peaje político a sus hazañas; en el tercer episodio abordamos la derrota y su deterioro; en el cuarto episodio acompañamos su aventura política y la lucha por encontrar su camino fuera del ring y en el quinto episodio examinamos el enigma de su muerte.
En este sexto y último capítulo, escucharemos otros testimonios a través del audio imagen asociado; conoceremos el testimonio escrito del periodista de ESPN, Alfredo Berríos, quien le realizara a Alexis Argüello la última entrevista de su vida y les presentamos nuestra visión actual sobre su gran legado deportivo.
TODAS LAS VIDAS EN UNA SOLA VIDA
No es un título inventado. La muerte tiene esa cualidad: disuelve todas las vidas vividas y permite unificar el recuerdo en uno solo. Terminan los castigos, se acaba el rencor y se logra el perdón a través de la reconciliación de las miradas. Ese punto de equilibrio en Alexis Argüello se logra en la dimensión de su legado. Se podrá hablar por lo bajo sobre sus errores, se podrá recordar con amargura sus equivocaciones, se podrá lamentar lo que pudo ser y no fue, se podrá mantener viva hasta la eternidad la duda sobre crimen o suicidio, pero nada podrá romper la dimensión de su figura en la consideración de toda una nación.
Sus hazañas inspiran, sus aciertos motivan y sus errores enseñan. Alexis Argüello consiguió hazañas que se inscriben en la memoria épica de este deporte. Era una época diferente a la actual en el boxeo, con peleas que llegaban a quince asaltos, con una agenda agotadora de combates y siempre, inevitablemente, enfrentando a los mejores oponentes. Eran muchas peleas, y pocos títulos para repartir. Logró tres campeonatos mundiales en un plazo de diez años, con más de setenta peleas realizadas al cumplir con esa hazaña y en el momento histórico del boxeo de mayor calidad deportiva reunida.
Argüello demostró que para ser uno de los mejores pugilistas de la historia se puede nacer en cualquier lugar del mundo, se pueden superar todas las carencias y se pueden alcanzar todas las metas. Basta con el empeño, alcanza con la determinación y la confianza en si mismo.
"Su nombre se mantiene vigente en el día a día de los nicaragüenses", dijo su hermano Guillermo Argüello. "Fue un hombre que en base a disciplina, un esfuerzo mayúsculo, afán de superación, valentía sin límites, entrega al sacrificio y enfrentar los riesgos sin miedo, se abrió paso hacia la grandeza", opinó el escritor Edgar Tijerino. "Fue un campeón legendario, un ejemplo dentro del cuadrilátero y previo a sus peleas. Tuvo errores en su vida, pero si alguien supo establecer el camino para ser un gran profesional y representar con orgullo a su país, ese fue Alexis Argüello", me dijo Gilberto Mendoza, presidente de la Asociación Mundial de Boxeo.
En lo deportivo, Argüello tuvo la inteligencia de transformar su proyecto personal en una escalera por la que ascendió paso a paso hasta llegar a lo más alto. Esa es la inspiración y la motivación que su legado transmite a las nuevas generaciones.
Algo que hoy parece representado en la mayor figura actual del boxeo nicaragüense: Román "Chocolatito" González, que fuera uno de los prospectos cuyas carreras nacieron de la visión y apoyo de Argüello. "Las nuevas generaciones ven en "Chocolatito" la herencia legítima de Argüello", dijo el periodista Haxel Murillo y esa afirmación encuentra sustento en un cuadro que decora las paredes de la oficina de Gilberto Mendoza en Panamá. Un registro gráfico que el presidente de la AMB guarda con mucha emoción. "Fue el 12 de mayo del 2007, durante la pelea de Román González contra el venezolano José Luis Varela por el título AMB Fedelatin, ese día, Alexis me dijo que Chocolatito era uno de los últimos boxeadores que se formó con sus principios, su disciplina, y que vaticinó que llegaría muy lejos en el boxeo mundial", reveló Mendoza al describir el momento eternizado en la fotografía.
LOS ERRORES QUE EDUCAN
Pero también sus errores transmiten mensajes positivos. En ese aspecto, Alexis es un ejemplo de que las mejores historias nacen de la imperfección humana, esa imperfección que enseña y ayuda a construir mejores campeones. Y hay total coincidencia en la mayor enseñanza que deja su legado a los futuros campeones: el manejo de su figura pública, especialmente en no permitir que la misma se mezcle con la política.
"El de Alexis es el ejemplo más trágico" sobre el daño que esa sociedad puede provocar, me dijo el periodista Carlos Chamorro comparando los extremos simbolizados en los dos mayores ídolos en la historia del deporte en ese país: Argüello y Denis Martínez, la mayor gloria del béisbol nicaragüense. "Martínez ha sabido mantenerse afuera de la política, nunca aceptó las invitaciones para ser candidato y jamás se involucró. Ha tenido la inteligencia de saber separar las cosas, él es un motivador, es un líder de opinión, es una persona respetada y querida en este país, pero ha sido claro en no aceptar ese destino".
La política fue un error en la vida de Alexis, como también hubo errores en el manejo de su vida fuera del ring sobre el final de su carrera. En ese aspecto, tanto su hermano Guillermo y el mejor amigo de Alexis, Donald Rodríguez, coincidieron en el consejo a los nuevos campeones para no repetir esos desaciertos; alejarse de los malos pasos y buscar ayuda.
Las hazañas y los errores del campeón o los enigmas alrededor de su muerte, poco a poco se van transformando en historia que el tiempo convierte en leyenda. Pero no hay reglas de la memoria y los casi ocho años que nos separan de su muerte, parecen poco tiempo para quienes aún sufren su muerte. Es el caso de su hija Dora Argüello. A ella le pregunté hasta cuando mantendrá su lucha para conocer la verdad sobre la muerte de su padre y hasta cuando mantendrá su lucha por preservar y proteger el legado de Alexis.
"Hasta que me muera seguiré luchando por demostrar la verdad. Es un desafío que me he impuesto, era la única que estaba allí, soy la única que puede dar referencia de eso y hasta no llegar hasta la última consecuencia no tendré paz. Sobre su legado seguiré trabajando por preservarlo", aseguró y confesó su ambición de crear en la casa familiar de Managua un museo que rinda tributo a la vida de su padre.
En un país con tantas miradas sobre un legado de tanta dimensión, Alexis Argüello nace todos los días y también muere todos los días. Su nombre es homenajeado, a su figura se le rinde tributo de muchas formas y sus hazañas son parte del culto que habita en la memoria del fanático que siempre busca el nuevo Alexis, en cada púgil que inicia su camino por este deporte. Si lo observamos desde esa perspectiva, Alexis Argüello fue y sigue siendo un embajador de la Nicaragua más profunda, la que todos los días sueña con un futuro mejor, la que atesora sin filtros el legado de uno de sus iguales que, con sus aciertos y sus errores a cuestas, consiguió trascender más allá de sí mismo.
Por paradoja, es ese orgullo inocultable por su gran legado deportivo que une a todos los nicaragüenses y es esa unión de la memoria de todo un país la que perdurará en el tiempo, mucho más allá de las luces o las sombras de su gran legado.